Viendo osos en libertad en Asturias

Genaro Morán

SOCIEDAD

El ataque a una mujer en Cangas del Narcea ha vuelto a poner de actualidad a una especie única, el mayor mamífero en libertad de la Península Ibérica, que vive entre los Ancares lucenses y la montaña palentina. ¿Qué sabemos del oso pardo cantábrico? ¿Es posible verlo en su hábitat? ¿Se está convirtiendo en actividad peligrosa salir a hacer senderismo por determinadas zonas?

26 nov 2021 . Actualizado a las 15:22 h.

La pandemia ha servido para que todos tengamos más en cuenta la pescadería que tenemos debajo de casa. Para que volvamos a descubrir joyas como la Torre de Hércules, el Pórtico de la Gloria o as Fragas do Eume. Pero siguen existiendo actividades aún desconocidas. Pequeños paraísos a tiro de piedra. Y, aunque cada vez son más los gallegos que se acercan de escapada de fin de semana a Asturias, uno de esos paraísos es Proaza, el santuario del oso pardo cantábrico. No hace falta volar a la bahía de Monterrey o a la Península Valdés, donde se sumergen los mayores cachalotes del mundo, ni hacer una safari por Kenia y Tanzania, para ver en libertad a uno de los grandes mamíferos del planeta. A apenas hora y media de coche de Ribadeo se puede hacer un avistamiento de osos, con enormes posibilidades de verlos alimentando a sus crías o peleando por un celo.

La noticia protagonizada esta semana por un oso que atacó a una mujer en Cangas del Narcea ha vuelto a poner de actualidad a una especie única, que cada vez está más extendida por la Cordillera Cantábrica, incluida Galicia, y que le está perdiendo el miedo al hombre, acercándose cada vez más a zonas pobladas, como otros animales salvajes. ¿Qué sabemos del oso pardo? ¿Es posible verlo en libertad? ¿Se está convirtiendo en actividad peligrosa salir a hacer senderismo por determinadas zonas?  

La relación de los asturianos con el oso pardo cantábrico hace décadas que ha dejado de ser conflictiva, salvo deshonrosas excepciones. La generación de EGB tiene marcada en su memoria los peores momentos de esta subespecie, cuando estuvo a punto de desaparecer. El oso pardo es el animal terrestre en estado salvaje más grande que existe en la fauna ibérica. Aunque comparados con sus hermanos mayores, los grizzlies de Alaska y Yellowstone o los gigantes pardos de los Cárpatos, son una de las subespecies más pequeñas del planeta. Los machos apenas superan los 180 kilos. Mientras que las hembras rondan los 100.

Actualmente se estima que en la cordillera Cantábrica, de los Ancares lucenses al macizo oriental de Picos de Europa, en sus vertientes cántabra y palentina, viven unos 300 ejemplares. A mediados de los 90 la especie estuvo en «peligro crítico» de extinción, con menos de 50 adultos. El trabajo de la Fundación Oso Pardo de Asturias, del Principado y la concienciación de los asturianos en general ha permitido que la alerta roja haya pasado a amarilla. Y con una tasa de crecimiento de alrededor del 10 % anual, se estima que dentro de tres años la especie puede dejar de estar en peligro y subir al escalón de simple «población vulnerable».

El oso pardo cantábrico quedó dividido en la primera mitad del siglo XX en dos poblaciones genéticamente incomunicadas. La brecha fue el puerto de Pajares, el cordón umbilical de Asturias con la Meseta, por tren y carretera. La población oriental vive entre los picos de Europa, la zona leonesa de Riaño y el Alto Campoo. Mientras que la población occidental vive entre los Ancares de Lugo, los valles de Babia, Laciana y Luna, el santuario osero de Somiedo y la denominada Montaña Central. Y si bien en el suroccidente asturiano, entre Cangas del Narcea, Muniellos, Villablino y el nacimiento del Sil en Somiedo, es donde existe una mayor concentración de hembras con crías y machos solitarios, el lugar idóneo para verlos es esa Montaña Central asturleonesa. Peña Ubiña, con Peña Prieta y los Picos de Europa, la santísima trinidad de los colosos cantábricos. Y en concreto Proaza, donde Jesús López, gerente de Fayas Forestal, ha catalogado en su último censo más de 60 ejemplares. «Este es el mejor sitio para verlos, porque estamos a 20 minutos de Oviedo y porque, en una zona geográfica muy acotada, tenemos controladas varias decenas de animales, que podemos ver con absoluto respeto por su hábitat».  

¿Cómo funciona el avistamiento?

