Un fenómeno oceánico en el Pacífico impide que las borrascas lleguen a Galicia

SOCIEDAD

ADRIÁN BAÚLDE

La previsión para los próximos 15 días mantiene la influencia anticiclónica sobre la comunidad gallega

25 ene 2022 . Actualizado a las 16:11 h.

A estas alturas ya se puede asegurar que enero terminará con un déficit importante de precipitación. Y la lluvia no tiene previsto presentarse en febrero, al menos en los primeros días. De hecho, algunos modelos están empezando a señalar que la ausencia total de agua podría prolongarse durante bastante tiempo. «Por el momento lo que sí parece claro es que en los próximos 10-15 días continúen las altas presiones al norte de la península ibérica y el tiempo seco en la comunidad gallega. No es imposible que se alargue aún más, pero la atmósfera es un sistema complejo y puede cambiar por múltiples forzamientos», explica Juan Taboada de MeteoGalicia.

El otoño ha sido seco y el invierno apunta en la misma dirección. En este contexto, hay que preguntarse que está sucediendo. La hipotésis principal señala que el origen de esta anomalía meteorológica se encuentra en el Pacífico ecuatorial, donde se está desarrollando actualmente La Niña. Este fenómeno oceánico se produce cuando las aguas son más frías de lo habitual y se acentúan las condiciones normales a ambos lados del océano, justo lo contrario de lo que suele ocurrir con El Niño, cuando las aguas se calientan. 

«La Niña tiene correlación estadísticamente significativa con las altas presiones al norte de la Península, una situación muy semejante a la que estamos viviendo ahora, por lo que podemos entender que hay una relación entre ambos factores y que la Niña es al menos en parte responsable», añade Taboada. 

No es la primera que ocurre algo así en Galicia. La Niña jugó un papel importante en la sequía que registró en Galicia en el 2011, un año en el que hubo 10 meses secos o muy secos. La situación se prolongó también durante el primer trimestre del 2012.

El pasado mes de diciembre fue normal en cuanto a la cantidad de lluvia y los embalses se encuentran al 59 % de su capacidad. Por tanto, el escenario de una sequía hidrológica parece todavía lejano, pero no el de una meteorológica. «Tendremos que esperar a ver cómo se comporta febrero y estar atentos a los indicadores. No es ni mucho menos imposible que esta situación pudiese derivar en una sequía meteorológica, pero la atmósfera es un sistema muy complejo, y no solamente influye La Niña, sino también tenemos influencias polares y otras que podrían romper el bloqueo anticiclónico y dejar que volvieran nuevamente las borrascas a Galicia», concluye Taboada.

Hace unos meses se publicó en la revista Nature Geoscience un artículo que destaca que la intensidad de los períodos secos que se han producido en Europa desde el 2015 no tienen precedentes en 2.200 años. El estudio revela que durante los últimos dos milenos ha habido años más secos y húmedos, pero también una tendencia: Europa se está secando. Especialmente intensos han sido los años 40, 590, 950 y 1510 después de Cristo. Sin embargo, las características de las sequías que se han producido desde el año 2015 son únicas. «Hemos visto una fuerte caída después de siglos de una disminución lenta y significativa, que es particularmente alarmante para la agricultura y la silvicultura» explica Mirek Trnka, coautor del trabajo.

Jet Stream

Los científicos reconocen que el cambio climático antropogénico explica estas sequías recientes tan intensas. En concreto señalan a los profundos cambios que está experimentando la corriente en chorro. El debilitamiento del Jet Stream por el aumento de la temperatura global produce grandes meandros. Cuando una región europea, como la Península, queda en la región ascendente, el aire cálido subtropical alimenta la formación de anticiclones de bloqueo que impiden el paso normal de las borrascas, justo como ocurre en estos momentos. 

Galicia ya ha sido víctima de esta situación en varias ocasiones durante la última década. En el 2017 la comunidad gallega también sufrió los efectos de una potente y persistente sequía que dejó a ciudades como Vigo en una situación muy delicada, a solo 25 días de agotar el suministro de agua potable. La configuración de la corriente en chorro generó un potente sistema de altas presiones que impedía que las bajas presiones y sus frentes, que son la principal fuente de lluvia en Galicia, pudiesen descargar con normalidad.