Esta persona, que habla perfectamente español a pesar de ser francés, se dio cuenta de la importancia de su reportaje y puso rumbo a Madrid para intentar venderlo cuanto antes. Primero entró en contacto con un importante grupo editorial de corte monárquico, al que pidió 50.000 euros. Una cantidad muy elevada que este medio rechazó, por lo que el fotógrafo empezó un breve periplo que acabó en la revista Lecturas. Esta no se lo pensó y se hizo con las imágenes por un precio bastante inferior.
A todos los medios de comunicación que vieron el reportaje antes de su venta les hizo firmar un documento de confidencialidad para que no se filtrara la exclusiva no hasta que Lecturas salió a la calle el miércoles por la mañana y conmocionó al país.