—¿Cree que la guerra en Ucrania puede colarse en el festival de alguna manera?
—Eurovisión no es un festival político. Rusia está expulsada por la guerra, pero es inevitable que el concurso no se vea afectado por una invasión que está en las puertas de Europa.
—¿Eurofán se nace o se hace?
—Creo que se hace. Veía Eurovisión desde niña, pero para llegar a ser eurofán hay que documentarse y hay que vivir el festival todo el año.
—Durante la retransmisión, ¿os da tiempo para ir al baño o picotear algo, por ejemplo?
—Durante la gala en directo es muy difícil ir al baño. Y no cenamos nada, solo comemos un poquito antes o después. Con la emoción no tenemos hambre. Para los comentaristas, son tres horas superintensas.
—¿Y se cuida la voz de una manera especial?
—Intento dormir bastante bien y beber mucha agua, para estar hidratada. A las fiestas de Eurovisión procuro no ir porque se fuerza mucho la voz y es el instrumento de trabajo que tenemos. Si te quedas sin voz, ¿cómo voy a comentar?