Galicia incubará fármacos anticáncer con un menor coste y en menos tiempo

Raúl Romar García
r. romar REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

PACO RODRÍGUEZ

El consorcio Cáncer Innova acelerará el proceso hasta en un 70 % gracias a una iniciativa pionera en España de colaboración conjunta entra la industria farmacéutica y la investigación pública

29 ene 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

¿Y ahora qué? Es la pregunta que se hizo Manuel Collado, director del grupo de Células Madre en Cáncer y Envejecimiento del Idis de Santiago. Su equipo había descubierto a partir de la investigación básica que un fármaco utilizado desde hace años para el corazón podía matar de forma selectiva las células senescentes, aquellas que se quedan en un estado zombi después de un tratamiento de quimioterapia pero que con el tiempo pueden reproducir el tumor y volverlo más agresivo.

Hizo lo habitual: publicar el hallazgo en una publicación científica. Se genera así conocimiento que puede alimentar a otros grupos, pero lo más probable es que su investigación, como tantas otras, se hubiese quedado en un cajón, cuando podía tener una aplicación directa en beneficio de los pacientes. Solo que para desarrollarla es necesaria una inversión elevada con un riesgo muy alto que muy pocas empresas están dispuestas a asumir y financiar.

«Es el valle de la muerte en el que los inversores apenas quieren invertir», resume de forma gráfica Ramón Reyes, presidente de la Asociación Española contra el cáncer. Es un vacío, que supone una pérdida muy importante de potenciales terapias en beneficio de los pacientes, que ahora intenta llenar el proyecto Cáncer Innova, un consorcio impulsado por la Fundación Kaertor, liderado por Mabel Loza y Ángel Carracedo, y la Asociación Española contra el Cáncer en colaboración con las compañías farmacéuticas Janssen y Lilly, que cuenta con el apoyo de la Xunta a través de la Axencia Galega de Innovación y que arranca al amparo de la Business Factory Medicines de Galicia.

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Se trata de una iniciativa público-privada absolutamente pionera en España y buena parte de Europa que permite trasladar al paciente oncológico la investigación básica surgida en los laboratorios de cualquier parte del mundo, previamente seleccionados por su mayor impacto en el paciente y opciones de éxito.Es una colaboración conjunta con un enfoque orientado práctico dirigido al descubrimiento temprano de fármacos y su posterior aceleración que permite reducir hasta en un 70 % los costes y, sobre todo, el tiempo desde que se concibe una terapia hasta que llega al paciente. Lo que se busca también es cubrir aquellas necesidades clínicas que no están cubiertos por los medicamentos actuales.

Es un modelo que sigue la iniciativa I2D2 impulsada en el 2017 entre la Fundación Kaertor y Janssen que ha permitido desarrollar tres proyectos para el alzhéimer, párkinson y cáncer hepático y que ahora se enfoca hacia el cáncer con nuevos socios, como la multinacional farmacéutica Lilly y la Asociación Española contra el Cáncer. En esta primera convocatoria, aparte del proyecto de Manuel Collado que se llevará a cabo íntegramente en Galicia, se han seleccionado otros cuatro. Uno promovido por la empresa vasca Quimatrix para el gliobastoma; otro del Instituto Hospital del Mar de Barcelona, que aspira a obtener fármacos orales para el tratamiento de un amplio rango de pacientes oncológicos, y otros dos de las universidades de Gante (Bélgica) y Turín (Italia). Fueron los seleccionados de un total de 110 propuestas presentadas de ocho países, de los que los tres primeros se presentaron este viernes en Santiago. 

El objetivo último es llegar a una prueba de concepto. Es decir, contar con un fármaco lo suficientemente probado y validado como para despertar el interés de las farmacéuticas para poder llevarlo a ensayos clínicos en humanos con garantías de éxito.

Esta fase preclínica, que también incluye las pruebas en cultivos celulares y en animales y los resultados de seguridad y eficacia de las moléculas candidatas, así como los estudios pedidos por las agencias reguladoras del medicamento, suele prolongarse cinco años, a los que hay que añadir otros dos para el desarrollo de la prueba de concepto. Pero lo que se propone ahora, con la colaboración de la industria, es reducir este plazo a tres años, incluso menos. De hecho, en los proyectos anteriores el tiempo, al igual que los costes, se redujo hasta en un 70 %.

Luego, si el fármaco es respaldado por las multinacionales o por empresas creadas específicamente para desarrollarlos vendrían los ensayos clínicos en humanos. En total, todo el proceso supone un período de entre 10 y 12 años de media, que también podría acortarse.

«Es una nueva forma de orientar la investigación para acortar el tiempo de llegada de los nuevos fármacos a los pacientes», explica Mabel Loza, codirectora de la Fundación Kaertor, que advierte de un aspecto no menos importante que es lo que distingue al consorcio público-privado. «Las farmacéuticas que participan ponen el dinero sin recibir a cambio ninguna propiedad sobre los derechos de la investigación. No reciben propiedad alguna -apunta- más allá de negociar una opción de compra a precio de mercado. Es algo que me decían que aquí en España nunca se iba a poder hacer, pero se ha hecho. Los derechos son de los investigadores, lo que revertirá en beneficios para la ciencia española”.

Es una colaboración que ha funcionado, como puso de manifiesto el director general de Janssen Ibérica, Luis Díaz Rubio, que lleva colaborando con Kaertor desde el 2017 con la iniciativa I2D2. «Reafirmamos nuestro compromiso con el proyecto Cáncer Innova y esperamos seguir siendo compañeros de viaje, porque tenemos mucho que aportar, pero también mucho que aprender», dijo.

