Primer trasplante de un corazón de cerdo a un hombre: ¿Por qué se usan órganos porcinos y no de monos, más parecidos al ser humano?

María Viñas Sanmartín
María Viñas REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

Miembros del equipo quirúrgico con el corazón de cerdo trasplantado a David Bennett
Miembros del equipo quirúrgico con el corazón de cerdo trasplantado a David Bennett DPA vía Europa Press

El animal fue genéticamente modificado para evitar el rechazo

12 ene 2022 . Actualizado a las 13:41 h.

El corazón de un cerdo de un año late desde el pasado viernes en el pecho de David Bennett, un hombre de 57 años de Maryland sin otra opción de supervivencia que cambiar su malograda bomba cardíaca por la de un animal genéticamente modificado: una enfermedad terminal lo hacía no elegible para un trasplante tradicional. Es el primer implante con éxito de la historia de un corazón porcino a un ser humano adulto.

«Es morir o hacer este trasplante, y quiero vivir; sé que es un tiro en la oscuridad, pero es mi última opción», declaraba Bennett antes de ponerse en las manos del experto en xenotrasplantes (entre diferentes especies) Bartley P. Griffith y su equipo. Tardaron ocho horas en ajustar un órgano que previamente había sido sometido hasta a diez modificaciones genéticas para evitar que fuese rechazado fulminantemente por el receptor. Era el momento de hacerlo, de dar el salto, de probar en la clínica si un corazón animal resulta ser capaz de sostener una vida humana, cree el doctor Rafael Máñez, que durante años coordinó un programa pionero en este campo en A Coruña, cuando el Chuac aún era el Juan Canalejo. «Las investigaciones de los últimos años habían logrado ya supervivencias prolongadas de órganos de cerdos manipulados genéticamente en primates no humanos -explica-. Llegó a conseguirse que corazones porcinos funcionasen correctamente en monos durante seis meses y pulmones, durante más de un año».

¿Cómo va a reaccionar el cuerpo del paciente?

Tras estos ensayos, llegó la duda de qué pasaría en un cuerpo humano. «Para implantar estos órganos hay que utilizar una inmunosupresión muy potente [para que el organismo, al defenderse de un cuerpo extraño, no active su sistema inmunológico, que directamente lo rechazaría] y ver cómo responde el paciente, hasta qué punto lo puede tolerar -detalla Máñez, hoy al frente de las ucis del Hospital Universitario de Bellvitge-. Y a esto se suman dudas desde el punto de vista fisiológico, porque la presión arterial del cerdo es mucho más baja que la de los humanos». La máxima del cerdo ronda los 80, mientras que la de los monos y la del ser humano se acerca a los 120. «Por eso, estos corazones tienen tendencia a hipertrofiarse, a hacerse muy grandes, que es lo que le ocurre a las personas cuando tienen hipertensión crónica mantenida -anota el experto-. Para compensarlo, habría que recurrir a tratamientos que ajustasen la presión arterial y la mantuviesen lo más baja posible para evitar que el corazón creciese».

¿Hay riesgo de infección en el humano por retrovirus porcinos?

Durante la época que Máñez pasó en Galicia se demostró que un retrovirus que afectaba a los cerdos podía infectar células humanas, lo que activó todas las alarmas. «En principio serían limitadas al receptor, no tiene por qué ser el origen de una pandemia -tranquiliza-. El riesgo de que un virus pueda mutar y acabar afectando a los humanos es una preocupación que siempre está ahí, porque todos los virus proceden de animales, pero actualmente el tema de la bioseguridad está muy bien controlado y al modificar genéticamente al animal, no solo se pueden bloquear los genes que desatan la respuesta inmune; también los de retrovirus endógenos porcinos».

Recuerda el doctor que estos no son animales comunes: «Son ejemplares que se crían en condiciones estériles, en ningún momento se exponen a agentes externos, por lo que solo hay peligro de que tengan infecciones que se generan dentro de su propia estructura genética». Y son estos los genes que se neutralizarían para que sus órganos no resulten peligrosos en un organismo humano.

¿Cómo se modifica genéticamente a un animal y para qué?

Amplía el especialista que un animal puede ser manipulado genéticamente bloqueándole determinados genes, para que no se expresen ante las enzimas o las proteínas que sintetizan esos genes, o insertándole otros nuevos, genes humanos que reducen al mínimo la respuesta inmunitaria, el rechazo del organismo al órgano extraño.

¿Solo se han probado trasplantes de corazones y riñones de animales, o se ha intentado con más órganos?

Se ha intentado también con pulmones, constata Máñez. Y explica por qué implantar un hígado sería mucho más complejo: «Es la factoría metabólica de nuestro organismo e implica cambiar totalmente la síntesis de todas las proteínas del metabolismo basadas en porcino. El corazón tiene la ventaja de que, en principio, desde el punto de vista fisiológico, es como una bomba, y aún así hay que controlarlo, pero el riñón produce hormonas en el animal que no funcionan en humanos, lo que implicaría un tratamiento continuado sustitutivo de esas hormonas». 

Por mucho que seamos parecidos y que muchos productos se hayan utilizado (y sigan usándose) en medicina y biomedicina -la primera insulina que se usó en diabéticos fue porcina, por ejemplo, y actualmente se implantan prótesis cardíacas de tejido porcino-, no somos iguales y, por tanto, puede haber problemas. Aún así, «el cerdo es el candidato animal ideal para ser la fuente de órganos o tejidos para trasplantes», tiene claro el experto.

¿Por qué no se usan órganos de primates, más similares al ser humano?

Fisiológicamente y por su capacidad reproductiva, el cerdo es el segundo mamífero más similar al humano. Por delante, el mono, en su misma línea evolutiva. ¿Por qué entonces no se recurre a estos primates para acabar con el problema de la falta de órganos para trasplantes? Porque no son especies numerosas y, sobre todo, porque el hecho de ser tan similares al ser humano facilita la transmisión de posibles infecciones animales a las personas. «Hay que ser muy cautos, ahora somos especialmente conscientes de ello con el covid, pero el VIH, por ejemplo, es un virus que mutó de otro que afectaba a los simios», recuerda Rafael Máñez.