Sanidad centralizará la distribución de vacunas para evitar que casi cuatro millones caduquen

Melchor Sáiz-Pardo / Álvaro Soto COLPISA / MADRID

SOCIEDAD

CAPOTILLO

Las comunidades guardan en sus neveras más de cinco millones de dosis sin inyectar

07 oct 2021 . Actualizado a las 15:59 h.

En apenas tres meses, la campaña de vacunación en España ha dado un giro radical: ya no se ven filas en los grandes vacunódromos, que de hecho, están cerrando silenciosamente por todo el país. Al contrario, de pinchar cada día, a finales de junio, 750.000 dosis, las comunidades afrontan ahora un período con apenas inoculaciones, solo 35.000 por jornada.

Este descenso de más del 90 % (a la espera de que seis millones de españoles de más de 70 años puedan recibir una tercera dosis a partir del 25 de octubre, como aprobó el martes la Comisión de Salud Pública) ha obligado al Ministerio de Sanidad a cambiar de enfoque. Si durante la primera mitad del año, el departamento de Carolina Darias quería más vacunas, que apenas aterrizaban en España se repartían sin perder un segundo a las comunidades, ahora necesita frenar la llegada de las que le corresponden por la compra europea centralizada y tratar de que no caduquen las que ya están en territorio nacional.

Para liberar las neveras de las comunidades autónomas, que rebosan ahora mismo de viales (5.300.000 dosis están sin inyectar), el ministerio ha decidido centralizar la distribución. Sanidad ha contratado «servicios de recepción, almacenaje y acondicionamiento» de 3.821.220 vacunas, que serán únicamente de Pfizer, la farmacéutica sobre la que gira la inmunización en España.

Los servicios adquiridos por el ministerio permitirán conservar los compuestos a -70 grados. Esa es la temperatura a la que Pfizer distribuye sus vacunas en cajas con hielo seco, pero así solo pueden aguantar un mes. Posteriormente, una vez descongeladas, pueden mantenerse otro mes, a entre 2 y 8 grados, en una nevera normal. Pero más allá de estos dos meses, su calidad puede verse afectada.

 

Ya sea por la imposibilidad de darles salida, ya sea por errores en la logística, varias comunidades han visto cómo una parte de sus vacunas ha caducado. El caso más grave ha ocurrido en Cataluña. Hace dos semanas, la Generalitat reconoció que había perdido 70.000 dosis, el 0,6% de las once millones que había recibido, tras no calcular bien las que iba a usar por el descenso de la demanda. «Cuando tienes vacunación sin cita, ajustar la oferta a la demanda es difícil, porque no sabes cuántos vendrán», se defendió entonces la secretaria de Salud Pública del Govern, Carmen Cabezas.

Pero la noticia sentó mal en el ministerio, consciente de que la mayoría de la opinión pública considera que las vacunas son un tesoro y no entiende que se desperdicien por problemas internos de los departamentos sanitarios. De hecho, en Sanidad han tratado durante semanas de casar al máximo las dosis recibidas desde la Unión Europea con las inoculadas en España para no desperdiciar ni un pinchazo. A principios de septiembre, el Gobierno frenó la adquisición de viales de Pfizer para no saturar las neveras de las comunidades.

Pero esta medida no ha sido suficiente. Tras el suceso catalán, Sanidad ha decidido contratar el nuevo servicio. El ministerio «debe disponer de instalaciones de ultracongelación, dado que, por un lado, hay programadas entregas puntuales de esta cantidad de dosis de vacuna que actualmente no pueden ser recibidas por las autoridades sanitarias autonómicas, y, por otro, se necesita mantener este volumen de vacunas en un stock centralizado, a fin de garantizar el adecuado desarrollo de la estrategia estatal de vacunación», justifican desde el departamento de Darias. En estos momentos, según explican en Sanidad, se dispone únicamente de un gran frigorífico de ultracongelación, que pertenece al Ministerio de Defensa y que permite almacenar hasta 450.000 dosis.