La desgarradora despedida de Ana Obregón a su madre: «Cuida mucho de mi niño»

Martín Bastos

SOCIEDAD

La actriz y presentadora pierde a su progenitora a los 95 años, tan solo nueve días después del primer aniversario de la muerte de Álex Lequio

23 may 2021 . Actualizado a las 17:41 h.

«Ahora los dos amores de mi vida están juntos para siempre. Mamá cuida mucho de mi niño hasta que yo llegue que espero sea pronto, y dile que le quiero más que a mi vida. Os amo desde siempre y para siempre». Con este desgarrador mensaje acompañado de una radiante foto de su madre, Ana Obregón, con su hijo Álex en brazos cuando apenas era un bebé, despedía ayer la actriz y presentadora a su madre a los 95 años. 

Su muerte, pese a su delicado estado de salud, no deja de ser un nuevo mazazo para Ana Obregón, ya que llega apenas nueve días después del primer aniversario de la muerte de su hijo Álex. 

Completamente abatida y de riguroso luto, llegaba Ana Obregón sostenida por sus dos hermanas, Celia y Amalia al tanatorio. 

Tras unos últimos años en los que la madre de Ana Obregón había sufrido varios problemas de salud, como un ictus cuando se encontraba en su casa de veraneo en Mallorca y una intervención quirúrgica cardíaca, su último ingreso fue el pasado mes de abril en la clínica Ruber Internacional de Madrid. Al regresar a casa Ana Obregón compartía un vídeo de cómo había sido el reencuentro con sus padres, que llevaban 67 años casados. Durante sus visitas a su madre en ese momento aseguraba que «para mí volver a ese hospital ha sido como una vuelta al infierno rememorando los últimos meses que pasé allí viendo sufrir a mi niño». 

La madre de Ana Obregón llevaba 67 años casada con el empresario Antonio García Fernández, una relación que para su hija demuestra que «el amor eterno existe». Así lo explicó la actriz cuando su madre y su padre se reencontraban después del ingreso de ella. Juntos tuvieron cinco hijos, Amalia, Celia, Javier, Juancho y la archiconocida Ana, y vieron nacer a once nietos y a un bisnieto.

En una entrevista hace unos días en la revista Vanity Fair, Ana Obregón contaba una tierna anécdota de su madre, a quien al igual que su padre, Antonio García, estaba muy unida. Relataba que visitaba a diario a sus padres. «Teniendo en cuenta su edad, están fenomenal, aunque a veces se les va...», aseguraba. «Con lo de mi niño se enteraron en el momento, pero no sé... De repente se les ha olvidado. Gracias a Dios. Creo que es un mecanismo de defensa. El otro día le dije: ‘Mami, que voy a comer´ y me contestó: ‘Tráete a Aless que hace mucho que no le veo´», contaba.

Toda la familia se ha desplazado al tanatorio para dar el último adiós al a matriarca del clan Obregón. Entre ellos la modelo gallega Paloma Lago, exmujer de Javier Obregón y madre de uno de los nietos de la fallecida. «Un ángel en el cielo, otro más. Hoy es un día muy triste para la familia», decía visiblemente afligida. «Ahora voy a estar con mi hijo porque es un momento difícil», añadía. Sobre cómo afontrará Ana Obregón este nuevo golpe, Paloma Lago decía: «Pues imagínate, va a tener que sacar fuerzas de donde sea, vamos a estar todos ahí. Os agradezco el respeto con el que estáis tratando el tema». Y tenía unas palabras de cariño para la que fue su suegra: «Con mucha alegría porque era un ángel, una persona a la que adorábamos todos y una persona cariñosa con todos sus hijos y nietos han formado una familia preciosa y ahora hay que mantener esos recuerdos vivos y seguir adelante». 

Ana Obregón: «Estoy muerta, pero voy a renacer»

«13 de mayo del 2020. El día que necesitaban un héroe en el cielo. El día que me morí contigo, hijo mío», publicaba Ana Obregón junto a un montaje de su hijo en el que se le ve en fotos en diferentes momentos de su vida, muchas de ellas sonriendo y feliz. La actriz y presentadora conmemora así el primer año desde la muerte de su hijo, el 13 de mayo del 2020. 

Las fuertes restricciones de hace un año, no hicieron más que añadir más dolor al terrible trance al que se tuvieron que enfrentar Ana Obregón y Alessandro Lecquio. Los dos se encontraban en Barcelona, donde se trasladó Álex Lequio apenas unos días de decretarse el estado de alarma para someterse a un tratamiento experimental tras una recaída el sarcoma de Edwing que sufría desde el año 2018. También los acompañaba la novia de Álex Lecquio, Carolina Monge, que no se separó de él hasta el fatal desenlace. 

Las imágenes de una Ana Obregón completamente destrozada, que contaba con el único apoyo del padre de su hijo, Alessandro Lecquio, que en los días posteriores lució una camiseta azul que pertenecía a su hijo mediano, conmovieron a toda España. Solo las dos hermanas de Ana Obregón, Celia y Amelia y se desplazaron a la ciudad condal para ayudarla en todos los trámites para el traslado y el entierro de su hijo, que contaba tan solo con 27 años. Junto a ellas hicieron el doloroso camino de vuelta a Madrid, ya sin Álex. 

