El fin de la edad de oro de las series

MIKEL LABASTIDA MADRID / COLPISA

SOCIEDAD

Sarah Jessica Parker, en una escena de «And Just Like That»
Sarah Jessica Parker, en una escena de «And Just Like That» HBO Max

El regreso de «Sexo en Nueva York» y «A dos metros bajo tierra» revela la falta de ideas

27 dic 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

En su libro Prime Time, Conchi Cascajosa explica que fue Robert Thompson quien denominó al período entre comienzos de los años ochenta y mediados de los noventa la segunda edad dorada de la televisión norteamericana. La primera corresponde al período fundacional. La tercera, a la que comenzó con la llegada del nuevo siglo y la irrupción de cadenas y plataformas, que propició sobre todo un aumento considerable de producciones y de temáticas.

La tercera edad de oro parecía que no acabaría nunca. Llevamos 20 años frente a un catálogo de obras excepcionales, que han convertido a la televisión en el soporte cultural más relevante, con mayor impacto social y auténtico motor de lo audiovisual. A las veteranas Los Soprano y The Wire les sucedieron las no menos estimables Breaking Bad y Mad Men, sin olvidarnos de otras notables como Perdidos, Nurse Jackie y Black Mirror. Después llegaron True Detective, Homeland, El cuento de la criada y, por supuesto, Juego de tronos. The Good Fight, Succession y The Crown han seguido manteniendo el listón alto. Parecía que esta edad de oro sería eterna.

Pero no. La edad de oro de las series ha acabado. Ya hacía tiempo que daba síntomas de fatiga, pero se ha confirmado al ver a Carrie, Miranda y Charlotte resucitadas por Nueva York, desdibujadas y torpes. Ellas, que fueron emblema de una nueva forma de contar las cosas en las series. Ellas, que derribaron prejuicios y demostraron que las mujeres y los problemas que les atañen también podían interesar a una audiencia global. Ellas, que plantearon temáticas nuevas. Sí, ellas. Han vuelto para demostrar que lo que en 1998 era rompedor y diferente, ahora es simplón, predecible y algo patético.

Porque si por algo se caracterizaba Sexo en Nueva York era por ser desinhibida y directa. Y, sin embargo, And Lust Like That, que es la continuación que ha lanzado HBO Max, está poco inspirada y peca de pacata.

Pérdida de esencia

No es que cause sorpresa la deriva tomada por esta producción, que ya perdió su esencia en las dos películas que se hicieron tras su final. Lo que sorprende de verdad es la desesperación que se adivina de productores y guionistas por tratar de traer a nuestros días a unos personajes concebidos hace más de 20 años y adaptarlos a circunstancias y realidades que, desde luego, desconocen. La edad de oro de las series murió y Carrie, Miranda y Charlotte andan pululando como tres zombis por nuestra televisión mientras tanto. Cuando parecía que nada podía ser peor, la revista Variety reveló hace unos días que HBO trabaja en una posible continuación de A dos metros bajo tierra, obra maestra en torno a una familia que regenta una funeraria y que concluyó en el 2005 con uno de los mejores finales nunca vistos. Han pasado más de 15 años y nadie ha sabido cerrar mejor una historia.

¿Entonces a qué viene este proyecto? A una falta de ideas estimulantes o a la necesidad de un éxito lo más inmediato posible. Es curioso porque, en general, este tipo de reuniones y recuperaciones no despuntan casi nunca en audiencias y generan malas críticas, pero las cadenas siguen insistiendo. Por el momento poco se sabe de esta noticia, únicamente que el desarrollo estaría a cargo de su equipo original, entre ellos, Alan Ball, que no ha vuelto a escribir nada como aquello.

Este remake, o lo que sea, seguirá la estela de otras continuaciones estrenadas recientemente, que no están contando con suficiente respaldo entre la audiencia. Porque en este caso, efectivamente, cualquier tiempo pasado fue mejor, pero la solución no está en sacar del baúl nada sino en crear textos nuevos e ingeniosos, que reinventen de nuevo a la pantalla. Parece imposible que algo tan bien acabado como A dos metros bajo tierra pueda aportar nada bueno o novedoso con respecto a lo que vimos.

Sucedió con la precuela que se sacaron de la manga de Los Soprano, que narraba los años juveniles de Tony, pero que no enganchó a los espectadores que tuvo aquella. O con la recuperación de Dexter: New Blood, que ya tuvo una clausura floja en su día.

Mucho han cambiado las series en dos décadas. Cada vez es más difícil retener a los espectadores, lograr que su atención no decaiga, por eso lo habitual es que las plataformas apuesten por miniseries en lugar de por tramas que se alarguen durante varias temporadas. Y es necesario que el seguidor se enganche desde el primer momento, no hay tiempo de pausas y ritmos sosegados en los episodios pilotos. No es un buen marco para que retorne una producción como A dos metros bajo tierra. Mejor dejarla como está, enterrada.