Un estudio gallego abre la puerta a cambiar el enfoque de las terapias del alzhéimer

redacción LA VOZ

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Ha identificado una de las proteínas relacionadas con la enfermedad en la sustancia blanca del cerebro, que se erige como nuevo biomarcador de evolución de los pacientes

16 oct 2021 . Actualizado a las 18:45 h.

El alzhéimer, el principal trastorno neurodegenerativo, es una de las enfermedades más complejas que existen y sobre la que aún existen muchas interrogantes. Aunque sí se sabe que la enfermedad está relacionada con depósitos anómalos en el cerebro de los pacientes de dos proteínas, la tau y la beta amiloide. Solo que hasta ahora se creía que esta alteración que impide el correcto funcionamiento de las neuronas ocurría exclusivamente en la materia gris del cerebro, hacia donde se dirigen en la actualidad las potenciales terapias para tratar la dolencia. Ahora, un nuevo estudio liderado por investigadores del Cimus de la Universidade de Santiago y del IDIS, en colaboración con el clínico compostelano, ha analizado la proteína amiloide en la sustancia blanca cerebral, con lo que esta se convierte en un nuevo biomarcador del avance de la enfermedad.

La investigación, que se ha publicado en la revista científica European Journal of Nuclear Medicine and Molecular Imaging, es la primera de estas características que se ha realizado a nivel mundial en la materia blanca del cerebro. Es decir, es la primera vez que se analiza la proteína amiloide en esta sustancia cerebral, convirtiéndola en un nuevo biomarcador asociado al avance clínico de esta enfermedad.

«Hasta ahora todas las investigaciones se centraban en medir los depósitos de proteína amiloide en la materia gris del cerebro, obviando la materia blanca. Este trabajo abre, por tanto, la puerta a un nuevo biomarcador de seguimiento de la enfermedad e incluso a cambiar el foco de las actuales terapias, que se enfocan a reducir el amiloide en la sustancia gris y que han fracasado la mayoría de ellas», explica el investigador Pablo Aguiar.

Este estudio es un trabajo derivado de la tesis de Alexis Moscoso, finalizada el año pasado. La investigación ha permitido comprobar concretamente que los depósitos de proteína amiloide en la materia blanca del cerebro están relacionados con la progresión clínica del alzhéimer.

Para llevarlo a cabo contaron con una muestra de 795 participantes. «El amplio tamaño de la muestra es justo una fortaleza del estudio, ya que nos permite cubrir todo el espectro de la enfermedad», señala Aguiar. Para poder analizar los depósitos de proteína amiloide en la materia blanca del cerebro de los pacientes se utilizó la técnica por imagen PET (tomografía por emisión de positrones) como herramienta central de trabajo.

Estos escáneres se realizaron en numerosos países de todo el mundo, coordinados desde Estados Unidos, siendo la base de trabajo para esta investigación que analizó los datos referidos a cada uno de ellos durante un seguimiento de más de cinco años. «Las pruebas se realizaron en estado basal de los pacientes para poder disponer de datos longitudinales de la evolución de la enfermedad. A través de estas pruebas hemos podido comprobar como los pacientes que presentaban proteína amiloide en la materia blanca del cerebro eran los que cognitivamente evolucionaban peor», indica el investigador.

Las dos materias del cerebro

El tejido llamado materia gris presente en el cerebro, y en la médula espinal, se conoce también como sustancia gris y está compuesto por cuerpos de células neuronales. Se conoce por este nombre porque los núcleos que componen las neuronas hacen que adquiera una tonalidad de este color cuando se analiza el cerebro. Está implicado en funciones como el control muscular, el habla, las emociones, la toma de decisiones o la memoria.

Por su parte la materia blanca está compuesta por fibras nerviosas. Se conoce por este nombre porque la mielina de los axones de sus neuronas hace que adquiera este color cuando se analiza el cerebro. Está ubicada entre la sustancia gris, el cuerpo estriado y la parte media del cerebro y su principal papel dentro del sistema nervioso central es la comunicación más que el procesamiento, aunque también se encarga de regular funciones inconscientes como la temperatura corporal, el hambre, la sed, la presión sanguínea y el ritmo cardíaco.