La Voz acogió un debate con expertos en sostenibilidad en la industria
06 jun 2021 . Actualizado a las 13:36 h.Lograr una economía circular y encontrar con ella el camino de la sostenibilidad, en el que se concilien las empresas y el medio ambiente. Ese fue el tema que trató la mesa saludable de Vegalsa que tuvo lugar en la redacción de La Voz y que ayer se pudo ver en su página web y a través de sus redes sociales. En ella participaron Ricardo Castro, director de Calidad y Medioambiente en Vegalsa-Eroski; Arancha Mañas, presidenta de Aproema (Asociación Profesional de Empresas Medioambientales de Galicia); y Miguel Rodríguez, miembro del grupo de investigación GEN y de la agrupación estratégica Ecobas de la Universidade de Vigo y profesor del departamento de Economía Aplicada de esta universidad.
Este último fue precisamente quien abrió las intervenciones, indicando el reto actual al que se enfrenta la sociedad gallega: «Débense deseñar as directrices e as grandes liñas que a sociedade galega en xeral e a Xunta en particular necesitan para ser mais circulares e abandonar unha economía lineal que ten grandes impactos en termos de medio ambiente e cumprir ademais cos requirimentos que nos marca a Unión Europea».
En ese sentido, dejó claro los dos ejes de actuación fundamentales: «Hai que reducir o impacto sobre o medio ambiente. Xerar menos residuos e os que xeremos intentar reutilizalos, pero tan importante como iso é reducir o consumo na orixe».
Por su parte, Ricardo Castro indicó que desde Vegalsa-Eroski los esfuerzos se centran en tres aspectos: la reducción del desperdicio alimentario, el ecodiseño de los envases y la reducción máxima de los residuos. «Hay que evitar que un alimento sea un residuo. Tienes que diseñar en principio una estrategia para vender ese producto y que el alimento sea consumido por alguna persona. Si eso no se logra y llega un momento que no tiene vida comercial, hay acuerdos con los bancos de alimentos o las oenegés para que esos productos, que siguen siendo perfectamente aptos para el consumo, lleguen a personas más necesitadas».
¿Y si esa opción no funciona? «Si no somos capaces de vender el producto o destinarlo a un fin social, entonces debería ir a lo animal», concluye.
Un paso más allá
Desde Aproema, Arancha Mañas dijo en el debate que, en la actualidad, la idea de la desaparición de residuos se ha desterrado totalmente como una solución: «Ya desde hace muchos años. Sabemos hasta dónde llegamos, qué podemos llegar a hacer y, sobre todo, cómo volver a poner en el mercado lo que reciclamos». Al respecto, indica que se abre un abanico de posibilidades de las que pueden surgir nuevos empleos. «Hay que estar concienciados en separar y reutilizar, pero debemos ir un poco más allá de eso. Tiene que tener base. Volver a aprender a ver más allá del mero consumismo».
«Consumir vamos a volver a consumir todos -continuó- y, como industria y como comercio, yo necesito que todos consumamos. Pero hay que hacerlo siempre de modo inteligente. Por eso las industrias en la estrategia de economía circular no dejamos ni un solo punto sin cubrir. Debería ser un requisito para poder trabajar, tener esa sensibilidad».
Ricardo Castro subrayó en el debate la idea del equilibro y la responsabilidad global. «Tiene que existir un punto de equilibro entre la reducción de los residuos y la seguridad alimentaria», indicó. Apuntó también al papel que debe desempeñar quien compra los productos: «Las empresas y las distribuidoras te tienen que dar la opción a elegir productos, pero el consumidor tiene que pensar cuál es el uso que se le dará a ese alimento».
El ejemplo de las magdalenas
Al respecto, Ricardo Castro puso un ejemplo ilustrativo de cómo se debe afrontar la compra: «Si en una familia se desayunan en casa todos los días magdalenas, es normal comprar un paquete, pero si lo que hago es darle a mi hijo diariamente una para llevar al colegio es mejor que la compre con paquetes individualizados. Porque si no, la voy a estar envolviendo doblemente con filme y creando nuevos residuos».
«Los residuos de los ciudadanos cada vez llegan mejor»
Arancha Mañas subrayó en el debate la importancia de aplicar criterios medioambientales directamente desde las materias primas: «Como gestores nos importa mucho eso. La estrategia de economía circular se está aplicando a las materias primas que utilizan en sus procesos. Hay aceites que ya no tienen cierta parte de cenizas y duran muchísimo más. O a la hora de romper las emulsiones es mucho más fácil».
