Un año de pandemia en seis vidas

SOCIEDAD

Gladys Vázquez

«Perdí el conocimiento antes de que llegase la ambulancia y hasta dos meses después no lo recuperé», explica Fernando, uno de los seis participantes en la mesa sobre el primer aniversario del covid organizada por La Voz

12 mar 2021 . Actualizado a las 21:27 h.

Un año de pandemia resumido en seis vidas. Las de Fernando Fernández Allende (que estuvo 90 días en la uci por el covid), Cesáreo Pardal (presidente del Clúster Turismo de Galicia), Rocío Louzán (presidenta de Zona Aberta, asociación de pequeño comercio de Arousa), Eva Lago, (doctora adjunta en Urgencias del Chuac), Eva López (directora del IES Valadares de Vigo y Vanesa Castro (directora de la residencia de mayores Porta do Camiño). Se reunieron en torno a una mesa virtual, conducida por Gladys Vázquez y enmarcada en la programación especial que está realizando La Voz de Galicia en todas sus plataformas con motivo del aniversario de la irrupción del covid. Mostraron sus emociones, pero también cómo cambiaron sus vidas, con la esperanza de un pronto regreso a la normalidad, para lo que pidieron responsabilidad.

FERNANDO FERNÁNDEZ ALLENDE (Paciente)

«Nada hacía prever que yo era de riesgo»

Pasó 92 días en coma inducido en la uci y 16 en planta, del 22 de marzo al 7 de julio. «Yo tenía un catarro como otras muchas veces, pero en casa lo veían mal y llamaron a una ambulancia. Yo les decía: ‘Pero cómo sois'. No me hicieron caso. Menos mal. Perdí el conocimiento antes de que llegase la ambulancia y hasta dos meses después no lo recuperé. Desperté con una traqueotomía, todo intubado, con cables por todos lados…», relata. «Nada hacía prever que era de riesgo. Estamos siendo muy inconscientes. Por vernos con amigos perdemos la precaución. Es muy serio para hacerlo. La gente al verme pensará que no es problemático, pero yo sé lo que es», advierte.

EVA LAGO (DOCTORA adjunta en urgencias del chuac)

«Trabajábamos sobre arenas movedizas»

«Recuerdo que no fue nada previsible, estaba en Italia y, de repente, en España. Estábamos las compañeras reunidas a principios de marzo, mirando en el teléfono las cifras en la John Hopkins. Nos quedábamos muy preocupadas. Fue muy rápido», recupera. «Era algo desconocido. Estamos acostumbradas a trabajar con la certeza de que sabemos lo que estamos haciendo. Y en muchos casos los pacientes no tenían síntomas o no estaban catalogados. Venían sin saber que tenían covid. Las primeras semanas eran muy duras. Trabajábamos sobre arenas movedizas. La dimensión fue tan grande que no nos dio tiempo, aunque nos adaptamos muy rápido. No estábamos preparados, ni por organización ni recursos», abunda.

VANESA CASTRO (DIRECTORA DE la RESIDENCIA porta do camiño, Santiago)

«Estaban aterrorizados»

«A importancia estaba en protexer ós avós, pero descoñeciamos todo. ‘Blindamos todo e a ver qué pasa', pensamos», explica. «Trasladóusenos ó hotel a todos. E estábamos desconfiados, porque viamos que morría moita xente. Pero cando os maiores viron que era para ben, se tranquilizaron. Foi toda unha aventura», resume. «Depende de cada caso, pero estaban aterrorizados, pero estaban acostumbrados a vivir de todo e eran valentes. Os traballadores tamén estaban con moito medo. Non nos faltou de nada por parte da Xunta. Hai que quedarse co bo, que o malo canta por si mesmo», concluye la directora de la residencia Porta do Camiño.

EVA LÓPEZ (DIRECTORA DEl Ies de valadares, en Vigo)

«Se abrazaban aquel día, y no volvimos a abrazarnos más»

«Fue un cambio radical, que hubo que hacer en dos días. Se nos ponen los pelos de punta con motivo de este extraño aniversario. Fui aula por aula explicando que se tenían que ir a casa, y les adelantamos que no contaran con volver antes del verano. Se iban encantados, se abrazaban, como si se fuesen de vacaciones. Pero no nos volvimos a abrazar nunca más», describe con crudeza. «No pueden correr, gritar ni jugar juntos… tuvimos que reinventar la organización de un centro desde cero, trabajábamos veinte horas al día para coordinarnos, no sobrecargarlos de tareas, para motivarlos… buf… y luego hay casos en los que el centro era una salvación para muchos… esos eran los más dramáticos. Fue duro», concluye.

