Los expertos avisan: «Habrá una explosión de casos, seguro, tras las celebraciones por el fin del estado de alarma»

SOCIEDAD

Recuerdan que el covid sigue matando a cien personas al día

11 may 2021 . Actualizado a las 15:53 h.

Más que indignados, los epidemiólogos y expertos en enfermedades infecciosas están decepcionados. Atónitos ante el desenfreno de la primera noche sin estado de alarma, coinciden en su diagnóstico: en una semana, habrá una explosión de casos. «El covid-19 sigue siendo una enfermedad que provoca 6.000 contagios al día y cien muertos diarios», recuerda Quique Bassat, especialista en epidemiología. No habla por hablar: este lunes el Ministerio de Sanidad registró 13.984 nuevos casos, correspondientes al fin de semana, y otros 107 fallecimientos. «Yo entiendo la frustración acumulada y las ganas de libertad, pero lo que ha pasado te lo puedes permitir cuando tienes a más del 50 % de la población vacunada y una incidencia esporádica, aislada, y no es el caso», añade. «Es que nos dan la mano y cogemos todo el brazo -lamenta Ignacio Ramil, internista del Chuac-. Es una pena que, después de todo lo que hemos pasado, se líe así a la primera de cambio». «Volvemos a estar en un momento crítico, hay que estar muy atentos a cómo se relacionan ahora, sobre todo, los menores de 50, a su movilidad», advierte Jonay Ojeda, portavoz de la Sociedad Española de Salud Pública (Sespas).

Los expertos insisten en un mensaje que la población no parece haber entendido: que el fin del estado de alarma no es el fin de la pandemia, que la vacunación da una falsa sensación de seguridad y que, además, tal y como señaló ayer Fernando Simón, director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, hay que tener en cuenta que no todos los que reciben la pauta completa se inmunizan, que la efectividad no total, que el 10 % de los vacunados pueden enfermar. También, que el descontrol de la transmisión para la gente de mediana edad, e incluso para los jóvenes, es un problema muy serio, y que, por si todo esto fuese poco, el virus no solo golpea a la salud. «Seguramente no supondrá 600 muertos al día, pero implicará tomar medidas que acabarán rematando a muchos sectores y negocios, muy apaleados después de 14 meses de pandemia -sostiene Ramil-. La gente no está para cerrar otro mes, a lo que se suma el impacto social. Imagínate que empieza a haber transmisión entre los niños y tienen que volver a cerrar clases. Esto afecta a las familias». Quién cuida a esos niños, qué hacen los padres con sus trabajos. El cuento de nunca acabar. 

La pérdida de la trazabilidad

Galicia lleva unas seis semanas estable en cuanto al número de casos, diagnosticando entre 180 y 250 infecciones al día con unos porcentajes de positividad bajos y muy controlados, de alrededor del 3 %. ¿Qué quiere decir esto? Que el rastreo está siendo eficaz, que casi no hay asintomáticos perdidos, que el virus está muy localizado. «De esta forma, la transmisión se corta, se impide que los infectados sigan contagiando -explica el internista del hospital coruñés-. Es mucho más peligroso si los casos son menos, por ejemplo 50 nuevos cada día, y el porcentaje de positividad es altísimo, porque esto lo que indica es que la transmisión no está controlada. Mezclas multitudinarias sin medidas de protección individual, como las que se vieron el fin de semana, pueden suponer un incremento del número de contagios, sí, pero lo más preocupante es que no se van a poder trazar, que habrá mucha transmisión asintomática que no se va a poder frenar». Ramil está seguro que dentro de unos días, una persona de cada ocho se presentará en un ambulatorio con fiebre, le harán un test y saldrá positivo. «Y no va a saber donde lo cogió -asume-. La gente no es consciente de esto. Hemos puesto en peligro ese control con actos como el del sábado».

Con una incidencia ocho veces superior a la propuesta por el Gobierno para la nueva normalidad, tanto Bassat como Ojeda consideran prematuro haber levantado el estado de alarma. «Si lo comparamos con las cifras que teníamos el 21 de junio del 2020, cuando terminó la anterior situación de excepcionalidad, entonces teníamos ocho casos por cien mil habitantes y hoy tenemos casi 200 -argumenta el primero-. Aquel día se diagnosticaron 141 casos, Hoy se detectan a diario unos 7.000. Y aunque la tendencia sea descendente, que es una buena noticia, los contagios están bajando muy poco a poco, a una velocidad lentísima. Estamos bastante estancados». Bassat echa en falta herramientas jurídicas para proponer medidas de restricción «de forma ágil». «No tener el estado de alarma nos quita esa agilidad», subraya. También en la Sociedad Española de Salud Pública creen que podría haberse ampliado «perfectamente medio mes o un mes más» el estado de alarma, porque la tasa de contagios, sobre todo en algunos territorios, señalan, sigue siendo todavía muy elevada. «Pero también estamos de acuerdo en que no puede estar en vigor indefinidamente, porque supone una limitación de los derechos fundamentales -razona Jonay Ojeda, especialista en Medicina Preventiva-. Deberíamos haber tenido otro tipo de herramientas jurídicas poder mantener esto». Recuerda que, en caso de ser necesario, sigue siendo posible pedir un estado de alarma para una sola comunidad o territorio: «Esta opción sigue estando ahí».

«Somos 47 millones de personas y solo seis tienen la dosis completa puesta»

A día de hoy hay en España 6.221.476 personas con inmunidad adquirida tras la vacunación. Al menos otras 3.502.497 (3.581.392 contagiados desde el inicio de la pandemia, menos los 78.895 fallecidos) tendrían anticuerpos naturales, pero en España hay 47 millones de habitantes; más de 37 millones de individuos todavía están expuestos al virus. Admiten los médicos, eso sí, que la traducción clínica del aumento de la incidencia será diferente. «Como los más vulnerables están protegidos, la presión asistencial será menor, pero las ucis están llenas de jóvenes, llenas de gente que no está vacunada todavía -menciona Bassat-. Y esto seguirá pasando, seguiremos teniendo muertes, por suerte menos que antes, pero podemos llegar a tener miles de casos al día».

Jonay Ojeda no es tan pesimista como sus colegas y, aunque censura el descontrol y la falta de responsabilidad, lamenta no haber contado con indicadores para ir midiendo el cumplimiento de las medidas: «Es complicado saber qué pasará ahora porque no hemos tenido estas herramientas para medir cómo se han cumplido hasta ahora las restricciones, así que, aunque las imágenes son impactantes, porque estamos ya poco acostumbrados a ver estampas de este tipo, no podemos saber hasta qué punto esto ha supuesto un cambio muy grande en el comportamiento de las personas y por tanto un mayor riesgo de contagio. Tendremos que estar pendientes de cómo van evolucionando las incidencias acumuladas, específicamente en grupos concretos de edad». «De alguna forma, era esperable -reflexiona el portavoz de Sespas-. Si durante todos estos meses ha habido un número importante de incumplimientos de las medidas, si hemos ido viendo en las noticias cómo había personas que no acataban las normas, cómo se intervenían fiestas ilegales y demás, no es raro que esto se tradujese en algo así al caer el estado de alarma».