La actriz y presentadora abre su corazón en la primera entrevista en televisión desde la muerte de su hijo Álex
22 feb 2022 . Actualizado a las 12:12 h.Ana Obregón se ha sincerado en varias ocasiones a lo largo de estos casi dos años desde la prematura muerte de su hijo Álex Lequio. En Instagram, en entrevistas en revistas, pero nunca lo había hecho en televisión, mostrando su dolor descarnado, el duro trance de una madre al perder a su único hijo víctima de un cáncer. Lo hace en Telecinco, en la vuelta de Mi casa es la tuya, junto a Bertín Osborne. Será a las diez de la noche de este lunes.
Se trata de una entrevista cargada de emoción, de pena, de lágrimas, de sinceridad, de furia,... en la que ninguno de los dos puede evitar romperse. Ana Obregón por desnudar su infierno ante las cámaras y Bertín Osborne al ver a su amiga, con la que además tuvo un breve romance en el pasado, rota de dolor y al recordar la pérdida que sufrió al morir su primer hijo al poco de nacer.
«Cogimos un apartamento [en Barcelona] y yo dormía todas las noches con él. No dormía, porque cada dos horas había que pedir morfina. Entonces lo que hacía era que me iba al apartamento me duchaba, dormía una o dos horas y volvía. Porque Álex siempre me quería tener cerca porque le daba seguridad», dice antes de romperse. «Vaya mierda Bertín, ¡cómo sufrió!», añade mientras se abraza al cantante y presentador. «Se estará enfadando conmigo por verme llorar, lo siento Álex, seguro que se está enfadando. Sufrió mucho Bertín», decía entre lágrimas.
«Tiene que estar muy orgulloso de la madre que tiene», le intenta reconfortar Bertín. «Y después decía unas cosas... Estábamos su padre y yo juntos y dice: "Merece la pena estar aquí por veros a los dos juntos"», mientras se funde en un abrazo con Osborne.
«Ya pasamos este trago y te cuento todo rápido», continúa Ana Obregón desde un sofá al aire libre. «Al final yo sigo sin tirar la toalla, Alessandro no se movía del hospital, le pusimos otro colchón en el suelo, yo dormía en una especie de sofá», recuerda asegurando que confiaban en que el tratamiento estaba surtiendo efecto. «Esto va bien, va bien... Y yo me maquillaba, me iba al hospital desde el apartamento arreglada. Hasta me compré unas cosas online en Zara para que me viera bien, porque me había ido con dos mierdas en la maleta», rememora rota de dolor.
«Un día que no se me olvidará, era un puto lunes, era un lunes por si queréis cambiarlo (refiriéndose a editar la entrevista y eliminar esa parte), estaba duchándome y me llamó Alessandro, porque mucha gente ha dicho que nosotros lo sabíamos ¡no sabíamos nada! 48 horas, vamos a sedarlo para que no sufra. Era un lunes y así fue», dice casi sin poder articular palabra recordando los últimos días de vida de su único hijo.
En otro avance de la entrevista, Obregón asegura que «he sido fuerte cuando mi hijo me necesitaba, ahora no». «¿Hubo algún momento en el que pensaste que no lo conseguirías?», le pregunta Bertín Osborne. «¡Bertín, yo me perdono la vida todos los días!», asegura Ana Obregón destrozada. «Eso es muy duro», responde abrazándola de nuevo. «¡Pero lo que es, es!», resume Obregón.
«Quizás es la entrevista más difícil de mi vida», reconoce Ana Obregón en otro avance del programa de esta noche en Telecinco en la que se la ve en una playa esperando a Bertín Osborne. El programa se emite a partir de las 22.00 horas.
No es la primera vez que Ana Obregón es la protagonista del programa de Bertín Osborne. Ya participó con su hijo Álex en la primera versión del programa, En la tuya o en la mía, que se emitía en La 1 en el 2016. «Mi madre es para mí un ejemplo a seguir, como una amiga más, sale con nosotros, se viene a cenar con nosotros. Es una crac, tenemos nuestros pequeños contratiempos, aunque siempre ejerce de mi madre», añadía.
«Sé que he tardado casi dos años desde que se fue mi niño en reunir las fuerzas para hacer una entrevista en televisión. Y he elegido para hacerlo a un buen amigo desde hace más de 30 años, al que tengo mucho cariño por su empatía y gran corazón. Si pensáis que vais a ver una entrevista de dos famosos os equivocáis», escribía Ana Obregón en su cuenta de Instagram junto a una fotografía con Bertín Osborne.
«Vais a ver y escuchar una conversación entre el corazón roto de una madre y el corazón generoso de un amigo. Gracias @bertinosborne por sujetarme la mano con tanto amor todo el rato», añadía.
Además aseguró que el caché que ha cobrado por esta entrevista en Telecinco irá destinado «a la Fundación Aless Lequio para investigar el cáncer. Jamás me lucraría con mi dolor», aseguraba.
