Una atípica configuración en el Ártico está influyendo en el verano gallego

SOCIEDAD

MARCOS MÍGUEZ

Al margen de los efectos débiles previstos para esta semana, el anticiclón sigue sin dar señales de recuperación

28 jul 2021 . Actualizado a las 17:02 h.

Los gallegos tenían depositadas grandes esperanzas en que el verano pudiese ayudar a reducir la fatiga pandémica. Por ello, la meteorología tan inestable que perdura desde hace un mes y medio está generando una frustración doble en la población. Ahora mismo, en la calle se imponen dos temas de conversación: el covid y el mal tiempo. Se hace necesario seguir investigando sobre lo qué esta pasando y, lo más importante, sobre lo qué puede suceder durante lo que resta de estación. Hasta el momento ya hemos mencionado dos hipótesis que tratan de explicar el origen de la configuración que provoca estas condiciones tan cambiantes. 

La primera teoría señala que las aguas cálidas en el Atlántico restan peso al anticiclón de las Azores, impidiendo que su presión central sea elevada y, por tanto, que la influencia sea intensa. La segunda, que una invasión de aire frío, que en esta época del año debería estar mucho más al norte, llegó el pasado 13 junio para alimentar las tormentas que generaron el caos en Ourense y se quedó cerca de la Península, debilitando también al anticiclón.

Sobre esta última tesis, el prestigioso meteorólogo norteamericano Judah Cohen, investigador del MIT (Instituto de Tecnología de Massachusetts), acaba de arrojar algo más de luz. El experto apunta a las anomalías que están registrando las dos principales oscilaciones atmosféricas que afectan a Galicia: la Oscilación Ártica (AO) y la Oscilación del Atlántico Norte (NAO). La Oscilación del Atlántico Norte se define en función de la diferencia de presión entre las borrascas de Islandia y el anticiclón de las Azores mientras que la Oscilación ártica depende de la diferencia de presión entre el ecuador de la Tierra y el Ártico.  

En verano ambas deberían estar en fase positiva, indicando que el anticiclón de las Azores está reforzado y situado cerca de la Península y las borrascas localizadas más al norte. Sin embargo, la AO y la NAO llevan un tiempo comportándose con mucha variabilidad. Están cambiando constantemente de modo neutro a negativo y de neutro a positivo, aunque dura muy poco. 

Esta situación provoca que la configuración esté justo al revés de cómo debería, algo que  tampoco parece que vaya a cambiar a medio plazo. «Cohen asegura que la presión es y seguirá siendo más alta de lo normal para esta época del año en las zonas polares. No se trataría exactamente de un anticiclón. En ese área puede haberlos, pero estaríamos hablando de que en la zona polar (entre 60 y 90 grados) la presión superficial está siendo algo más elevada de lo normal y en las latitudes medias, como la nuestra, algo más baja. Esto es lo que hace que el índice AO sea negativo», apunta el meteorólogo Juan Taboada. 

El responsable de esta situación atípica se encuentra en las capas altas de la atmósfera polar. «Las zonas con más presión han ido bajando de la estratosfera a la troposfera hasta alcanzar la superficie, algo que sucederá también esta semana», reconoce Taboada. 

Como las borrascas no pueden circular por sus rutas naturales en este período del año debido a la anomalía positiva de presión en el extremo norte que bloquea su paso, los sistemas de bajas presiones se mueven mucho más al sur de lo habitual. Si a esto sumamos que el anticiclón de las Azores no acaba de asentarse cerca de la Península para proteger a Galicia, nos encontramos con un escenario perfecto para que las influencias atlánticas dominen. Y esto es justo lo que ha estado sucediendo durante buena parte de junio y casi todo julio. La circulación del aire predominante es de componente oeste, algo que genera mucha humedad baja. En realidad lo que está siendo noticia este verano son las escasas horas de cielo despejado. Un verano con temperaturas discretas se puede llevar, pero no tanto un estío sin sol.