Sanidad cede y permite la segunda dosis de AstraZeneca en menores de 60

SOCIEDAD

La ministra de Sanidad, Carolina Darias
La ministra de Sanidad, Carolina Darias Kiko Huesca

Será voluntaria y con consentimiento informado para los que rechacen Pfizer

19 may 2021 . Actualizado a las 23:41 h.

El Ministerio de Sanidad ha cedido a la presión de las comunidades y lo que el martes era una posibilidad que se iba a debatir este miércoles se convirtió en un acuerdo. Las personas menores de 60 años que recibieron la primera dosis de AstraZeneca podrán recibir la segunda de Pfizer como criterio general, pero en caso de que no quieran seguir esta pauta heteróloga (que mezcla dos vacunas distintas) podrán optar de manera voluntaria y mediante un consentimiento informado porque la administren la inyección de refuerzo también con AstraZeneca.

Fue la propia ministra, Carolina Darias la que, en vista de la contestación de muchas comunidades, entre ellas Galicia, y para no dilatar más la incertidumbre, la que llevó la propuesta, que recibió un apoyo mayoritario aunque contestado. Eso sí se tendrá que aplicar «de la mano del Comité de Bioética», al que Sanidad le ha solicitado un informe, porque la estrategia dice que la vacuna no puede ser a elección ni del usuario ni de los sanitarios.

En cualquier caso, Darias defiende la opción de Pfizer, que ya habían adoptado Alemania y Francia entre otros países y que también va a ser la «pauta a futuro» habitual para el 2022 o el 2023 porque la inyección de refuerzo, lo que se conoce como «efecto booster», es muy probable que se lleve a cabo con el producto de este laboratorio porque la Unión Europea ya ha negociado un contrato de 1.800 millones de dosis.

También trató de defender que «esto no es una cuestión de elección», porque la decisión de la Comisión de Salud Pública «es pinchar Pfizer» y lo que se está permitiendo es que, en estas circunstancias extraordinarias, aquellas personas que no lo deseen puedan recibir AstraZeneca.

Entre las comunidades más beligerantes, Madrid ha vuelto a rechazar la pauta heteróloga y asegura que esperará a que se pronuncie el Comité de Bioética y que el Ministerio plasme por escrito la decisión. Andalucía, por su parte, ya ha anunciado que le inoculará la segunda dosis de AstraZeneca a aquellos ciudadanos que así lo deseen de manera voluntaria.

El presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijoo, anunció por la mañana que Galicia también utilizará esta vacuna si hay suministro, aunque ahora el Gobierno gallego está pendiente de pronunciarse una vez terminada la reunión del Consejo Interterritorial.

 

La decisión que puede retrasar semanas la campaña 

Las dos opciones son buenas. El estudio español y el británico demuestran que una segunda dosis de Pfizer a los menores de 60 vacunados con AstraZeneca incrementa la inmunidad y provoca efectos secundarios leves que ya se conocían. De hecho algunos de los principales países de Europa como Francia o Alemania ya lo están haciendo. Poner la segunda también de AstraZeneca, la vacuna más utilizada en el mundo, se ha probado en millones de personas. Si con el primer pinchazo sufren trombosis raras y graves nueve personas de cada millón, con el segundo esa cifra cae a una por millón y, además, es lo que recomienda el fabricante, lógicamente, y la EMA junto con numerosas sociedades científicas.

La decisión es, por tanto, más política que técnica porque con 834.000 dosis de AstraZeneca en las neveras, más de 30 millones compradas (12,2 antes de finales de septiembre) y cerca de dos millones de personas pendientes del segundo pinchazo, decantarse por la segunda inyección de Pfizer implica necesariamente un frenazo en las primeras citas de otros grupos. La consejera vasca de Salud, Gotzone Sagardui, estima el retraso en «dos o tres semanas» y la catalana, Alba Vergés, dice que podrían quedar paradas cerca de 90.000 citas. En Galicia son más de 60.000 vacunas que si destinan a estas personas menores de 60 años no se pueden utilizar para otros colectivos.

Además, tanto una postura como su contraria tienen implicaciones importantes de cara a la opinión pública. Por un lado está el rechazo, claramente sobredimensionado según los científicos, hacia AstraZeneca y por otro los recelos que genera la mezcla de vacunas, por más que se haya utilizado con otras enfermedades y esté demostrado que genera más inmunidad.

Ahora hay que ver cómo se concreta el proceso y cuántas personas apuestan por una vía o por la otra, si es que las comunidades no tratan de imponer solo una de ellas.