«Detectamos mucha sintomatología depresiva en trabajadores de residencias de 18 a 25 años»

Juan Ventura Lado Alvela
j. v. lado REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

Dosil da clases en el Campus de Lugo de la USC
Dosil da clases en el Campus de Lugo de la USC ALBERTO LÓPEZ

Los mayores con menor contacto exterior acusaron menos la pandemia

13 jun 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

El psicólogo y profesor de la USC, Carlos Dosil Díaz (Santiago de Compostela, 1982), que preside la Asociación Galega do Sector da Dependencia (Agasede) es, junto a David Facal, uno de los autores de ResiCOVID-19. Este estudio, liderado por Sacramento Pinazo de la Universidad de Valencia y por Arturo Pereiro de la USC —que dirige la cátedra de la Cruz Roja—, se está traduciendo en varios artículos científicos que ayudan a entender qué ocurrió en las residencias de mayores durante la pandemia y qué se puede hacer para mejorar la vida de residentes y trabajadores.

—¿Cómo nace esta investigación?

—Vimos que el covid-19 estaba afectando de forma muy notable a las personas mayores y a las residencias en particular. Observamos que en los centros todos los cambios que hubo a nivel estructural y organizativo iban a afectar a los usuarios. Entonces, nos pusimos a analizar un poco cuáles eran esas variables que podían estar afectando con esos cambios. La intención era conocer el impacto que estaba teniendo el covid-19 en los aspectos cognitivos y funcionales de los mayores. A su vez, estudiamos el impacto en los trabajadores de estos centros y analizamos el efecto de la pandemia en su salud mental. Esos son los dos grandes núcleos de estudio.

—¿Qué metodología emplearon?

—En el caso de los residentes llevamos a cabo un estudio cuantitativo en el que participaron varias residencias de la Comunidad Valenciana y de Galicia. Ya se publicó un artículo en la revista Brain Sciencies y estamos ahora mismo a punto de publicar otro estudio multicentro y pendientes de otros dos que van a salir en la revista de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología. Después, a nivel cualitativo, en la Universidad de Valencia se entrevistó a los trabajadores de los centros.

—¿Qué afectación cognitiva detectaron entre los residentes?

—Es normal que exista un deterioro cognitivo porque son personas frágiles que por su propia edad y situación de salud van empeorando, pero los estudios nos indican que no hay unas diferencias significativas con fechas anteriores al confinamiento. Esto quiere decir que las personas mayores presentan una resiliencia que las ha hecho enfrentarse de una forma satisfactoria a las adversidades.

—¿Cuál fue el impacto social?

—A nivel social, aquellas personas que previamente a la pandemia mantenían un contacto: ya fuera telefónico, con mayor número de visitas... estos sí que han notado un empeoramiento cognitivo en relación a aquellos que no tenían ningún tipo de contacto.

—¿Cómo les ha afectado a su movilidad?

—A nivel funcional evaluamos los aspectos relacionados con la capacidad que tiene la persona para manejarse en su día a día: coger un vaso, atarse los zapatos... Utilizamos un cuestionario que evalúa estas capacidades y no observamos diferencias significativas respecto a las condiciones que habíamos medido antes de la pandemia. No hay un declive como el que cabría esperar. Sin embargo, los resultados nos indican que en la escala Tinetti, que evalúa aspectos motores más gruesos como puede ser caminar o girarse, sí que observamos un declive un poco más significativo.

—¿Qué efectos ha dejado la pandemia entre los trabajadores?

—Un gran número de trabajadores presenta sintomatología depresiva moderada tirando a grave, como pueden ser dolores de cabeza, nerviosismo continuo... Sin embargo, en cuanto al síndrome de burnout, o del trabajador quemado, nos encontramos con unos niveles medios. Esto nos lleva a pensar que los trabajadores a pesar de manifestar síntomas depresivos han desarrollado su función correctamente y es fuera del trabajo donde se sienten agobiados. Durante el tiempo que estaban en la residencia no mostraban esos signos porque estaban centrados en su labor. Dejaban para fuera esa sensación de estar quemados, lo que nos llamó la atención. Pero lo que está claro es que presentan una sintomatología depresiva bastante elevada. Y un aspecto muy importante, que se detectó en las entrevistas en Valencia y aquí en Galicia, es la falta de reconocimiento por parte de las instituciones y de la sociedad en general. Estaban muy valorados los trabajadores de los hospitales y demás y parece como si los de las residencias se encontrasen en un nivel inferior. Eso les provocaba insatisfacción con lo que estaban haciendo. Esperaban un poco más de reconocimiento y también manifestaban bastante cansancio emocional.

—¿Hay diferencias significativas entre unos grupos y otros?

—Hay una correlación entre edades inferiores, de 18 a 25 años, y la aparición de sintomatología depresiva. Es decir, los trabajadores más jóvenes disponían de menos estrategias para poder afrontar el estrés de la pandemia. Eso nos hace reflexionar sobre que debemos dotar a los trabajadores, y sobre todo a los más jóvenes, de formación específica para poder enfrentarse a nuevas pandemias o a situaciones similares.

«El covid nos ha hecho reflexionar sobre lo fuertes que son las personas mayores» 

«Esto es un reflejo de lo que ha pasado pero, sin duda, tenemos que plantear propuestas, instrumentos, para poder paliar y tratar de mejorar esta situación», apunta Carlos Dosil. «Es fundamental centrarnos más en la salud mental de los trabajadores, que vienen de dos años muy duros pensando día y noche en la residencia, con cuidados hasta la extenuación y eso pasa factura. Tanto las administraciones, como las universidades, como todas las empresas que prestan servicios de atención a la dependencia deben llevar a cabo programas para intentar mejorar la salud mental de los trabajadores», añade.

—¿Qué influencia tuvo en las residencias la información que llegaba desde el exterior?

—En las residencias en todo momento les hemos comentado a los usuarios lo que estaba pasando. Tampoco es muy difícil porque ponían la televisión y ya le entraba por los sentidos. Y la gran mayoría de los residentes entendieron perfectamente la enfermedad y fueron muy receptivos. En muchas ocasiones no lo digerían tan bien los familiares como los usuarios. Esto nos hace reflexionar sobre lo fuertes que son las personas mayores. Han vivido en épocas que han sido muy duras y eso las ha hecho estar preparadas para futuros eventos como la pandemia del covid. Una personas que ha lidiado con varias guerras si se le presenta una nueva va a tener mucha mejor adaptación. Y lo mismo ocurre con los trabajadores. Hemos encontrado que existe una relación realmente significativa entre la variante edad y la aparición de síntomas depresivos. También analizamos otras variables, como el puesto de trabajo, pero en ninguna encontramos esa correlación.