Festival atípico
Nadie quiso ni pudo contener la emoción de lograr celebrar la 65ª edición del Festival de Eurovisión tras la cancelación del evento del 2020 por la pandemia. Más de dos años tuvieron que esperar artistas y seguidores del formato para volver a escuchar la icónica melodía del certamen. La gala transcurrió con un equilibrio entre la celebración de los que estaban y el homenaje a los que se fueron y, sobre todo, resaltando que los valores originales del festival como la confraternización y la unión entre países pueden seguir vivos aunque haya que mantener la distancia de seguridad o incluso cumpliendo confinamientos.
Este fue el caso de Islandia, primer país en la historia del festival que compitió en la final con una actuación grabada. El positivo de uno de los miembros de la banda les impidió subirse ayer al escenario de Róterdam, sin embargo, al haber tenido la posibilidad de ensayar antes de detectar el contagio, tanto el jurado como el público pudo valorarlo como al resto de países participantes.