También se hace «patente» la «preocupación por la escasa presencia y participación de los jóvenes» en la Iglesia; se propone la familia como «ámbito prioritario de evangelización»; se propone institucionalizar y potenciar los ministerios laicales, y reforzar el diálogo con el resto de confesiones.
Al mismo tiempo, se propone potenciar una presencia cualificada de la Iglesia en el mundo rural, fomentar la pastoral con los mayores, prestar atención a la religiosidad popular «como cauce de evangelización en un mundo secularizado», e incrementar la atención a presos, enfermos o inmigrantes.
El documento también destaca la necesidad de una «conversión personal, comunitaria y pastoral» de la Iglesia; y de adoptar una actitud de «apertura y escucha». La palabra escucha ha sido una de las más subrayadas por los grupos sinodales. «Los cristianos no podemos vivir como si fuéramos una realidad social ajena a este mundo», ahondan.
Graves carencias en la formación de sacerdotes y laicos
Igualmente, se insiste en la formación, sobre la que reconocen «graves carencias», particularmente en los fieles laicos, pero «también en los sacerdotes». Por ello, de cara a la formación de los seminaristas, se pide profundizar en «la sinodalidad y en la corresponsabilidad» y «de la autoridad entendida no como poder, sino como servicio».
«Nos duele particularmente la falta de entusiasmo de una parte muy relevante de los sacerdotes de las distintas comunidades locales y nuestra falta de eficacia como comunidad a la hora de acompañarlos en la vivencia de su vocación. Una concreción de ello es lo que podemos llamar clericalismo bilateral, es decir, un exceso de protagonismo de los sacerdotes y un defecto en la responsabilidad de los laicos», subraya la CEE.
En este sentido, una de las principales críticas que aparece en las aportaciones de los grupos sinodales es el «autoritarismo» en la Iglesia, es decir, la autoridad entendida como poder y no como servicio, con sus consecuencias como el «clericalismo».
Respecto a los laicos, consideran imprescindible potenciar sus funciones dentro de la Iglesia así como presencia en el entramado social: asociaciones de vecinos, sindicatos, partidos políticos, economía, ciencia, política, trabajo y medios de comunicación, entre otros.
Repensar la homilía y adaptar el lenguaje
Asimismo, la Iglesia española propone reflexionar sobre la «adaptación de los lenguajes, de los ornamentos y de parte de los ritos que están más alejados del momento presente» y «repensar el papel de la homilía». En concreto, sugieren mejorar su «comprensión» y hacerla «más participativa y comunitaria».
«La liturgia, a pesar de su importancia como instrumento privilegiado de santificación, de conversión y de evangelización, así como de edificación de la comunidad, se vive de una forma fría, pasiva, ritualista, monótona, distante. Ello es así en gran medida por las carencias formativas sobre sus contenidos», reconoce la CEE en la síntesis.
El documento advierte también de «una clara fractura entre Iglesia y sociedad» porque reconocen que «es vista como una institución reaccionaria y poco propositiva, alejada del mundo de hoy», algo que achacan en parte a que la propia Iglesia «no sabe comunicar bien» todo lo que es.
«Esta imagen de la Iglesia nos duele --porque la amamos-- y, en cierto sentido, la sensación de que no llegamos a la sociedad y de que los prejuicios contra la Iglesia son insalvables nos conduce a un profundo desánimo», admiten.
Entre otras soluciones para «romper prejuicios y clichés» contra la Iglesia, la CEE plantea construir comunidades «acogedoras, cercanas e inclusivas» especialmente con las personas excluidas; y buscar una mayor presencia en los medios de comunicación generalistas y espacios virtuales.
doménico chiappe
Una vez recibido el encargo de realizar una «auditoría independiente sobre los abusos sexuales en el ámbito de la iglesia católica española», el abogado defensor Javier Cremades, presidente del despacho Cremades & Calvo Sotelo, se presenta. «Yo soy católico, miembro del Opus Dei y tengo pleno convencimiento de que la iglesia debe ir hasta el fondo, pedir perdón y rectificar en todo ello que sea necesario». Un acto inusual, revelar su fe en un Estado laico, pero necesario para apuntalar la transparencia que requiere el caso de víctimas de abusos y agresiones sexuales, muchas menores de edad, perpetrados por sacerdotes durante décadas. «Un tema doloroso», apunta Cremades, en una rueda de prensa en Madrid, junto al cardenal Juan José Omella, presidente de la Conferencia Episcopal española. La auditoría se realizará en el plazo de un año, y trabajarán en coordinación con el Defensor del Pueblo. «Vamos a ir hasta el final», ha subrayado el presidente de la firma legal.
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