En ese sentido, asegura que la conciencia ecológica ha calado en el sector productivo. «Podemos estar tranquilos, que en el sector productivo en Galicia se tienen en cuenta estas cosas y los gestores de residuos lo estamos viendo. Nos resulta mucho más sencillo separar y nos llegan mejor las cosas. Esa concienciación está ahí». Y no solo está presente, sino que incluso se ve como una oportunidad: «Pódese considerar a economía circular como un novo negocio. O que ata agora era un problema pasa a ser un negocio», reflexionó Miguel Rodríguez, poniendo un ejemplo de cómo aplicar esa mentalidad: «As adegas galegas teñen o problema do bagazo. Pero con iso se pode facer compost e o podes empregar nas viñas de volta e facelo circular».
Las normativas han calado
«Somos muy optimistas en esta estrategia de crecimiento circular. El sector industrial gallego está preparado -apuntó Arancha Mañas-. Toda la parte de la administración ha calado por diferentes normativas y se está haciendo bien en términos generales. Eso es una buena base, pero se puede mejorar todavía más. Toda esta estrategia circular nos abre las puertas a nuevas áreas de negocio por explotar».
Junto a ello se encuentra el papel de los particulares: «Estamos viendo en diferentes residuos que nos vienen de los ciudadanos que cada vez llega mejor. Por ejemplo, el aceite vegetal, que se recicla mucho más de lo que se hacía antes. Eso demuestra que el que está en casa sabe lo que va a hacer. Ya hay resultados de esa concienciación», sentenció Mañas que cree que es el momento «de hacer grandes alianzas y crecer, tener un conocimiento muy global y que tus inversiones vayan a más».
«El problema se da cuando el residuo está mezclado. Si lo separas, pronto le sale una novia»
Los profesionales coinciden que la gestión de los grandes residuos es algo que, en términos generales, está bien canalizado. El problema surge cuando estos se mezclan y separarlos conlleva un coste a mayores. Ricardo Castro puso como ejemplo un bote de crema de cacao para untar: «Alguien la coge del estante, se cae al suelo y se rompe. ¿Cómo se hace para separar el productor alimenticio del cristal?».
La prioridad de la empresa siempre debe ser que el producto que se desecha pueda ser reutilizado. «Las empresas tienen que darle una vuelta en la cabeza, ver lo que pueden hacer para separar, porque el problema se da cuando el residuo está mezclado. Si lo separas, pronto le sale una novia», explicó, e indicó muchos supuestos del día a día de una empresa como la suya.
«En una panadería se hace la masa, se cuece pan y, al final del día, queda el que no se vende. Nosotros podríamos coger todo ese pan y tirarlo todo junto en un contenedor de orgánico. No incumpliríamos ninguna normativa, tal y como está en la actualidad. Pero nosotros nos preguntamos qué podemos hacer. Pues lo separamos, lo agrupamos y ya le sale una novia. El pan se deriva a la alimentación animal y el plástico se junta con tus otros residuos plásticos. Eso es lo que las empresas debemos hacer. Dar una pensada a todo para que la gestión resulte más eficaz».
Envases tontos
Estas reflexiones tienen que incidir también en el diseño de los envases. «Por ejemplo, con los proveedores puedes plantear que unas tiras depilatorias que vengan en una caja de cartón, en vez de un paquete de plástico. O no admitir los envases tontos». ¿Qué es eso? «Todo el mundo compra conservas vegetales en tarro de cristal y la garantía de que eso está bien es el ruido que hace al abrir la tapa. Se puso de moda por seguridad alimentaria ponerles una banda de plástico, que realmente es un adorno. Pues ahí les dice a los productos que fabricas tú que se saquen un plástico que no aporta nada de valor».
Ese tipo de exigencias las han aplicado en productos como la leche («Para nuestra marca propia, hemos cambiado el envase, que está hecho en un 93 % con material renovable y 100 % reciclable») o las ensaladas («hemos reducido un 15 % de plástico»). Como señaló Miguel Rodríguez: «Hay moitísimo que facer. Non é unha cuestión de gran desenvolvemento tecnolóxico».