La despedida gallega a la hermana pequeña de Mario Conde

MARTÍN BASTOS LA VOZ

SOCIEDAD

Mario Conde
Mario Conde Europa Press

El exbanquero ha escrito una carta tras la muerte de Ana Conde, que ya descansa en el panteón familiar de Tui

23 ago 2021 . Actualizado a las 12:57 h.

«La fragilidad de la vida, esa inmensa capacidad de alterar nuestro surco vital de manera brusca, tan potente como imprevista, la sentimos de modo especialmente intenso cuando acontecimientos inesperados nos golpean en lo más profundo, dejando tras de si, no solo una sensación de vacío, la presencia de una ausencia, sino, adicionalmente, una áspera sensación de injusticia existencial», Mario Conde ha despedido a su hermana pequeña, Ana Conde, con una carta en la que se muestra roto de dolor.

«Ella, Ana, nuestra hermana pequeña, era sobre todo y por encima de todo la bondad personificada. Vivió soportando un injusto sufrimiento, lo que incrementa exponencialmente la calidad de lo sufrido. Pero sobre el dolor quiso edificar un rotundo silencio, consumiendo en su interior la acidez amarga del sabor de lo injusto. Dios le dio buena salud desde su nacimiento, pero a cambio le dotó del corazón más generoso, amplio, afectuoso y sincero que imaginarse pueda. La quería todos los que con ella convivían, porque desparramaba bondad envuelta en una ingenua, e inteligente a la vez, amplia sonrisa» escribe en una carta de despedida publicada en las redes sociales del empresario. Ana Conde estaba casada con Fernando González Tello, y tiene dos hijos, Fernando (31 años) y Álvaro (30).

La familia más cercana dio su último adiós a la mujer en la localidad pontevedresa de Tui. «Mi hermana Carmen y yo, en compañía de mi cuñado Fernando, y algunos, pocos, íntimos, hemos dejado sus cenizas en el panteón familiar. Allí permanece lo que queda de su estructura corporal, pero su alma sigue viva en nosotros, con más fuerzas que nunca», asegura Mario Conde, que ha querido mostrar su dolor: «Los tres hermanos hemos vivido juntos dolorosos acontecimientos que, si cabe, nos han unido más aún. Hemos entendido que la sangre no es suficiente. Se reclama el amor y la bondad para poder utilizar la palabra hermandad. Nosotros tres tuvimos y cultivamos en momentos difíciles esa hermandad. Permanecemos de momento, dos de los tres con estructura corpórea, en lo que algunos llaman esta 'manifestación', pero seguimos los tres, Ana, Carmen y yo unidos en la comunicación espiritual».