España reduce las emisiones de CO2 por debajo de los niveles de 1990

Alfonso Torices COLPISA / MADRID

SOCIEDAD

Calles sin coches en Vigo en mato del 2020
Calles sin coches en Vigo en mato del 2020 M.Moralejo

El efecto combinado del descenso del tráfico y la actividad por la pandemia y del cierre de centrales de carbón permitió empezar a cumplir el Acuerdo de París.Madrid, 1 jul.

02 jul 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

España colocó el año pasado las emisiones de gases de efecto invernadero por debajo de las registradas hace tres décadas. El efecto combinado del descenso del tráfico rodado, náutico y aéreo y de la actividad industrial provocados por la pandemia y del cierre masivo de centrales eléctricas de carbón permitió que el país comenzase a cumplir con lo firmado en el Acuerdo de París de 2015, el tratado que pretende frenar el cambio climático evitando que el calentamiento global en este siglo sea superior a 1,5 o 2 grados centígrados sobre las temperaturas de la época preindustrial.

Los datos oficiales indican que España lanzó en 2020 a la atmósfera 271,5 millones de toneladas de dióxido de carbono (CO2), lo que supone una reducción del 6,4% sobre los gases de efecto invernadero que emitió en 1990. La fecha es muy importante porque ese año es el que toma como referencia el Acuerdo de París y el año con respecto al que España, en la ley de Cambio Climático que acaba de aprobar, se ha comprometido a reducir las emisiones de CO2 en un 23% para 2030, como paso previo a lograr la neutralidad de emisiones en 2050.

La propia ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, llama a no echar las campañas al vuelo por la consecución de este buen dato ya que solo una parte de la mejora se debe a avances estructurales -que se mantendrán en el tiempo- contra las emisiones de gases de efecto invernadero. El resto, recuerda, son reducciones meramente coyunturales, derivadas quizás del único beneficio que trajo al país el coronavirus el año pasado, el descenso de la quema de combustibles fósiles por el confinamiento, primero, y las limitaciones a la movilidad y a la actividad laboral y social, después.

No obstante, el comportamiento de España, su descenso de emisiones, fue en 2020 mejor que el de sus socios europeos, pues recortó los lanzamientos de CO2 en un 13,7% respecto al año anterior, cuando la media de la Unión Europea no llegó al 10%. De hecho, fue el cuarto país comunitario que más descenso consiguió.

La parte de reducción estructural de las emisiones de CO2 se debe a un descenso radical en la quema de carbón para producir electricidad y a su sustitución por sistemas de generación mucho menos dañinos para la Tierra. El año pasado, dentro del proceso de cierre de las termoeléctricas de carbón que se inició en 2011, se clausuraron ocho centrales. El resultado, ayudado por un descenso de la producción eléctrica del 3,6%, derivada de la menor actividad, fue una reducción de las emisiones de CO2 atribuibles al sector del 34,9% en solo doce meses.

Avance de las renovables

Prueba de la enorme y acelerada caída en el uso de estos procesos sucios en España es que en 2020 se generaron bastante menos de mitad de teravatios hora en estas centrales muy contaminantes que solo un año antes. Por el contrario, y para compensar, el aumento de la producción de energía a través de sistemas renovables fue del 12,9%.

De las 21 termoeléctricas de carbón que había en funcionamiento hace una década solo están todavía en marcha seis y tres cerrarán este año y otras dos el próximo. La desaparición definitiva se espera para 2026, con el cierre del último grupo de carbón de la central térmica de Es Murterar, en La Alcadia (Mallorca). Hace diez años se generaban unos 75 teravatios hora anuales de electricidad en España con la quema de este contaminante combustible fósil, frente a los 5 teravatios hora del año pasado. Quince veces menos.

Pese a la notable mejora, la ministra recordó que para lograr una rebaja significativa en los próximos años en este ámbito, sin ayuda de un confinamiento, hará falta implantar en España nuevos hábitos en movilidad, sobre todo en las áreas urbanas y metropolitanas. Hay que aumentar la movilidad no motorizada (como la bicicleta y las áreas peatonales), el transporte público y los vehículos menos contaminantes, como los eléctricos.

Pese a la rebajas, por sectores, el transporte siguió siendo el mayor emisor en España de gases de efecto invernadero en 2020, pues supuso el 27,7% del total de CO2 y gases equivalentes (como el metano) lanzados a la atmósfera. Le siguieron la industria (21,4%), la agricultura y ganadería en su conjunto (14,1%), la generación de electricidad (10,3%), el consumo de combustibles en los sectores residencial, comercial e institucional (8,2%), y los residuos (5,1%).