Un perro guía para un ciego sin manos

Doménico Chiappe COLPISA

SOCIEDAD

Antonio García | EFE

La ONCE entrena un labrador y diseña un «traje a medida» para una persona a la que le estalló una granada de la Guerra Civil

19 ene 2022 . Actualizado a las 19:27 h.

A los 21 años le estalló una granada de la Guerra Civil, abandonada en un garaje de Teruel, y le arrancó parte de los antebrazos y cegó su vista para siempre. «Ayudaba a una mujer», recuerda Alberto Villalba, la primera persona ciega y sin manos en tener un perro guía. «Pasas de ser independiente, a alguien totalmente dependiente. Pero hay que mirar siempre para adelante, nunca para atrás». Entusiasta del ejercicio, Villalba sale a correr o monta en bicicleta en tándem. «Hago mucho deporte», mantiene.

En su rutina, ahora incluye a Xabat, un labrador negro de dos años entrenado por la ONCE, que vive con Alberto desde hace un mes. El 13 de diciembre entró en su casa, donde ya habitaba otra «perrica», indica Villalba, que tiene unas prótesis y antes avanzaba por la calle con bastón después de un proceso de rehabilitación que comenzó el mismo año 2013 del accidente. «Los dos perros se llevan bastante bien y a Xabat yo lo he recibido con mucha alegría. Yo siempre he sido de perro».

Este animal es «noble, tranquilo, paciente y con una sensibilidad muy especial», dice Eli Stewart, la entrenadora de perros guías de la ONCE desde hace tres décadas. Xabat vivió su primer año con una familia que ayudó a socializarle y tuvo un entrenamiento estándar hasta que se eligió a Villalba como «compañero de viaje», explica Stewart. «Para un perro tan especial, busqué en la lista de espera a los que llevaban cinco años esperando, y una era Alberto. Era un reto planteármelo y he aprendido mucho». Viajó a Teruel para comprobar que eran compatibles y él también visitó al perro en Madrid, para seguir luego un entrenamiento por tutoriales e internet.

Los días de Villalba comienzan con un paseo a con sus perros y regresa a casa para «vestirnos los dos», él y Xabat, con las correas especialmente diseñadas para ambos, un «traje a medida» del sastre Emilio Asiaín. «Hemos innovado sobre la marcha, porque los primeros diseños no eran tan funcionales y hemos realizado pruebas desde septiembre», cuenta Stewart. «Había materiales, como los mosquetones o las aperturas de mochila de apertura fácil que no servían para Alberto. Tuvimos que sustituirlos».

El primer trayecto del día de los nuevos compañeros es rumbo al gimnasio. «He ganado en independencia», asegura Villalba. «Lo que antes demoraba en recorrer una hora con el bastón, ahora lo hago en media». Entre las máquinas y las pesas, el labrador se tumba en una manta y espera. «Xabat hizo entrenamientos específicos en algunas áreas, como la colocación de material o el paso por las puertas porque tiene que colocarse a su lado de forma constante», especifica Stewart. Además tiene que reconocer señales de otras partes del cuerpo de su amo, porque la prótesis no tiene la sensibilidad necesaria para transmitir las órdenes que percibe el perro por medio de gestos.

Al final del día, Xabat recibe los mimos de cualquier mascota. «En la tarde lo llevo a dar un paseo por el monte, que tengo aquí cerca», dice Villalba, que está «jubilado por discapacidad». «Lo del perro ha sido un reto. Primero, adaptarme a la correa, poco a poco. Ahora ya me lo pongo bastante rápido». A la hora de salir a la calle, ahora Xabat es su vista y, en ocasiones, también sus manos.