La cara más salvaje de las islas Cíes

SOCIEDAD

Meira Paz

Para divisar punta do Cabalo y sus acantilados, en el extremo norte de las islas Cíes, hay que cruzar en barco el paso de Cabo Home o mirar desde las Ons. Más allá solo hay océano sin fin, el rayo verde y leyendas de piratas.

04 jun 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

La isla norte de las Cíes o de Monteagudo, en Vigo, es famosa por la playa paradisíaca de Rodas, considerada la mejor del mundo por el rotativo británico The Guardian. Sin embargo, su extremo norte tiene una cara oculta, una abrupta pared cortada por precipicios, acantilados y barrancos, que rematan en dos montes en forma de loma y que solo visibles cuando los pasajeros de los barcos pasan la boca de Cabo Home, frente a la costa de Cangas, y dejan atrás los polígonos de bateas y las aguas mansas de la ría de Vigo. El último tramo de tierra de las Cíes es punta do Cabalo, pura roca azotada por el viento y las olas que no hay que confundir con el turístico faro de punta Cabalo de la Illa de Arousa. Todo lo contrario. Dicen los más viejos que en punta Cabalo, en las noches de tormenta se ve hundirse un barco pirata.

Quienes han rodeado en barca la punta do Cabalo para recoger chapapote del Prestige han sentido el vértigo de navegar por el extremo más salvaje, brutal e inaccesible del Parque Natural de las Illas Atlánticas. Cerca están los peligrosos bajos y las piedras de Biduídos o Las Negras. Más allá, solo queda la enorme planicie del océano y sus espectaculares puestas de sol en el horizonte, donde algunos han divisado y fotografiado el mítico rayo verde que describió Julio Verne en una novela.

Los turistas que desembarcan en el muelle de Rodas, considerada la mejor del mundo por The Guardian, y caminan hacia el norte solo pueden llegar hasta al faro do Peito de Monteagudo, desde donde se ve Vigo. A partir de ahí el sendero se acaba, el viento azota y nadie se aventura a seguir, salvo los espeleólogos, porque todo son paredes rocosas y furnas marinas.

El extremo norte de las Cíes se puede observar desde el mar, si no está cubierto por la niebla, cuando se navega en paralelo en barco o desde algún mirador de las islas Ons. Emerge en medio del mar un brusco acantilado pelado con una pared de casi 200 metros de desnivel castigado por las olas, repleto de furnas y pedregales, y cortado en caprichosas y fantasmales figuras pétreas de tono gris.

La pendiente cortada del monte muere en una gran roca que los viejos marineros bautizaron como punta do Cabalo. Su entorno es prácticamente inaccesible. Es famosa la Cova dos Pesos, donde los espeleólogos sospechan que moran murciélagos. Cuenta la leyenda que allí naufragó un bergantín y regó la zona de un tesoro de onzas y doblones. Incluso los piratas ingleses Drake y Norris pagaron caro cruzar por estas aguas.

PITA

Desde lejos, esa mole de rocas de la cara norte de las Cíes estimula la imaginación de los viajeros de las lanchas turísticas que unen Vigo y las Ons en Semana Santa o en verano. Unos creen reconocer en las rocas azuladas por la lejanía el caparazón y la cabeza de una tortuga (punta do Cabalo), otros la cara de un gorila gigante e incluso el rostro y lomo de una esfinge egipcia. Es como ponerle rostro a las nubes. Pero los marineros que se aventuran a navegar cerca distinguen perfectamente el morro desafiante de un caballo.