La pandemia dispara un 50 % la depresión entre los sanitarios

A. Torices MADRID / COLPISA

SOCIEDAD

Los sanitarios agradecieron el apoyo de estos meses emocionados tras firmar el acuerdo
Los sanitarios agradecieron el apoyo de estos meses emocionados tras firmar el acuerdo Sandra Alonso

La comunidad médica también alerta sobre una ola de trastornos de salud de mental entre la población española

22 jul 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Pediatras y ONG especializadas en la infancia llevan días lanzando alertas a las autoridades sanitarias para que tomen medidas urgentes para frenar la enorme ola de trastornos de la salud mental que han desatado los encierros y la crisis pandémica, especialmente entre los adolescentes. Los médicos de Urgencias confirmaron este miércoles la necesidad de actuar ya contra esta otra epidemia, pero ampliaron el colectivo social de los más vulnerables.

Además de los jóvenes, el mayor aumento de los daños a la salud mental se ha detectado entre los sanitarios de las UCI, las urgencias, los servicios de emergencias, centros de salud, residencias y plantas hospitalarias covid. Los que llevan camino de un año y medio luchando en primera linea contra el coronavirus sin descanso.

La presión, los dramas, la soledad, el aislamiento de familiares y amigos, la falta de descanso, incluso los disgustos que le dan algunos comportamientos sociales muy poco agradecidos con su compromiso y sus desvelos, han hecho que los cuadros depresivos, de ansiedad o el insomnio hayan aumentado entre ellos por encima del 50%, según la Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias (Semes).

Los especialistas en medicina urgente quieren poner su granito de arena para paliar la arista más cruda de este fenómeno. Llevan semanas diseñando un plan para ser más efectivos en el combate contra la depresión y sobre todo contra su manifestación más extrema, el suicidio. Ya tienen las líneas generales, pero para poder aplicarlo e implantarlo de una manera efectiva y ágil requieren del apoyo económico, legal y organizativo de las autoridades sanitarias, tanto del ministerio como de las comunidades autónomas.

La pandemia, indican, ha exacerbado un problema ya muy grave en España. El suicidio es desde hace 14 años, cuando superó a los accidentes de tráfico, la principal causa de muerte no derivada de una enfermedad. En 2019 se quitaron la vida 3.910 españoles, lo que supone una cifra superior a los diez al día, más o menos uno cada dos horas.

Pero el plan de Semes quiere fijarse y actuar sobre todo contra los estadios en los que aún es posible evitar la muerte. Cada día más de 100 españoles intentan quitarse la vida sin éxito y otros casi 1.500 piensan seriamente en ello. Tienen en común que la absoluta mayoría sufren una depresión, un mal que padecen unos tres millones de españoles, un 66% de los cuales está diagnosticado y toma ansiolíticos. El objetivo es la detección precoz del potencial suicida y un manejo eficaz que evite que llegue a ese nivel de desesperación. «Muchos suicidios empiezan en Urgencias. Intentos fallidos, depresiones camino de desbordarse. Ese primer contacto médico nos puede marcar profundamente para bien o para mal. Nos puede dar esperanza y abrirnos a la vida», explicó Cecilia Borrás, de la asociación de supervivientes Después del Suicidio.

La parte hospitalaria del plan busca desembocar en un código de emergencia sanitaria similar a los que ya hay para los infartos o los ictus, procedimientos que han salvado muchas vidas. En este caso podría acabar por bautizarse como 'Código Esperanza'.

Sería la conjunción de un protocolo integral, la formación específica desde el médico al celador, adecuación de servicios e instalaciones, y cauces de coordinación con emergencias y atención primaria. Un código que active al momento una maquinaria predeterminada y engrasada ante cualquier situación o síntoma sospechoso.

En este plan Semes destaca varias medidas fundamentales. Una es una enfermera especialista en salud mental en las urgencias, que coordinaría el protocolo y acompañaría al paciente y su familia en todo el proceso.

Otra, la existencia de una sala específica, un entorno humanizado donde tranquilizar y valorar al enfermo. Habría que prestar especial atención a los más vulnerables (chicos, ancianos y depresivos) e implicar a la familia desde el principio. Otras acciones importantes son la coordinación con una enfermera de enlace en cada centro de salud, para detectar y para continuar tratamiento; agilizar las primeras consultas; y generalizar el acompañamiento telefónico periódico del paciente.