En una línea semejante se expresó Javier Elena, director de Lilly para España, Grecia y Portugal. «Esperamos -señaló- celebrar muy pronto el éxito de nuestros proyectos».

Una colaboración público-privada sobre la que también incidió el presidente de la Asociación Española contra el Cáncer, Ramón Reyes, que lamentó que en España no existan iniciativas similares como la surgida en la comunidad. «Me quedé impresionado con Galicia. Ha pasado de no estar a tener una proyección nacional e internacional de primerísimo plano».

En todo caso pidió una mayor un refuerzo de la investigación público y privada para que los nuevos fármacos lleguen cuanto antes a los pacientes. «En España -dijo- tenemos muy buenos investigadores, pero la innovación no funciona igual, porque tenemos muy pocos resultados patentados que se lleven a la clínica».

Fue un mensaje en el que también incidió Ángel Carracedo, codirector de la Fundación Kaertor, que lamentó que la ciencia española haya estado demasiado centrada en la publicación del conocimiento en revistas científicas, pero que haya menospreciado su aplicación en el mundo real. «No se ha favorecido la innovación», señaló, lo que considera un problema «pernicioso» de la ciencia española.

Un guante recogido por el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijoo, que presidió la presentación de los proyectos en el Cimus de Santiago. Tras congratularse de que Galicia se haya situado «en el mapa de la investigación contra el cáncer», aseguró que la iniciativa Cáncer Innova se trata de «un proyecto estratégico para Galicia» y con el que espera que la comunidad se sitúe en la «División de Honor en la investigación contra el cáncer».

La primera fase de la iniciativa, que permitirá atraer talento y generar 20 puestos de trabajo, cuenta con una financiación de cinco millones de euros, que se completará en una segunda fase con otros 25.

El consorcio atiende especialmente a la parte de I+D intensivo de alto riesgo, que es la que presenta mayores carencias financieras en España. Por ello, la Fundación Kaertor, en colaboración con la compañía Kaudal, ha constituido una Agrupación de Interés Económico que complementa los costes de financiación..

De esta forma, «los proyectos que superen esta primera fase de i+D intensivo habrán disminuido suficientemente su riesgo como para ser objeto de una segunda inversión en una segunda fase, hasta la llegada a ensayos clínicos en pacientes», explica Mabel Loza, que añade que el programa «aporta un nuevo modelo de colaboración público-privada y un nuevo modelo de financiación que conecta toda la cadena de valor y de descubrimiento de fármacos y representa una colaboración entre territorios en la mejor ciencia, con una poderosa red internacional de expertos. Todo ello con un único fin: que cada vez más pacientes con cáncer se curen».

Una terapia del corazón para matar a las células zombis tumorales

«Nosotros no tenemos experiencia en el desarrollo de fármacos, por lo que sin el apoyo de Cáncer Innova sería imposible», explica el investigador Manuel Collado del Idis, ganador de una de las propuestas seleccionadas para ser financiadas por el consorcio. «Queremos —dijo— que nuestro proyecto se convierta solo en una publicación científica, sino que queremos llegar al paciente».

Esto implica un cambio en la mecánica de trabajo, ya que la colaboración con oncólogos y químicos médicos que ofrece la industria farmacéutica que participa en el consorcio ofrece un concepto más dirigido y enfocado a trasladar los resultados al paciente. «Es una forma de trabajar muy distinta a la que estamos acostumbrados en los laboratorios», reconoce Collado.

Su equipo descubrió que los glucósidos cardíacos, un fármaco utilizado para problemas del corazón, puede utilizarse para matar las células tumorales senescentes, que quedan en un estado zombi después de una quimioterapia, pero que con el tiempo pueden activarse y provocar un cáncer más agresivo.

De tratamientos orales a una esperanza para el gliobastoma

El proyecto del Instituto Hospital del Mar de Investigaciones Médicas, dirigido por José Yélamo, se centra en dos inhibidores, la PARP1 y la PARP2. Los investigadores descubrieron que si se elimina la primera proteína se acelera el desarrollo del cáncer, pero que si se inhibe la segunda se frena. Los fármacos actuales no son capaces de distinguir entre estas dos proteínas, de tal modo que de lo que se trata ahora es de actuar sobre PARP2 mediante el desarrollo de compuestos que inhiban su actividad. Son susceptibles de convertirse en medicamentos orales para el tratamiento de un amplio rango de pacientes oncológicos. «Llevo veinte años trabajando con estas proteínas y mi mayor alegría sería jubilarme sabiendo que esto ha servido para algo», dijo Yélamo.

Otro de los proyectos seleccionados es el promocionado por la empresa Quimatrix del País Vasco, presentado por Eneko Aldaba, que persigue el desarrollo de fármacos para el tratamiento del gliobastoma, un tipo de tumor cerebral para el que apenas existen tratamientos que funcionen, salvo la cirugía si se detecta a tiempo.

Galicia espera obtener 500 millones en el plan PERTE de salud

El presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijoo, avanzó en el acto que el desarrollo de la investigación biomédica y del sector biotecnológico posiciona a Galicia en buena posición para acceder a una inversión de 500 millones de euros que espera obtener a través del programa PERTE de Salud de Vanguardia, para el que ha presentado candidatura dentro de los fondos europeos Next Generation. También avanzó que la estrategia gallega de biotecnología, del que forma parte el proyecto Cáncer Innova, movilizará más de 600 millones de euros en el período 2021-2025.