El prematuro adiós de Álex Lequio a los 27 años
Ana Obregón paró su vida en seco en marzo del 2018, cuando lo dejó todo para acompañar a su hijo en los momentos más difíciles de su corta vida. Un dolor de espalda muy intenso fue el detonante que dio a los médicos la primera pista de un diagnóstico aterrador siempre, pero más si cabe en una persona joven: tenía cáncer, en concreto una sarcoma de Ewing. Ana Obregón y Alessandro Lequio viajaron junto a su hijo a Nueva York para que allí se sometiese a un tratamiento contra la enfermedad. Ana no se separó de él en ningún momento, y no lo haría hasta el fatídico 13 de mayo del 2020 en el que tuvo que enfrentarse al peor momento de unos padres: enterrar a su hijo.
Al principio las informaciones sobre la enfermedad eran pocas y confusas, pero una vez que pasaron los meses y todo parecía ir bien, Ana Obregón y su hijo concedieron varias entrevistas en las que hablaban abiertamente del cáncer. «Cuando el médico me dice "su hijo tiene un tumor", es como si se hubiera bajado de repente el telón de mi vida», explicaba en ¡Hola!. «Me pasé toda la noche llorando sentada al lado de mi hijo dormido», aseguraba. Y tres días después se confirmaba el fatal diagnóstico: «Era maligno y, además, de un tipo del que había muy pocos casos en el mundo. Desde ese momento supe que yo ya no podía desmoronarme». La bióloga y presentadora fue muy clara en cómo habían afrontado la enfermedad: «Mi hijo llegó a preguntarme si se iba a morir», confesaba en Volverte a ver, el programa que presenta Carlos Sobera en Telecinco.
El propio Álex Lequio reaparecía en público mostrando abiertamente las secuelas que el cáncer había dejado en él. «No hay que dramatizar», aseguraba. «El cáncer no es sinónimo de fatalismo y muerte, sino al revés: es sinónimo de vida», añadía. «Esta es una enfermedad en la que lo que queda es tomarte cada día como si fuera el último y esperar lo mejor posible», declaraba. «A mí, mirarme al espejo y parecer un reptil me hace gracia. Pero entiendo que haya gente que igual ese cambio físico le pueda impactar», afirmaba.
Todo parecía ir bien, incluso Ana Obregón «se permitió» participar en la edición de MasterChef Celebrity en La 1, pero llegó una recaída. Y los siguientes meses fueron una auténtica tortura para la familia. Se trasladaron antes de decretarse el estado de alarma a Barcelona para probar un nuevo tratamiento experimental, pero finalmente no surtió efecto y murió dejando totalmente desconsolados a sus familiares y amigos.
Tras la triste despedida, a la que las restricciones del confinamiento por el covid-19 añadieron si cabe más dolor ya que estuvieron prácticamente solos en el cementerio, Ana Obregón se encerró para vivir un luto que solo abandonaba fugazmente a través de sus post en la su cuenta de Instagram, que convirtió en una forma de comunicarse con sus seguidores y honrar a tu hijo.
Los tres primeros meses apenas podía salir de la cama e incluso pasaron por su mente las ganas de quitarse la vida. «Ya sé que no me quiero ir. Que ya es importante. ¿Y sabes por qué no me quiero ir? Porque quiero hacer cosas, cosas que Álex quería hacer y no pudo terminar. Quiero seguir su legado», afirmaba en noviembre del 2018. «Nunca le mentí, menos al final. Él tampoco preguntaba. Los tres últimos meses de ingreso en el hospital han sido una crueldad que no se puede explicar. Terribles», rememora.
El paso del tiempo fue curando sus heridas, y finalmente regresó para dar las Campanadas y enviar un mensaje de aliento y cariño a toda España junto a Anne Igartiburu. Este año iba a repetir, pero el covid-19 truncó sus planes y tuvo que confinarse.
«Cuando pierdes a un ser querido se llama duelo, pero cuando pierdes a un hijo es un infierno», afirmaba en otra entrevista el pasado verano, tras la muerte de su madre. «El verano pasado fue horrible y este, horrible multiplicado por dos, porque aquí estoy, cuidando de mi padre y animándolo y, la verdad, yo no estoy para animar a nadie, estoy más para que me animen a mí. Me está costando la vida», asegura. A corazón abierto, Obregón explica que «he aprendido dos cosas: una, que antes vivía con miedo. Ya no tengo miedo a morirme, es más, si me muero mañana, estaré feliz. Otra es que soy libre por primera vez. A mí ya no me puede pasar ya nada más. Así que soy libre, he conocido la verdadera libertad», reconocía. Durante meses, solo salió de su encierro para acudir como investigadora invitada a Mask Singer y participar en Telepasión. Hace unas semanas confirmaba su fichaje como miembro del panel de investigadores del programa de máscaras, lo que supondrá su vuelta a la televisión de manera continuada.