Robert de Niro: «Estos chefs crean algo increíble»

Doménico Chiappe MADRID / COLPISA

SOCIEDAD

El actor estadounidense Robert De Niro (sentado) posa  junto a los chefs encargados de preparar un menú especial para él en el hotel Mandarín Oriental Ritz de Madrid
El actor estadounidense Robert De Niro (sentado) posa junto a los chefs encargados de preparar un menú especial para él en el hotel Mandarín Oriental Ritz de Madrid Madrid Fusión

El actor llega a España solo para degustar la comida preparada para él por cinco grandes chefs, gracias a Madrid Fusión

02 mar 2022 . Actualizado a las 11:02 h.

Cuando Robert De Niro posa con los chefs, con los que parece haber amistado con el lenguaje silencioso de la mesa, dice -en español- «comida», en vez de cheers. El actor, ganador dos veces de un Oscar, está en Madrid en un viaje privado sólo con un propósito: comer el menú preparado exclusivamente para él por cinco de los chef más prestigiosos del mundo. Nunca tantos grandes cocineros juntos habían servido en un restaurante más pequeño, de quita y pon en la suite real del Hotel Mandarín Oriental Ritz. Todo por empeño de Madrid Fusión, que hace unos meses invitó a De Niro a este «menú impagable» que se hizo efectivo ayer.

Todo comienza a las 15 horas pero el hielo se rompe una hora más tarde, cuando llega el momento de los platos fuertes. Después de las angulas con lágrimas de guisantes, y con los chefs en un grado extremo de comunión en un espacio mínimo de cocina y barra, justo al lado de la mesa en la que De Niro y su pareja Tiffany Chen comen. A esa hora ambos se levantan y rompen la cuarta pared que les separa de Quique Dacosta, Mauro Colagreco, Joan Roca y Martín Berasategui. Falta José Andrés, capaz de dejarlo todo por el llamado humanitario. Está con su ONG, World Central Kitchen, en la frontera de Polonia y Ucrania, sirviendo comida a los refugiados. Pero para De Niro están sus platos, como las angulas, preparadas a cargo de su segundo al mando, Carles Tejedor.

De Niro y Chen se acercan para observar cómo Berasategui hace emulsionar las cocochas. Él, vestido de traje negro y polo gris, mira con atención. Habla poco, también en la mesa. El entusiasmo y las preguntas corren por cuenta de ella. Berasategui les cuenta el secreto de hacer que esa parte del pescado libere la «limosidad». De Niro mira muy serio y asiente. «A fuego lento será la cocción», insiste el chef. «Les haré esperar unos cinco minutos».

-¡Sí, claro!, acepta ya sonreído el célebre intérprete de películas como Taxi Driver o Toro salvaje. Faltaba más. Se la está pasando bien. Bebe poco pero disfruta del maridaje de cosechas míticas de Tondonia 1964 y Vega Sicilia 1989, aunque no deja que las botellas reposen en la mesa. Suena John Coltrane. «Si no le gustara no sería de este planeta», dice Dacosta. Muy atento está también Joan Roca, silencioso tras sus gafas. Hay buenas señales. De Niro no se levanta ni siquiera para ir al baño. Cuando termina la merluza, evita que le retiren el plato. Aprovecha con pan la última gota de salsa. Quince minutos después De Niro sigue «mojando pan». En general, poco o nada queda en los platos.

Berasategui se asoma desde la barra. De Niro y él intercambian la seña de identidad del cocinero, el puño cerrado. ¡Garrote! «Mi mejor día como cocinero», dice Berasategui, chocando las palmas con sus compañeros.

Entorno íntimo

Acaba el disco de jazz y le preguntan a la pareja qué quieren escuchar. Piden algo español. Suena Rosalía. Se creó un «entorno íntimo», define Benjamín Lana, director de Madrid Fusión, donde los mismos chefs sirven sus platos, los comentan con ellos, responden preguntas, muestran el producto crudo. De Niro parece, tras la mesa negra con sus canas blancas y su sonrisa archiconocida, un padrino encantado. «Hemos cocinado como sabemos, con la representación de nuestros territorios y nuestra creatividad», señala Dacosta, en la rueda de prensa posterior. Llegan los postres. Triunfa Roca con su dulce que exhala un suave olor de oveja. «Es una ida de olla total pero les ha gustado», dice al regresar de servirlo. «Los que admiramos a De Niro nos hemos dado cuenta que es una persona muy cercana e interesada por la gastronomía», retrata Roca. Esa amistad que nace entre el que come y quien prepara los platos, animal a la vez que maternal, se extiende al intercambio de contactos. El actor departe un poco con los chefs. «¿Cuánto costaría esta comida? No puedes ponerle precio», dice De Niro. «Es más que venir a comer. Estos chefs crean algo increíble. Es una experiencia impagable con dinero. A todo el que me pregunte le diré que tiene que venir». Y bromea: «¿Cuándo es la próxima cita?».