Galicia tiene la tasa de letalidad más baja de España entre mayores de 60

j. v. lado REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

ALBERTO LÓPEZ

El exceso de mortalidad cada vez se acerca más a la atribuida al virus

03 abr 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

La nueva metodología que consensuaron las comunidades y el Ministerio de Sanidad para seguir la evolución de la pandemia del coronavirus, que se centra en las personas mayores y vulnerables más que en los datos de contagios generales, revela alguna información significativa sobre el impacto que ha tenido el covid-19 a lo largo de los últimos dos años y cómo ha afectado de manera diferenciada en unas comunidades y otras. Basta ver la gráfica de evolución de la letalidad —es decir el número de personas que fallecen de entre las que se contagian— para observar cómo, a pesar de sus altibajos, marca una trayectoria descendente entre el mes de diciembre del 2020 y la semana pasada. Esto indica que las vacunas, la inmunidad que ha generado la población a través del contagio y también la evolución de los tratamientos y de las técnicas médicas para atender a los pacientes han ido cambiando hasta el punto de que hoy son una parte ínfima los infectados que mueren frente a lo que ocurría cuando se empezaron a detectar los primeros casos en España.

Evolución de los contagios y fallecimientos entre los mayores de 60 años

La Voz

Si se atiende concretamente a Galicia y a la población mayor de 60 años, que es en la que se centran estos análisis de la Red Nacional de Vigilancia Epidemiológica (SiViEs), han muerto con diagnóstico de covid positivo —lo que no implica que la causa efectiva del deceso fuese otra— el 2,8 % de los contagiados. Es la cifra más baja de toda España, a la que solo se acercan los datos de Canarias, Cantabria y Baleares (entre el 3 y el 3,3 %), cuando la media española está en el 4,8 %, la tasa de Madrid en el 6,1 y la de Castilla-La Mancha en el 7,3 %, lo que da cuenta de la sangría que supuso allí, sobre todo la primera ola, en las residencias.

En cuanto a la mortalidad entre la población general, que indica el número de fallecidos por millón de habitantes al margen de los casos de covid que hubiese en cada comunidad, Galicia se encuentra en la media nacional. Registró 30,62 óbitos por millón, frente a los 31,66 del conjunto de España; los 107,59 del País Vasco, la autonomía más castigada, y los 14,30 de Madrid, que tiene la cifra más baja.

La incidencia que sigue teniendo el virus en todos los grupos poblacionales, sin tener en cuenta las pruebas específicas que ya solo se le hacen a los mayores y las personas vulnerables, ahora se estima a través de lo que se conoce como componente sindrómico del Sistema de Vigilancia de Infección Respiratoria Aguda (IRAs), como ocurre con la gripe o con otras enfermedades transmisibles. Esto significa que se obtienen de manera automática los casos en los que los médicos de primaria consignan síntomas compatibles con el covid-19. Y de esos datos se desprende que, en general, la epidemia está estancada en su evolución, pero con una prevalencia mucho mayor entre los niños de 0 a 4 años, para los que todavía no hay vacunas, que casi cuadriplican la incidencia media.

Otro de los elementos de análisis que introduce un matiz significativo es el informe de situación que elabora cada semana el Centro Nacional de Epidemiología (Instituto Carlos III). En su último documento, refleja que ha recibido en su sistema de notificación 11,5 millones de positivos por covid, 510.920 hospitalizaciones y 102.319 defunciones desde el inicio de la pandemia. Sin embargo, su sistema de monitorización de la mortalidad diaria (MoMo) indica que desde el 10 de marzo del 2020 se ha producido un exceso de 103.248 fallecimientos por todas las causas respecto a lo que cabría esperar atendiendo a la media de años anteriores. Evidentemente, sigue existiendo un desfase entre las muertes a mayores y las efectivamente atribuidas al coronavirus porque se trata de un millar de decesos más y los períodos contabilizados no coinciden exactamente. Pero las divergencias ya no son tantas como las que se daban hace unos meses, que desataron críticas furibundas sobre el sistema español de vigilancia de la enfermedad del covid-19.