Hay que madrugar mucho o llegar a Proaza para comer. Jesús cita en el centro del pueblo a las 06.45 de la mañana o a las 18h. Las primeras y las últimas horas del día son el momento idóneo para ver a las madres salir de las oseras con sus crías, en busca de alimento. Y también el momento en el que los machos merodean tanto a las osas solas como incluso a las recién paridas, en busca de un celo. El principal enemigo del oso pardo es él mismo. En la Península Ibérica no existe ningún depredador con el que ni siquiera tenga que compartir el trono de la cadena trófica. Pero el índice de reproducción es muy bajo porque las osas, en un claro ejemplo de dimorfismo sexual, son mucho más pequeñas, paren cada dos años y no siempre son capaces de defender a sus crías de los ataques de los machos, que quieren eliminarlas para que las madres recuperen el celo. El infanticidio, como así se denomina a esta práctica, es una estrategia evolutiva de los machos para mejorar su éxito reproductivo. El principal escudo que tienen las madres es la promiscuidad. «Copulan con todos los machos que pueden para hacerles creer que ellos son los padres. Incluso hay algún estudio reciente que dice que ellas no solo son capaces de saber quién es el padre real. Sino incluso de elegirlo entre varios machos con los que hayan copulado», nos explica Jesús.   

¿Con quién hay que contactar?

Nosotros fuimos con Fayas Forestal. Hay otra empresa en Proaza, de un guía francés, que trabaja prácticamente en exclusiva con tourperadores de su país. También hay otras posibilidades en los valles de Aller, Nava o en Somiedo. Pero no con una densidad de osos tan grande como la que existe en Proaza. 

¿Es una excursión de riesgo?

No, siempre que se vaya con un guía. Las posibilidades de ver osos en libertad yendo por cuenta propia son prácticamente nulas. «Imposible no hay nada -nos explica Jesús-. Yo los he tenido delante del coche a dos metros. Hay osos que se acostumbran a bajar a algún contenedor de basura de algún pueblo. Pero aunque vayas por el monte y los tengamos a cuatro metros, lo más probable es que nosotros no los veamos y ellos en cuanto nos huelan asusten y se vayan». No obstante, con el oso ocurre como con el jabalí u otras especies. Como prueba el incidente de Cangas del Narcea, en el que una octogenaria que se había quedado unos pasos atrás de un grupo de personas que habían salido a pasear por una pista se encontró con un macho que seguía el rastro de un celo, nada es imposible. Y los incidentes cada vez son más probables. El calentamiento climático está provocando que algunas especies vegetales, como el arándano, tenga cosechas cada vez más irregulares. Y de otras, como la castaña, cada vez hay más. Esto provoca que los osos cada vez hibernen menos y estén más tiempos activos. «Cada vez hay más y cada vez son más descarados», nos explica Jesús. Pero lo cierto es que en los últimos veinte años la Fundación Oso Pardo solo tiene catalogados ocho ataques a humanos, y solo en cinco con el resultado de heridas leves. 

¿Está garantizado verlos?

No. De hecho, nosotros no los vimos tras intentarlo un sábado por la tarde y un domingo por la mañana. La mejor época es la primavera, cuando las osas sacan a las crías, nacidas en plena hibernación en enero, a descubrir el mundo. Y en otoño, cuando los madroños están cargados de fruto y los adultos se afanan por alimentarse y alimentar a las crías para preparar la hibernación.

El plan suele ser apostarse en dos o tres zonas que los guías tienen controladas y mirar siempre a una ladera de enfrente, a una distancia de entre 80 y 500 metros, respetando en todo momento el hábitat de los animales. El área a la que dirigir los prismáticos suele ser una pequeña cueva o alguna pequeña grieta en la cresta de la montaña, siempre en lugares de muy difícil acceso, que es donde las osas construyen las oseras para hibernar y parir. O en cualquier lugar en el que un adulto sin cría pueda haber construido un pequeño encame.   

Pero aunque no se lleguen a ver osos, la excursión merece muchísimo la pena. En nuestro caso vimos gran variedad de buitres, águilas, ciervos y corzos. Y oímos a muy poca distancia un celo, quizás una pelea entre dos machos, por desgracia oculta por un poco de neblina.  

¿Cuánto cuesta?

Cincuenta euros por persona en grupos máximos de ocho, que suben al monte en dos jeeps, equipados con prismáticos y catalejos Swarovski, que garantizan que todos los excursionistas puedan ver la fauna que haya ese día.  

¿Podemos ir por nuestra cuenta?

Está totalmente prohibido. El oso pardo cantábrico tiene la mayor protección jurídica que puede tener en España una especie en peligro de extinción. Poner en peligro su hábitat, o entrar en su territorio a sabiendas, constituye un grave delito contra la fauna silvestre y puede acarrear una multa de hasta 60.000 euros. No es delito, claro está, hacer senderismo por el monte, salvo algunos puntos concretos en los que está prohibido entrar porque haya actividad reproductora. Y a los que en general solo se puede acceder por pistas o caminos en los que esa prohibición está señalizada. Pero, resumiendo, no se puede ir con Jesús y volver al día siguiente por tu cuenta al mismo lugar.      

¿Qué otras cosas se pueden hacer?

