En pleno debate mundial sobre la necesidad de liberar las patentes de las vacunas del covid, y superados ya (Vaticano incluido) algunos debates éticos en torno a cómo se desarrolló la investigación del ARN mensajero, viajamos por el archivo histórico de La Voz a tiempos en que Pfizer regaló a España una audaz tecnología para conocer el proceso digestivo de las vacas. Un I+D muy avanzado para la época, cuyo uso actual también provoca heridas... emocionales
12 may 2021 . Actualizado a las 05:00 h.En las centenarias trayectorias de La Voz y de Pfizer, la actividad informativa de la primera y la de investigación en el campo de la bioquímica de la segunda han confluido en algunos momentos para la historia: el descubrimiento (1950) de la terramicina, el primer antibiótico de amplio espectro, o de la Viagra (1996), la famosa pastilla para la disfunción eréctil, son dos de ellos. De ambos hallazgos el periódico ofreció amplia información en su momento con titulares como: «Una nueva y rutilante estrella en el campo de los fármacos» o «Llega el medicamento que reactiva la maquinaria». El desarrollo de una vacuna para el covid-19, en el que la farmacéutica neoyorquina ha tenido un papel protagonista durante el último año, ocupa ahora en el diario otro capítulo destacado del I+D de la ciencia biomédica.
Pero en el archivo de La Voz, por el que hemos recorrido la trayectoria de Pfizer, nos encontramos otro pasaje que quedó sepultado por el tiempo y que muestra la audacia de una de las empresas pioneras en la investigación farmacéutica. Con una óptica actual, claro está, la información pondría los pelos de punta a más de uno y (ahí está el escándalo que levantó hace un par de años en Francia el uso de esta técnica) encendería las alarmas de los comités de bioética:
En mayo de 1962, el periódico titulaba en su primera página: «Una vaca con una ventana en la panza». La noticia aludía a una de las novedades que Pfizer mostraba en la Feria del Campo de Madrid. Según relataba el periódico, se trataba de un orificio «de 12 centímetros de diámetro, a través del cual se puede contemplar el proceso digestivo y tomar muestras para estudiar los problemas de la alimentación del ganado, generando un crecimiento más rápido y una producción de leche mayor»
La vaca había sido operada por un profesor de la Facultad de Veterinaria de Madrid, según las indicaciones de Pfizer y —aseguraba La Voz— se encontraba «en perfecto estado de salud». La intervención se llevó a cabo tras someter al animal a un periodo de ayuno de tres días y de administrarle drogas tranquilizantes, caldio, vitamina D y coagulógeno para evitar la hemorragia excesiva. lLa información precisaba que el rumiante había sido anestesiado «y, al objeto de que la fístula no se cierre, se le ha colocado una cánula de plástico que atraviesa la piel y la pared muscular y llega hasta la panza, como el marco de una ventana». Con este procedimiento, explicaba el periódico, Pfizer había realizado grandes avances sobre los efectos de la terramicina sobre la digestión y «también se determinan las cantidades precisas que que conviente añadir a los piensos para conseguir un mayor aprovechamiento de los mismos por parte del ganado: un crecimiento más rápido, una producción de leche mayor.. Las investigaciones permitirán lograr un aumento de los alimentos de calidad para la población, con el incremento de beneficios para el granjero», sostenía la crónica, que corresponde a un tiempo en el que la ecografía o la laparoscopia eran aún técnicas muy primitivas. La Voz advertía que era la primera vez que se hacía en España una operación de este tipo, no reversible y conocida como ruminotomia. Y concluía: «Cuando la feria termine, Pfizer regalará el animal a la Facultad de Veterinaria de Madrid para que los alumnos puedan realizar sus estudios valiéndose de ella». De lo que no hay noticias es de cuánto tiempo duró la vaca en cuestión.
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