Durante estos dos años que la soberana lleva en el castillo ha vivido uno de los momentos más duros de su vida, la pérdida de su marido en abril del año pasado. Esta puede ser otra de las razones que la hayan llevado a abandonar Buckingham para siempre, ya que Felipe de Edimburgo está enterrado en la Bóveda Real de la capilla de San Jorge, en el propio Windsor. Así, sería una forma simbólica de permanecer a su lado. Para más inri, Buckingham se encuentra en plena remodelación, algo que, dadas las dimensiones del palacio, no tendría que ser un problema, pero que también podría haber animado a la reina a tomar esta decisión.
El castillo de Windsor está en el condado de Berkshire, supera las cinco hectáreas y es el más antiguo del mundo de los que están habitados. Entre sus muros descansan, además de los restos de Felipe de Edimburgo, los de la reina madre y los del padre de Isabel II, el rey Jorge VI. El príncipe Andrés vive en la residencia de Royal Lodge, dentro de la finca de Windsor y el príncipe Eduardo lo hace a pocos kilómetros, en Bagshot Park, por lo que también tendrá cerca a sus hijos. Así las cosas, cabe esperar que los próximos inquilinos del palacio de Buckingham sean el príncipe Carlos y Camilla de Cornualles. No en vano, los últimos movimientos de la monarca han ido destinados a dar más protagonismo a su hijo y a su mujer que, tal como Isabel II ha establecido, será reina consorte sin haber utilizado el título de princesa de Gales.