«Reniego del caballo que no relincha al ver la yegua». Este dicho todavía era popular en 1900, según decía entonces La Voz, cuando el poeta y articulista Carlos Peñaranda lamentaba en nuestro periódico los excesos de los tenorios callejeros. Aún quedaba un trecho hasta 1928, año en que el Gobierno propuso una reforma penal para sancionar los piropos, que levantó más polvareda que la actual ley del «solo sí es sí».
15 jun 2022 . Actualizado a las 05:00 h.
Para un oído exquisito como el de Carlos Peñaranda (1848-1908) el uso generalizado en su tiempo del piropo («una auténtica institución nacional como los toros», sostenía el vate sevillano en su artículo de La Voz)
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