La primera vez que La Voz habló de campañas de vacunación: «Unos azotitos, y no se las dé otra vez de sabio»

Jesús Flores Lojo
Jesus Flores REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

VIDAL

Hace ahora un año, el covid-19 estaba deshaciendo las maletas tras aterrizar en los aeropuertos españoles. Hace 136 años, el cólera asiático desembarcaba en los muelles de Valencia. El mundo ha cambiado, pero virus y bacilos siguen a lo suyo; lo mismo que las refriegas políticas ajenas al interés general y los egos indomables. El cólera de 1885 subió la temperatura de las dos Españas ante el dilema «cuarentena o vacunación»; y se abrió un frente de guerra bacteriológico.

03 mar 2021 . Actualizado a las 16:03 h.

«Dios guarde a los que hacen tanto bien. No todos los médicos se comportan así, ni mucho menos». Las últimas líneas de la crónica que La Voz dedicaba en junio de 1885 a la campaña de vacunación contra el cólera que esos días había emprendido en Valencia el bacteriólogo catalán Jaime Ferrán dejaba clara la posición del periódico en la gran disputa que llevaba meses dividiendo a la clase médica y política del país: de un lado, Ferrán, que pretendía extender su vacuna, desarrollada desde investigaciones precedentes como la del alemán Koch, en plena epidemia en la costa mediterránea (acabarían falleciendo más de 120.000 personas en toda España). Del otro, Francisco Romero Robledo, el ministro de la Gobernación y un firme defensor de la política de cuarentena y de cierres de establecimientos una vez que el cólera se detectó en Madrid, que había llegado a recomendarle al médico catalán desde su tribuna del Congreso: «Váyase a Calcuta a hacer sus experimentos».

En el primero de los bandos figuraban instituciones tan solventes ya en la época como el Instituto Pasteur. En el segundo, además de las huestes del partido conservador de Cánovas del Castillo, que ponían en duda que la epidemia tuviera su origen en el bacillus virgula asiático —la denominaban «enfermedad sospechosa», pero nunca cólera— o cuestionaban la vacuna de Ferrán, se encontraba Ramón y Cajal, que había desarrollado sus propios estudios sobre la enfermedad. Esta controversia ha llegado hasta la actualidad con otro protagonista: el think tank creado en su día por Pujol y desarrollado luego por sus sucesores para reinterpretar la historia de Cataluña (ya saben, Cervantes escribió el Quijote en catalán, Leonardo da Vinci tenía parientes por allí...) y que en este caso habla de una conspiración de «la España castiza» para atacar «nuestra genialidad».

Ramón y Cajal
Ramón y Cajal MINISTERIO CIENCIA

Pero si volvemos a 1885 nos encontraremos con que la propia comisión médica encargada por el Gobierno acabó dando la razón a Ferrán, permitiendo sus inoculaciones, y alfombrando el cese de Romero Robledo (La Voz, con ironía propia del contexto de la disputa, aseguraba que Alfonso XII había «fumigado» al pollo de Antequera). Jaime Ferrán obtendría un gran reconocimiento en España (las páginas del diario recogen cómo la llegada del médico con su vacuna bajo el brazo, a distintas poblaciones, era recibida con gran alborozo, y a nivel internacional; y Ramón y Cajal, con los años y con su Nobel colgado de la pared, tuvo la nobleza de pedirle disculpas.

El periódico también publicó una entrevista con el propio Jaime Ferrer, en la que el bacteriólogo relataba todos los detalles de su investigación y mostraba su extrañeza antre las trabas gubernamentales que se había encontrado para emprender una campaña de vacunación en la costa mediterránea. Consulta aquí la página completa.

La Voz disfrutó en aquellos años de un corresponsal de excepción en este frente de guerra bacteriológico: el médico gallego José Rodríguez Martínez (a qué coruñés no le suena la calle Médico Rodríguez) viajó a Valencia para comprobar in situ —y arremangarse la camisa para ayudar a la población— los trabajos del doctor Ferrán. Este protagonista de excepción escribió varias crónicas para el periódico tras llegar a la conclusión de que las investigaciones del catalán tenían todo el crédito y que, cuando menos, las inoculaciones que practicaba en las poblaciones mediterráneas no encerraban peligro para la salud: «¿Un gobierno sabio y prudente qué debiera hacer?», se preguntaba en una de ellas ante la desconfianza ministerial frente a la vacuna de Ferrán. «Tutelar, por todos los medios, su uso, pero no dejar que pase el tiempo sin tomar soluciones ante esta epidemia».

Médico Rodríguez
Médico Rodríguez LVG

La línea editorial de La Voz en este asunto era mucho más directa. Así despachaba el diario el final de la polémica: «Poco ha faltado para que no dijesen los conservadores que con el procedimiento de Ferrán se extendía la epidemia. Poco ha faltado también para llevarlo a presidio. ¡Boca abajo, señor Romero Robledo! Unos azotitos y cuidado con volver a dárselas otra vez de sabio».

Mejor no investigar qué dijo el periódico el día en que Azorín calificó a Romero Robledo como «el último político romántico».

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