Una terapia CAR-T creada por un gallego cura a enfermos terminales de linfoma de Hodgkin

Raúl Romar García
R. Romar REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

HOSPITAL DE SANT PAU | EUROPAPRESS

El tumor desapareció en la mitad de los pacientes de un ensayo

19 oct 2022 . Actualizado a las 19:29 h.

Estaban prácticamente desahuciados. Todos habían recibido al menos cinco terapias distintas, pero todas habían fracasado. No tenían alternativa. Hasta que participaron en el ensayo clínico en fase I de la primera terapia CAR-T creada y desarrollada en España, la primera también que se ha probado en Europa para el tratamiento específico del linfoma de Hodgkin clásico, y que se ha ensayado, además, para el linfoma no-Hodgkin T. Todos los pacientes, los diez que intervinieron en el estudio, mostraron una respuesta favorable y en la mitad, el 50 %, el tumor desapareció por completo.

Son resultados nunca vistos y, aunque es verdad de que se trata de un ensayo clínico en fase I y que todavía queda un largo camino por delante, la alternativa ofrecida es más que esperanzadora. De hecho, la fase II ya se ha iniciado en tres pacientes en una prueba en la que se esperan reclutar a entre 20 y 30. «Vimos que el fármaco es capaz de inducir una respuesta completa en pacientes que habían sido tratados sin éxito con todo lo habido y por haber. Y son enfermos que no tenían ninguna otra opción de tratamiento», explica el investigador gallego Javier Briones (Pontevedra, 1966), líder del proyecto y jefe de la Unidad de Hematología Clínica del Servicio de Hematología del Hospital de Sant Pau de Barcelona. Los resultados se han presentado en el congreso de la Asociación Europea de Hematología.

Ocho pacientes se reclutaron en siete comunidades, entre ellos uno de Galicia, y los dos restantes en países europeos. Por un lado, el ensayo clínico demostró que el nuevo fármaco personalizado contra el linfoma de Hodgkin es seguro, ya que entrena a las células del propio paciente mediante ingeniería genética para activar una respuesta inmune específica frente a las células tumorales. De hecho, probar que no es tóxico es el objetivo básico de los ensayos iniciales. «La neurototixicidad, que es la toxicidad en el cerebro, fue nula y solo la mitad de los pacientes experimentaron una tormenta de citoquinas, pero todos de forma leve, en grado 1, por lo que no necesitaron tratamiento», constata Briones. Pero los investigadores también se encontraron con algo inesperado: una eficacia muy superior a la esperada. En los fármacos CAR-T que están en el mercado -de momento para muy pocas indicaciones y fundamentalmente para tumores sanguíneos- la supervivencia libre de la progresión de la enfermedad ronda entre el 30 % y el 40 %.

En este caso la eficacia es mucho más alta, aunque bien es cierto que es probable que a medida que se ensaye en un mayor número de pacientes la eficacia se reduzca. Pero, aún así, seguirá siendo igual de esperanzador. «Aunque sea un 20 % o un 30 % más baja que lo que se ha visto ahora sería un resultado espectacular, porque estamos hablando de que podríamos tratar a pacientes que no han respondido a ninguna terapia», destaca el hematólogo pontevedrés, que también dirige el Grupo de Investigación de Inmunoterapia Celular y Terapia Génica del Instituto de Investigación del Hospital de Sant Pau, uno de los dos centros autorizados en Cataluña para producir este tipo de medicamentos de inmunoterapia CAR-T contra el cáncer.

No existe en este momento en todo el mundo ninguna terapia de este tipo para los enfermos de linfoma de Hodgkin clásico. Solo hay tres ensayos clínicos en marcha promovidos por grupos de investigación. Dos en Estados Unidos, uno en Houston y otro en Nueva York, y el tercero en España. Y es totalmente de producción propia. «Está hecho por nosotros y no hay ninguna industria detrás», resalta Briones.

Los medicamentos celulares CAR-T del Hospital Sant Pau se fabrican a partir de los linfocitos T del propio paciente, a los que se les incorpora una modificación genética para que expresen un receptor que potencia la destrucción del tumor. Los linfocitos T son una poderosa arma del sistema inmune, pero que en este caso presentan la particularidad de que atacan solo a un antígeno, el CD30, que es el que expresa las células tumorales del sistema. O, lo que es lo mismo, las propias células defensivas del paciente debidamente entrenadas reconocen al enemigo y lo atacan de forma selectiva..

«De esta forma permanece en el cuerpo del paciente un detector y eliminador de cualquier célula del linfoma que volviera a aparecer. En definitiva, es la modificación genética de los linfocitos T del mismo paciente para que estos ataquen las células cancerosas», destaca el hematólogo gallego.

La investigación y el ensayo clínico han sido financiados por la Fundación Josep Carreras, que ha aportado algo más de un millón de euros, y el Instituto de Salud Carlos III, que contribuyó con una cantidad similar dentro de su programa de ensayos clínicos de terapias independientes.