1. Ver a Paca y Molina, el premio de consolación

 Como capital osera, Proaza tiene la Casa del Oso y el cercado de Paca y Molina. Esta es la parte más triste de la historia. En Asturias solo existe constancia de cinco osos pardos que hayan logrado sobrevivir en cautividad. Los pioneros fueron Petra y Perico, dos esbardos rescatados en los años 50 después de que un furtivo matase a golpes a su madre. Trasladados de Somiedo a la capital asturiana, fueron encadenados a unas argollas y confinados en una jaula con barrotes en el céntrico parque de San Francisco. Perico murió pronto, hay quien dice que no por causas naturales, sino para evitar que alcanzara la madurez sexual. Su hermana sobrevivió 20 años siendo una atracción turística en el Oviedo de Franco y Doña Carmen.

La historia de Paca y Tola es similar. Fueron rescatadas después de que los furtivos matasen a su madre, en 1989. Tras varios intentos fallidos por reintroducirlas en su medio natural, penaron por distintos lugares de la geografía española hasta que en 1996 se construyó el cercado de Santo Adriano, donde vivieron en semilibertad hasta hace pocos años. Símbolo de la lucha por la recuperación del oso en Asturias, en su madurez fueron cruzadas con Furacu, un oso pardo de otra subespecie enviado por Revilla desde Cabárceno. El objetivo era preñar a Paca y Tola para intentar la cría en cautividad del oso pardo cantábrico. Y, no nos engañemos, dotar de contenido al cercado de Santo Adriano cuando las hermanas murieron. Furaco llegó en el 2008 y se fue nueve años después. Cada primavera, la salida de las hermanas de la hibernación era un acontecimiento. Pero lo máximo que se logró fue que Tola pariera un esbardo en el 2012, que murió nada más nacer, aparentemente por aplastamiento causado por su madre. Tola, más tola y desconfiada que su hermana, murió en enero del 2018, a los 29 años. Paca sigue viva a sus 33 años y ahora convive con Molina, una jovenzuela nacida en el 2013, que tampoco se logró reintroducir. Hace algunas semanas, cuando visitamos el valle, en el cercado también vivía un joven esbardo, tapado por una lona, cuyo destino aún es incierto. Si se logra que no tenga contacto con el hombre, probablemente se intentará su puesta en libertad, como se hace casi todos los años con éxito en otros casos.     

 2. Excursión para toda la familia a Pedroveya

Subir por el desfiladero de Las Xanas, una excursión que se puede hacer sin problema con niños, merece el viaje a Asturias. La subida por la garganta, de menos fama que el Cares pero de similar belleza, se inicia en el bar del mismo nombre. 

Al llegar a Pedroveya, algo menos de dos horas hacia arriba, el paraíso espera en Casa Generosa, donde hay que reservar, porque se come una de las mejores fabadas de Asturias. Si hace buen tiempo, se puede comer debajo de un hórreo. De primero, si es un grupo grande, lo aconsejable es pedir fabada y pote. Y de segundo, cabrito y ternera. De postre, sublime arroz con leche. Para regresar, es suficiente con que baje un adulto por coche, porque a Pedroveya se puede subir en coche. Otra opción para los perezosos o si toca un día de lluvia.  

3. La Senda del Oso en bicicleta

Se puede empezar en el mismo Oviedo, enlazando con una vía verde que lleva a las Caldas. Pero la Senda del Oso en sí es una ruta hormigonada, que sube en suave pendiente por el trazado de un antiguo tren minero, y que empieza en Tuñón. Tiene dos ramales, tras superar el cercado de Paca y Molina: uno que acaba en Quirós y otro que se adentra en el valle de Teverga. La parte más bonita es justo el lugar en el que mejor se ven los osos. Donde los valles se estrechan y las laderas se acercan, en cualquiera de los dos ramales después de Caranga. Hay empresas de alquiler de bicicletas en todos los pueblos por los que pasa la senda. Se puede hacer ida y vuelta o solo ida, y bajar en furgoneta.  

4. Para expertos, subir a Peña Ubiña

Peña Ubiña. La peña. Un faro desde el que hemos visto con nuestros propios ojos el puerto de Gijón y los tejados de la Catedral de León. Arriba vimos niños, pero es alta montaña. La peña es un pico de 2.417 metros de altitud, un poco inferior a las cumbres más altas de Picos, pero sin rival en cientos de kilómetros a la redonda. Y por eso majestuosa y muy agradecida. Tiene dos cumbres, La Ubiña grande y la Pequeña. Se puede subir por la vertiente leonesa, desde Torrebarrio. Más fácil es subir en coche por el valle de Lena hasta Puerto Mieres, dejar encargada la comida en el refugio de montaña e intentar subir al pico. Si hace mal tiempo o se ve que puede caer la niebla, retirada.   

Un plan redondo 

¿Dónde comer? 

Con permiso de Generosa, en Pedroveya, se come fenomenal en cualquiera de los restaurantes de Proaza. Menú del día, todo guisos y carnes astures, incluidos cachopos enormes en Benjamín Casa Clemente

¿Dónde dormir?

Hay casas y hoteles rurales por todo el valle. Otra alternativa es el balneario y club de golf de Las Caldas, donde también está el excelente restaurante La Vizcaína. Pero, insistimos, está a 20 minutos de Oviedo y 40 de Gijón.