Siempre existió. Esa persona que sabe a ciencia cierta que no tiene valor. Que no quiere ni agarrarte ni soltarte. Los problemas, los escollos y los dramas convierten la vida en una telenovela turca. Y ese drama, que en realidad es una forma de escurrirse, estalla cuando la estampida se convierte en obligada por razones siempre ajenas al abandonado.
Ese momento de huida que hoy toma forma de tuit, de wassap, de direct, es en realidad un clásico que solo ha cambiado de canal. Pero esas mismas redes, la pantalla tras la que se escuda el fugitivo, puede volverse un arma de doble filo cuando alguien toma la revancha.
Eso representa David González, un tuitero que se hizo viral tras publicar lo que le contó su expareja para intentar retomar el contacto. Porque el que escapa de ese modo, suele volver. «Mi ex me abrió [conversación] en enero diciéndome que su padre había muerto, y hoy ha subido una historia con él en una terraza bebiendo cerveza. Quizás fue solo otro intento rastrero de llamar la atención, pero a mí me gusta pensar que ha resucitado», escribió.
De pronto, cientos de personas decidieron compartir sus estampidas. Sacaron a relucir las falsas muertes, enfermedades y malestares emocionales con los que les dieron la patada por escrito. Los tiempos cambian. Los cobardes, no. Ahora solo necesitan wifi.