CESÁREO PARDAL (PRESIDENTE DEl CLÚSTER de turismo de galicia)

«Hay quien no tiene para comer»

«El primer palo fue el cierre de los bares, cafeterías y restaurantes. Y después, los alojamientos. Es uno de los sectores más machacados. Entendemos que lo primero es la salud, pero ha sido muy difícil, porque hay gente que no ha cobrado un sueldo en nueve meses», lamenta. «Solo han llegado las ayudas de la Xunta, pero no son suficientes. Hubo una descoordinación política total, cada uno ha mirado solo su ombligo. El sector las está pasando canutas y hay gente que no tiene para comer», describe. «Vivíamos una incertidumbre constante. Es imposible mantener una situación en la que no generas ingresos, pero pagas servicios y facturas igual. La presión es total», zanja.

ROCÍO LOUZÁN (PRESIDENTA DE la asociación de comerciantes zona aberta de vilagarcía)

«Perdimos el contacto con la gente»

«Los cierres perimetrales han sido claves. Las llamadas eran constantes y se te acababa la batería del móvil de tanto hablar y a veces solo para consolar. No podías solucionar nada porque las Administraciones no daban una salida al desconcierto», analiza. «Todas las campañas programadas se fueron al garete de un día para otro. Perdimos el contacto con la gente. La gente tiene miedo a probar y tocar. La hostelería es muy importante. Si está cerrada, no necesitas esa ropa o esa peluquería», señala.

«¿Qué fue de mí en esos noventa días?»

Las palabras de Fernando Fernández Allende son demoledoras y emocionantes a partes iguales. «Mi familia no sabía de mí, las esperanzas que le daban no eran buenas. A veces me paro a pensar y me pregunto: ¿Qué fue de mí en ese tiempo?», asegura en referencia a los meses que se pasó en la uci.

«Ojalá podamos vacunarnos todos para volver a tener una vida un poco más normal, no tan extraña ni rara y poder abrazar de nuevo a nuestra gente», desea.

También apunta que las secuelas de la enfermedad todavía condicionan su vida. «Las mañanas las dedico totalmente a rehabilitación, fisioterapia para la movilidad articular, un entrenador personal y terapia ocupacional. Y, aún con ese esfuerzo, tengo limitaciones que me impiden hacer muchas cosas. Camino lo que puedo, porque me canso por falta de respiración, y eso que yo fui siempre deportista [es un personaje importante en la historia del baloncesto lucense]», relata.

«Yo, porque soy jubilado, pero pienso en un autónomo… para la economía es tremendo también. No sé cómo saldremos de este bache. ¿Cómo es posible que la irresponsabilidad sea tan grande? No entiendo cómo podemos abandonar las precauciones después de todo lo que desconocemos todavía. Todo lo que se pueda ayudar a la hostelería y al comercio me parece perfecto. Muchas familias dependen de ello», empatiza.

No escatima en elogios hacia los sanitarios: «Son todos tan maravillosos. Yo solo puedo estar agradecido. Personas tan encantadoras y cariñosas, tan volcados en que todo vaya bien, en que mejores de verdad. Nunca fui una persona de emociones pero ahora me emociono. No es un mal rato, solo agradecimiento».

«A algún político le interesa más mantener su puesto de trabajo que ayudar»

La hostelería y el comercio fueron dos de los sectores más dañados por la crisis económica derivada da la sanitaria. Cesáreo Pardal es directo: «Necesitamos dinero para recuperar los puestos de trabajo. El turismo es rentable, lo demostró tras la crisis del ladrillo. En otros sectores se llegaron a emplear dos millones de euros para mantener un puesto de trabajo. En hostelería y turismo, en esta ocasión, 50.000 euros. A algún político le interesa más mantener su puesto que ayudar al sector», analiza. «Sin peregrinos no hay Xacobeo. Y los habrá con las vacunas, que son las que generan confianza», avanza.

«Apelamos a la responsabilidad. Me gustaría que la gente que se saca las mascarillas en los bares escuchase a Fernando, porque quizás, en ese momento está matando a su padre. No somos la policía de nadie. Estamos viviendo un momento muy delicado y quiero felicitar al sector sanitario», añadió.

Rocío Louzán apuntó: «Muchos comercios, si no cerraron ya, están en ello».

«Las cifras no empatizan, necesitamos es nombres, caras», dice la sanitaria

«Las cifras no empatizan, lo que necesitamos es nombres, caras, historias..». Eva Lago tiene claro el calado del infierno humano vivido desde hace doce meses. «Me emociona escuchar a Fernando. Hemos vivido, y seguimos viviendo, situaciones dramáticas. Ha supuesto una carga emocional mayor la soledad que vivieron muchos pacientes, eso fue una de las cosas que nos costó gestionar emocionalmente», explica, mientras confiesa: «Yo iba pensando: ‘El mundo se desmorona, pero tengo la suerte de poder ayudar, de hacer algo. Pero luego era la incertidumbre. La mayoría estábamos entrenados en el plano teórico porque pocas veces te enfrentas a una falta de recursos o a una llegada masiva de pacientes. Y tener que decidir quién tiene más posibilidades de sobrevivir...».

Vanesa Castro y Eva López corroboraron que el aspecto emocional, tanto de los mayores como de los estudiantes fue una prioridad, sobre todo durante el confinamiento.