Crece la presión para llegar a Semana Santa sin mascarilla en interiores

Los técnicos quieren esperar todavía un poco y los políticos quitarla ya. Así se podría resumir con trazo muy grueso el debate sobre el fin de la mascarilla en interiores cuya obligatoriedad desapareció ayer, por ejemplo, en los comercios de Alemania.

El diputado de Vox Juan Luis Steegmann defendió la necesidad de eliminar el uso obligatorio de las mascarillas en todos los ámbitos menos en los centros sanitarios, y señaló que «lo que precisan los españoles son recomendaciones» para que «adopten sus propias decisiones con libertad».

El portavoz de Ciudadanos en el Congreso, Edmundo Bal, quiere que el Gobierno concrete fecha, pues ya se trata de una medida «injustificada» que espera que termine para «lanzar una señal de optimismo al turismo» en vísperas de la Semana Santa.

El debate se ha acelerado también en las comunidades autónomas, como en Cataluña, donde el consejero de Salud de la Generalitat, Josep Maria Argimon, aseguró el pasado jueves que «apretará» de nuevo al Ministerio de Sanidad para retirar ya las mascarillas dentro de las aulas escolares, y no descartó aplicar esta medida en Cataluña sin el consenso del Gobierno central.

Con menos vehemencia, el consejero de Salud de Andalucía, Jesús Aguirre, se mostró partidario de retirar las mascarillas en las aulas escolares después de la Semana Santa, dado que la incidencia acumulada en las edades de la franja escolar es baja. Ahí, en el entorno de la Semana Santa, parece estar la fecha, aunque el asunto saldrá a relucir, sin duda, en la reunión presencial de los consejeros de Sanidad que se celebra el miércoles en Toledo.

La ministra de Sanidad, Carolina Darias, volvió a contestar ayer con un lacónico «estamos más cerca», porque o bien no ha tomado la decisión —que en realidad le corresponde al Gobierno—, o quiere escuchar el miércoles a las comunidades dentro de lo que siempre denomina una apuesta por la cogobernanza. Pero la realidad es que todavía no hay consenso absoluto ni entre los políticos ni entre los técnicos. La ponencia de alertas, cuyo dictamen Darias dice esperar, maneja las fechas del 12-13 de abril, pero algunos de su miembros la ven precipitada.

Las personas con asma alérgica corren menos riesgo de sufrir covid grave

Investigadores de la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill (Estados Unidos) han revelado las razones biológicas de cómo se produce la progresión del covid-19 y por qué una determinada población de pacientes con asma es menos susceptible de padecer enfermedad grave.

La gran mayoría de las personas infectadas con la variante ómicron del SARS-CoV-2 experimentan síntomas leves parecidos a los del resfriado, síntomas moderados parecidos a los de la gripe o ningún síntoma en absoluto, pero el virus es tan transmisible que aún se propaga profundamente en el tejido pulmonar para causar enfermedad grave e incluso muerte.

Esta investigación, publicada en la revista científica Proceedings of the National Academy of Sciences, ilustra la importancia de una conocida citoquina llamada interleucina-13 (IL-13) en la protección de las células contra el covid-19, lo que ayuda a explicar el misterio de por qué las personas con asma alérgica se defienden mejor que la población general a pesar de padecer una enfermedad pulmonar crónica.

No puede decirse lo mismo de los individuos con otras enfermedades, como la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) o el enfisema, que tienen un riesgo muy alto de padecer covid-19 grave.

«Sabíamos que tenía que haber una razón biomecánica por la que las personas con asma alérgica parecían estar más protegidas frente a la enfermedad grave. Nuestro equipo de investigación descubrió una serie de cambios celulares significativos que desempeñan un papel único en la defensa contra la infección», explica la autora principal del trabajo, Camille Ehre.