Ourense se convirtió hace veinte años en un banco de pruebas para la iniciativa de Sigre
08 nov 2021 . Actualizado a las 13:51 h.Corría el mes de octubre del 2001 cuando la provincia de Ourense se convertía en banco de pruebas para un proyecto piloto que pretendía probar la capacidad de reciclar los restos de medicamentos usados en el ámbito doméstico. Acababa de nacer con ese objetivo Sigre, una entidad sin ánimo de lucro impulsada desde la propia industria farmacéutica que, con la colaboración de la Xunta de Galicia y el Colegio de Farmacéuticos de Ourense, inició una experiencia que no tenía precedentes ni en España ni en Europa.
Así lo recordaban el pasado viernes en la capital ourensana tanto su actual director general, Juan Carlos Mampaso, como la conselleira de Medio Ambiente, Ángeles Vázquez. Ambos coincidían en destacar que el experimento carecía de ningún tipo de normativa ni experiencia previa de la que copiar. La idea funcionó. En febrero del 2002 se decidió ampliarla al resto de Galicia y en la primavera del 2003 era una realidad en otras comunidades españolas. Los medicamentos caducados o sobrantes de los tratamientos empezaron a llenar los contenedores de recogida ubicados en las farmacias y dejaron de aparecer entre los restos de la basura doméstica o, lo que era peor, en los cauces fluviales y entornos marinos debido a la costumbre de deshacerse de ellos tirándolos por lavabos o inodoros. Dos décadas después, Galicia sigue dando ejemplo y es, junto a Navarra, la comunidad que más recicla: 13 gramos más por cada ciudadano que la media española. Tomando como referencia el 2019, el hábito creció un 60 % en una década; aunque el primer año de pandemia hubo un ligero retroceso. Hoy nueve de cada diez hogares gallegos lleva a un punto Sigre los medicamentos, aunque aún hay quien olvida que también debe depositar ahí los envases.