Las normativas han calado
«Somos muy optimistas en esta estrategia de crecimiento circular. El sector industrial gallego está preparado -apuntó Arancha Mañas-. Toda la parte de la administración ha calado por diferentes normativas y se está haciendo bien en términos generales. Eso es una buena base, pero se puede mejorar todavía más. Toda esta estrategia circular nos abre las puertas a nuevas áreas de negocio por explotar».
Junto a ello se encuentra el papel de los particulares: «Estamos viendo en diferentes residuos que nos vienen de los ciudadanos que cada vez llega mejor. Por ejemplo, el aceite vegetal, que se recicla mucho más de lo que se hacía antes. Eso demuestra que el que está en casa sabe lo que va a hacer. Ya hay resultados de esa concienciación», sentenció Mañas que cree que es el momento «de hacer grandes alianzas y crecer, tener un conocimiento muy global y que tus inversiones vayan a más».
«El problema se da cuando el residuo está mezclado. Si lo separas, pronto le sale una novia»
Los profesionales coinciden que la gestión de los grandes residuos es algo que, en términos generales, está bien canalizado. El problema surge cuando estos se mezclan y separarlos conlleva un coste a mayores. Ricardo Castro puso como ejemplo un bote de crema de cacao para untar: «Alguien la coge del estante, se cae al suelo y se rompe. ¿Cómo se hace para separar el productor alimenticio del cristal?».
La prioridad de la empresa siempre debe ser que el producto que se desecha pueda ser reutilizado. «Las empresas tienen que darle una vuelta en la cabeza, ver lo que pueden hacer para separar, porque el problema se da cuando el residuo está mezclado. Si lo separas, pronto le sale una novia», explicó, e indicó muchos supuestos del día a día de una empresa como la suya.
«En una panadería se hace la masa, se cuece pan y, al final del día, queda el que no se vende. Nosotros podríamos coger todo ese pan y tirarlo todo junto en un contenedor de orgánico. No incumpliríamos ninguna normativa, tal y como está en la actualidad. Pero nosotros nos preguntamos qué podemos hacer. Pues lo separamos, lo agrupamos y ya le sale una novia. El pan se deriva a la alimentación animal y el plástico se junta con tus otros residuos plásticos. Eso es lo que las empresas debemos hacer. Dar una pensada a todo para que la gestión resulte más eficaz».
Envases tontos
Estas reflexiones tienen que incidir también en el diseño de los envases. «Por ejemplo, con los proveedores puedes plantear que unas tiras depilatorias que vengan en una caja de cartón, en vez de un paquete de plástico. O no admitir los envases tontos». ¿Qué es eso? «Todo el mundo compra conservas vegetales en tarro de cristal y la garantía de que eso está bien es el ruido que hace al abrir la tapa. Se puso de moda por seguridad alimentaria ponerles una banda de plástico, que realmente es un adorno. Pues ahí les dice a los productos que fabricas tú que se saquen un plástico que no aporta nada de valor».
Ese tipo de exigencias las han aplicado en productos como la leche («Para nuestra marca propia, hemos cambiado el envase, que está hecho en un 93 % con material renovable y 100 % reciclable») o las ensaladas («hemos reducido un 15 % de plástico»). Como señaló Miguel Rodríguez: «Hay moitísimo que facer. Non é unha cuestión de gran desenvolvemento tecnolóxico».