Ayuso ante Feijoo: «No me importa lo de tonta, ida, incapaz, loca... donde sí pongo la línea es en la honra»

SOCIEDAD

El presidente en funciones de la Xunta, Alberto Núñez Feijoo, y la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso
El presidente en funciones de la Xunta, Alberto Núñez Feijoo, y la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso Iván Puente

La presidenta madrileña y Juanma Moreno exhiben talantes opuestos y alaban al nuevo líder del PP como «gestor venido a político»

02 may 2022 . Actualizado a las 15:32 h.

Aunque el tono de Mi casa la tuya es distendido por definición —y resulta evidente que Bertín Osborne se encuentra más cómodo con Feijoo, Ayuso y Moreno Bonilla que con el secretario general del Partido Comunista—, a nadie se le escapa que cualquier político aprovecharía dos horas largas de televisión en horario de máxima audiencia para colar sus mensajes. Y eso fue lo que hicieron el nuevo presidente del PP y, en su medida, los líderes en Madrid y Andalucía.

Feijoo aprovechó el enganche de Felipe González para incidir en su estrategia de marcar distancias entre el PSOE de siempre, un partido de Estado con peso institucional, y el actual liderado por Sánchez al que pinta como alguien capaz de todo por llegar y mantenerse en el poder.

Al mismo tiempo, fue salpicando el programa completo de referencias a sus principales bazas como futuro aspirante a la presidencia del Gobierno: la mesura, la reflexividad y, sobre todo, la experiencia de gestión. «El primer y único hijo lo he tenido a los 55 años, para que veas que me tomo las cosas con tranquilidad», bromeó con Bertín, al que le une una relación de cercanía desde que —al igual que a Julio Iglesias— le dedicaron un sello cuando el todavía presidente gallego en funciones estaba al frente de Correos.

De esa época, en la que desde la Administración —algo que no tenía experimentado antes— «había que competir con Seur, con DHL, con FedEx... para pagar 20.000 millones (de pesetas) en nóminas» extrajo un conocimiento muy diferente habitual al de «gastar dinero» que domina la gestión política. Pero puso el acento sobre todo en la etapa anterior, la del Insalud. Fraga quería que diese el salto ya a conselleiro de Sanidade, pero Romay le pidió que se fuese con él al ministerio y no supo —probablemente tampoco quería ni podía— decirle que no. Y ahí cree que fue donde, al margen de la Xunta luego de regreso, cimentó su trayectoria. Considera que es en el campo sanitario donde más claramente se ven las capacidades y las carencias de un cargo público. El que está ahí «a lo mejor no es buen político, pero de gestión sabe, porque la sanidad solo es noticia si la noticia es mala», ejemplificó.

Aparte de los rivales y de su propia carrera, también tuvo ocasión de mirar hacia dentro del Partido Popular. Se remontó a la salida de Fraga de la Xunta para lanzar un dardo con efectos retroactivos, porque recordó que cuando el fundador del PP se fue a un pequeño despacho en el Parlamento de Galicia el amplio grupo de personas que orbitaban a su alrededor «desapareció de repente». Pero se centró en la abrupta ruptura de Casado, cuyo nombre no pronunció nadie en las prácticamente dos horas y media de programa. Feijoo defendió que por más que antes se lo pidiese mucha gente, incluido Julio Iglesias, «que sigue muchísimo la política española y se lee todos los editoriales de los periódicos» y el propio Bertín Osborne, no era el momento. Cuando se presentaron Soraya Sáez de Santamaría, María Dolores de Cospedal y Pablo Casado, justo después de las autonómicas, «no podía hacer la maleta en 15 días y marcharme». Recordó su compromiso con la comunidad, que para nada entiende que se haya roto porque «trabajar por España es trabajar también por Galicia».

Sin embargo ahora, cuando todos los barones autonómicos bramaban porque veían como se desangraba el partido, no le quedó otra. Que los asuntos internos se estuviesen ventilando con «ruedas de prensa en prime time» suponía que pensasen: «hemos perdido el control del partido, hemos perdido el horizonte», porque «puedes discutir en casa, lo que no puedes es radiar la conversación en el vecindario», sentencia Feijoo, que no quiso entrar en profundidad en el cisma Casado-Ayuso a cuenta de las comisiones del hermano de la presidenta, pero sí se posicionó claramente del lado de la madrileña. Destacó que cuando estás en una responsabilidad como la que comparten ambos, y más con el estrés de la pandemia, de las cuestiones más específicas de los contratos «ni te enteras, ni las conoces» y hay «miles de filtros» en la Administración por lo que resulta «ridículo» pensar que se ejecutan de manera irregular por directrices políticas.

Por eso durante la conversación que compartieron los cuatro durante el almuerzo, laudatoria entre todos ellos como cabía esperar entre compañeros de partido, salieron bastantes referencias al coste personal que tiene la exposición pública. A Feijoo lo que más le cuesta es la «pérdida de la intimidad» y los ataques que puedan sufrir su hermana o su pareja con «insidias, calumnias...» porque «sabes que por el hecho de ser familiares tuyas van a ir a por ellas». Ayuso, en la misma línea, dijo: «Nos queda la honra. ¿Si te quitan eso qué queda?» se preguntó de manera retórica para dejar claro que no le molesta tanto que la traten de «tonta, ida, incapaz, loca...». que la ridiculicen por «llevar la cuenta de un perro» o que la vean como una marioneta de su jefe de gabinete. Lo que le produce indignación es tener que soportar, al igual que al alcalde de Madrid, las acusaciones de corrupción.

A Feijoo, por supuesto, le dedicaron calificativos halagadores. Juanma Moreno destacó ese «cierto magnetismo» que le permite integrar sensibilidades muy distintas y lo calificó como «un gestor venido a político». A Ayuso, en cambio, le llama la atención «ese liderazgo que no es en base a las broncas ni las imposiciones». Y aparte de las referencias al nuevo líder, los dos principales activos autonómicos del PP dejaron bien a la vista esas dos almas del partido ilustradas por su propio carácter, cuando Bertín les preguntó si se iban de cañas con alguien de la oposición. Moreno Bonilla dijo que sí, que tiene «una relación fluida y cordial», pero Ayuso fue tajante: «Yo no». Por un lado cree que «puede haber buenos políticos en todos los partidos», pero de otros entiende que quieren nada menos que «la destrucción completa del país. Yo con esos no pierdo el tiempo».

Feijoo, en cambio acabó con una advertencia, la de que nunca la perdonaría a un compañero «que esté en el partido para lucrarse» y una promesa: «una frase de Václav Havel, el primer ministro checo, que dijo: ‘no estoy aquí para mentiros». Por eso asegura: «Si no puedo decir toda la verdad no la diré, pero mentir nunca».