Las sequías en Europa desde el 2015 no tienen precedentes en 2.110 años

SOCIEDAD

Imagen del bajo nivel de agua que tiene el embalse de Lindoso, en el sur de la provincia ourensana, la zona más afectada por la sequía.
Imagen del bajo nivel de agua que tiene el embalse de Lindoso, en el sur de la provincia ourensana, la zona más afectada por la sequía. Santi M. Amil

Una investigación apunta a los cambios profundos que está experimentando la corriente en chorro

17 mar 2021 . Actualizado a las 16:38 h.

El clima es un sistema complejo que se mantiene en constante cambio. Ejemplos hay muchos. Desde el año 11.000 hasta el 5.000 antes de Cristo en el espacio que hoy ocupa el desierto del Sáhara había una vegetación exuberante. Sin embargo, la radiación solar disminuyó lo suficiente para alterar el régimen de los monzones, que nutrían de humedad el norte de África, y la región empezó a secarse progresivamente.

Varios mecanismos, aunque dos fundamentales, tienen la capacidad de alterar el clima a escala mundial; los volcanes y las alteraciones en la órbita de la Tierra alrededor del Sol. A estas causas naturales hay que añadir una nueva: la actividad humana. Un estudio publicado esta semana en la revista Nature Geoscience por investigadores de la Universidad de Cambridge sostiene que las sequías que se han registrado en Europa desde el año 2015 no tienen precedentes en los últimos dos milenios, concretamente en 2.110 años y apuntan a un origen antropocéntrico.

Las investigaciones sobre las condiciones ambientales de antaño se han centrado sobre todo en la evolución de la temperatura y no tanto en la precipitación, dada su complejidad. Sin embargo, los científicos de la institución inglesa han accedido al pasado a través de un tipo concreto de isótopo presente en los anillos de 146 robles repartidos por todo el continente que han permitido obtener una valiosa información hidroclimática. «Los conjuntos de datos que analizan las condiciones de sequía pasadas son raros. Sin embargo, los conocimientos previos a la época medieval son particularmente vitales, porque nos permiten obtener una imagen más completa de las variaciones de sequías pasadas, que fueron esenciales para el funcionamiento y la productividad de los ecosistemas y las sociedades», explicó Ulf Büntgen, autor principal.

El estudio ha revelado que durante los últimos dos milenos ha habido años más secos y húmedos, pero también una tendencia: Europa se está secando. Especialmente intensos han sido los años 40, 590, 950 y 1510 después de Cristo. Sin embargo, la intensidad de las sequías que se han producido desde el año 2015 no tiene precedentes en este período analizado. «Hemos visto una fuerte caída después de siglos de una disminución lenta y significativa, que es particularmente alarmante para la agricultura y la silvicultura» añade Mirek Trnka, coautor del trabajo.

Jet Stream

Los científicos reconocen que el cambio climático antropogénico explica estas sequías recientes tan intensas. En concreto señalan a los profundos cambios que está experimentando la corriente en chorro. «Las condiciones extremas se volverán más frecuentes, lo que podría ser devastador para la agricultura, los ecosistemas y las sociedades en su conjunto», advierte Büntgen.

El debilitamiento del Jet Stream por el aumento de la temperatura global produce grandes meandros. Cuando una región europea, como la Península, queda en la región ascendente, el aire cálido subtropical alimenta la formación de anticiclones de bloqueo que impiden el paso normal de las borrascas.

Galicia ya ha sido víctima de esta situación en varias ocasiones durante la última década. En el 2017 la comunidad gallega sufrió los efectos de una potente y persistente sequía que llegó a dejar a ciudades como Vigo en una situación muy delicada, a solo 25 días de agotar el suministro de agua potable. La configuración de la corriente en chorro generó un potente sistema de altas presiones que impedía que las bajas presiones y sus frentes, que son la principal fuente de lluvia en Galicia, pudiesen descargar agua con normalidad. Hubo que esperar hasta diciembre para que la borrasca Ana abriese las puertas del Atlántico.