«Me morí el día que se fue mi hijo. Pero sé que voy a renacer», asegura Ana Obregón en la edición de Vanity Fair de este mes de mayo. «El cáncer es una enfermedad muy cruel. Muy cruel. No se me olvidará cuando hicieron la biopsia y nos dijeron que era malo. Aless entró en mi cuarto y yo estaba sentada en la cama, con un cigarro. Me dijo: ‘Mami, han llamado del hospital. Es malo. Es cáncer´. Y yo contesté: ‘No pasa nada, hijo´. Me acuerdo que preguntó: ‘¿Me voy a morir?´. Le respondí: ‘No», relata. 

«El cáncer es una enfermedad muy cruel»

En una larga entrevista relata cómo se enteraron de la enfermedad del joven y cómo se mudó con él a Nueva York siguiendo el consejo del doctor Baselga, fallecido hace unos meses. «Me dijo: ‘Trae una biopsia´, y en dos días organicé todo. Una madre no sé de dónde saca la adrenalina. Veía al padre, pobrecito, llorando por las esquinas. Yo no eché ni una lágrima. No podía. Tenía que salvar la vida de mi hijo. Fui al Ramón y Cajal y pedí la biopsia. Me decían que no se podía. ¡Me la dan! Me la llevé en el bolso, con una nota del médico porque pensé, a ver si se creen que es un arma biológica. Y allí estuvimos siete meses los dos solitos. El padre vino algunas veces porque estaba trabajando. Si no, él y yo. Éramos como un espejo que nos íbamos dando fuerza el uno al otro», señalaba. 

El tratamiento funcionó, y a los dos meses el tumor había reducido su tamaño en un 90 %. «Y ahí me puse a llorar. Entonces mi hijo me dijo: ‘Oye, mamá, no dramatices´», recuerda. Regresaron a Madrid, donde completó el tratamiento que le faltaba y en febrero del 2019 les dijeron que estaba «limpio».

«Fueron los ocho meses más felices de mi vida»

«Ahí es cuando conocí la verdadera felicidad. Le salió pelo, venga a dejarse barba. Estaba orgulloso. Yo fui tan feliz. Joé, madre mía, qué felicidad. Fueron los ocho meses más felices de mi vida», recuerda. Pero en septiembre volvió el cáncer y ahí comenzó una carrera de fondo que terminó el 13 de mayo en Barcelona, donde murió Álex Lequio. 

Su último ingreso fue el 6 de febrero del 2020. Ese día Álex dejó un abrigo sobre el sofá. Ana Obregón no ha sido capaz de guardarlo. «Tal cual lo dejó, ahí está. No lo voy a mover nunca». La maleta que se llevó a Barcelona también sigue tal cual. No la ha deshecho. 

Obregón asegura en Vanity Fair que ella siempre creyó que su hijo saldría adelante, prácticamente hasta el último momento. «Un día en la Ruber vinieron a verme cuatro o cinco médicos. Yo llamé al padre nerviosa: ´Oye, que nos quieren hablar´. Porque yo, hasta el final, te lo juro por mi vida, hasta dos días antes pensé que se iba a salvar. Entonces me dijeron: ´Mira Ana, parece que no hay solución´. Yo me levanté y los insulté a todos: ´¡Esto se cura! No me digáis tonterías», recuerda. Un médico le aconsejó trasladarse a Barcelona, y así lo hicieron.

«Todas las noches y todas las mañanas entro en su cuarto: ‘Buenos días, buenas noches», se lamenta. Su vida se paró en el 2020, pero no por la pandemia, por la muerte de su único hijo. «Yo de la pandemia no me he enterado. Ahora la gente tiene miedo a la vacuna. Y yo pienso: ‘¡Madre mía!´. Que les digan a los enfermos de cáncer el veneno que les están metiendo en el cuerpo, que ni te lees los efectos secundarios. La muerte es lo de menos», aclaraba. 

Otro de sus grandes apoyos es Alessandro Lequio, con el que come cada semana. «A él no le tengo que explicar mi dolor. Viene todas las semanas y le preparo el plato favorito de Aless: albóndigas con tomate y arroz. El otro día se comió 24. ¡24! Le dije: ‘Te vas a poner malo”», narra. 

Sobre cómo está viviendo su duelo, Ana Obregón confiesa que apenas duerme y que no quiero ayuda ni de psicólogos ni de pastillas. Es más, reconoce estar traumatizada con los médicos. «Mi dolor es su dolor, porque él quería vivir. Amaba la vida. No voy de víctima “ay, pobrecita”, no. Me duele su dolor de no estar aquí. La persona más vitalista que he visto nunca», recuerda. «Me morí el día que se fue mi hijo. Me morí. Sé que voy a renacer, pero estoy muerta. Aunque por otro lado, fíjate, me siento muy libre porque ahora no tengo miedo a nada», reconocía. Ahora deberá enfrentarse también a la dura despedida de su madre, que aunque es ley de vida, duele siempre tenga la edad que tenga. 

Mientras tanto sigue en marcha con la fundación de su hijo, donde recaudará dinero para la investigación del cáncer, que ha reivindicado en varias ocasiones en los últimos meses. Regresó fugazmente al trabajo para dar las Campanadas, donde lució un luto blanco y envió un mensaje cargado de esperanza. Aunque se dijo que preparaba su vuelta a la televisión con una serie, por el momento no se saben más datos sobre ese proyecto.