Nancy Durrel Mckenna: «La ablación genital femenina es una forma de controlar a las mujeres»

Lucía Cancela
lucía cancela A CORUÑA / LA VOZ

SOCIEDAD

ANGEL MANSO

Su ONG trabaja con proyectos de educación sexual en Uganda y Etiopía

13 jun 2021 . Actualizado a las 17:34 h.

Nancy Durrel Mckenna es una defensora comprometida de la salud y educación sexual de las mujeres. Fotógrafa y cineasta que, tras descubrir el poder de las imágenes, decidió fundar en el 2003, Safe Hands, una organización no gubernamental que lucha en contra de la ablación genital femenina o el matrimonio infantil. Ahora, está pasando una época en A Coruña, con su marido William Mckenna, investigador de miocardiopatías con la UDC y visitante ilustre del Chuac. Para esta ciudad solo tiene buenas palabras.

-¿Cómo se autodefine?

-Antes que nada, soy fotógrafa y cineasta. Aunque primero estudié Educación Física en la Universidad de Yale y después Bellas Artes. Eso sí, no fue hasta que cogí una cámara por primera vez y pensé: «Esto es lo que puedo hacer». Mi pasión es capturar las relaciones humanas.

-Continuamente menciona el poder de la imagen.

-Sí, soy una persona visual y utilizo mi creatividad para que otros entiendan problemas mayores, desde el matrimonio infantil, la mutilación genital femenina hasta el aborto o la planificación familiar.

-¿Qué le animó a dar el paso de fundar Safe Hands for Mothers?

-Entre los años 1999 y 2000, la Agencia del Desarrollo Internacional del gobierno canadiense me encargó un reportaje fotográfico sobre la seguridad durante la maternidad en Indonesia, Bangladés y Pakistán. Cuando lo presenté de forma oficial, la ministra de desarrollo por aquel entonces me dijo que solo se quedaría un minuto porque tenía compromisos políticos. El poder de las imágenes fue tal, que no solo se queda a la exposición, sino a las preguntas de después. Cuando volví a Londres, solo pensaba en cómo hacer algo con una información tan potente. Así que opté por ayudar a otros consiguiendo fondos para la ONG.

-Lo que vio durante ese trabajo le removió lo suficiente para actuar.

-Totalmente. Volví con un material que ilustraba por qué en estos países las mujeres mueren durante los embarazos y partos y qué deberíamos hacer para solucionarlo.

-¿En qué países está trabajando SafeHands?

-En Uganda, Etiopía y Londres, aunque en este último nos enfocamos en divulgar en diferentes colegios. Es más, la encargada de este proyecto es Hibo, una mujer víctima de la oblación genital femenina y ahora, embajadora de la organización.

-¿A qué ha aprendido durante estos años?

-Aprendí que no puedo ir a estos países y apuntar a su gente con el dedo. Debo entender que no es mi cultura, y que mi misión es hacerles entender las consecuencias negativas de este tipo de tradiciones, siempre poniéndome en su lugar.

-¿Por qué continúan este tipo de prácticas?

-Es una tradición que viene de los egipcios. Personalmente, pienso que, cuando son las familias quienes lo hacen, es una forma de controlar a las mujeres. La madre dice que organiza la ceremonia de circuncisión por respeto a su hija, pero cuando lo hacen, las niñas tienen 6 o 7 años. No saben lo que está pasando porque es un tema tabú, nadie se pregunta el por qué.

-En una de sus películas, «Hibo's Story», se menciona cómo la protagonista no era consciente de ello.

-Claro. Cuando ella tenía 5 años, en el colegio sus compañeros la acosaban preguntándole: «¿Te han cortado?», y ella les respondía que no lo sabía, que desconocía el significado de «ser cortada», pero que al mismo tiempo sentía como necesitaba «ser cortada» para ser aceptada por la sociedad.

-Supongo que tiene que ver con la educación.

-Sí. No lo puedo enfatizar lo suficiente. Erradicar la mutilación genital femenina sería un milagro porque se lleva consigo todo de esa mujer. Su confianza, su autoestima. Y si se le practica la peor forma, nunca llega a experimentar el placer de la práctica sexual.

-¿Y cómo es la reacción de estas mujeres cuando les comenta los aspectos negativos?

-Algunas me dicen que es una tradición que viene de sus abuelas y que quienes no lo hacen son mujeres «desmadradas». Así que lo único que me queda allí por hacer es darles la información necesaria para que tomen una decisión formada.