Ángel Hernández, que ayudó a morir a su esposa María José Carrasco, enferma de esclerosis múltiple, se felicitó de que su pelea y la de su mujer haya servido de «revulsivo» para que prospere la ley. Hernández será juzgado por un delito de cooperación al suicidio. Su caso lo lleva un juzgado de violencia de género. Cuando este jueves se le preguntó si volvería a auxiliar a su mujer para suicidarse, no lo dudó: «Lo volvería a repetir. A ella le habría tranquilizado saber que no me ocurriría nada, porque sabíamos que me iban a imputar».
Hernández no considera la posibilidad de que tan pronto como entre en vigor la ley se vaya a producir una avalancha de peticionarios de la eutanasia, pero sí cree que la solicitará mucha gente porque es una demanda social grande. «Nosotros, a lo largo de estos a dos años y cuatro meses que llevamos luchando, hemos recibido miles y miles de testimonios de gente que nos animaba a continuar en la brecha. Esta ley va a evitar muchos suicidios. En el Estado español unas 40.000 personas se suicidan cada año», concluye.