La gala de la final del Benidorm Fest respondió a lo que se espera de un espectáculo de este tipo y de estas dimensiones. Hay que agradecer la agilidad impuesta por TVE en su desarrollo, favorecida por el descomunal despliegue técnico habilitado para realizar este festival y esta retransmisión. Comenzó con una novedad, una actuación previa a la de los ocho concursantes. Fue a cargo de Pastora Soler, representante de España en Eurovisión en el 2012. A partir de ese momento arrancó el carrusel. Rayden rompió el hielo y de qué manera. Su Calle de la Llorería es arrebatadoramente pegadizo. Claro que no lo es menos el Raffaella de Varry Brava, que sucedió al Terra de Tanxugueiras. La intensidad del ambiente no hizo sino caldearse con la presencia de Chanel, una artista que había ido de menos a más en las apuestas durante el festival.
Fue después el turno de la deseada Rigoberta Bandini que calcó su actuación de las semifinales. Gonzalo Hermida tuvo de nuevo que conformarse con la proyección del vídeo de su canción al no haber superado el covid. La voz inmaculada de Blanca Paloma fue la que cerró la gala antes de dar paso a unas votaciones a las que, desde luego, no va a ser ajena la polémica.