Un paciente oncológico y su pareja se casan por videollamada en el hospital

Begoña Rodríguez Sotelino
Begoña r. Sotelino VIGO / LA VOZ

SOCIEDAD

BODA EN EL HOSPITAL POVISA OFICIADA DE MANERA TELEMÁTICA
BODA EN EL HOSPITAL POVISA OFICIADA DE MANERA TELEMÁTICA

Los vigueses María Luz Landesa y Pedro Peláez celebraron en Povisa su boda

28 feb 2021 . Actualizado a las 01:19 h.

Para una boda en realidad, solo se necesita amor. Todo el mundo lo sabe pero casi nadie se conforma con eso. La escenografía es solo un decorado que a los humanos nos gusta alimentar con detalles que duran un instante. Lo que queda es la esencia y esa es la que quisieron certificar una pareja de vigueses en un escenario poco habitual para ceremonias festivas.

El hospital Povisa de Vigo acogió en la mañana de ayer el enlace entre los vigueses María Luz Landesa, de 60 años, y Pedro Peláez, paciente de 54 años recién cumplidos, ingresado con cáncer de pulmón. El matrimonio fue oficiado por vía telemática por una magistrada e intervinieron como testigos la oncóloga Lucía Santomé y la enfermera Alejandra Román.

La pareja tiene una historia rocambolesca. La vida les ha dado una segunda oportunidad y a la vez, se la ha quitado. Como cuenta María desde la habitación del centro hospitalario, «hace mucho fuimos pareja durante dos años, pero nos separamos más de una década. Hace seis nos volvimos a ver, me lo encontré en un estado lamentable, me lo llevé conmigo a mi casa y al poco tiempo apareció la enfermedad, yo creo que ya estaba allí cuando nos reencontramos», valora. Pero no hizo falta mucho tiempo más para que brotara entre ellos una conexión que no llegaron a experimentar aquella primera vez. El arrepentimiento por la acogida le duró poco: «Pasé de decir ‘¡bueno, y este cuánto se va a quedar!' a ‘ya no puedo vivir sin él'. Durante los últimos meses fue un enamoramiento que yo, con 60 años, no lo había vivido nunca», reconoce.

A María, el ambiente hospitalario no le es ajeno. De hecho, su trayectoria laboral ha transcurrido en ese mismo marco y como celadora en Urgencias en el Hospital Xeral y el Cunqueiro, confiesa haber experimentado historias tan duras que, unidas a otras circunstancias personales, la han llevado a retirarse ya. Y aprovecha para decir que «siempre hay que poner un plus de amor en la vida, pero cuando se trabaja en la Sanidad, debe darse por hecho, como el valor en el soldado», compara.

De lo que no se retira es de la esperanza. «Si alguien busca la felicidad absoluta y total va a estar siempre frustrado. Esto no lleva más que a disfrutar del ahora. La enfermedad hizo que siguiéramos juntos, a lo mejor hubiéramos encontrado otras infelicidades. O no. Pero nos quedamos con eso», cuenta la mujer, que toma la palabra porque él no puede ya. «En los últimos 15 días Pedro empeoró mucho, dejó de caminar y de hablar, y nos pusimos muy tozudos los dos intentando arreglarlo todo para casarnos, pero no pudimos y al final nos lo arreglaron todo en el hospital», agradece.

Desde el hospital revelan que no es la primera vez que tiene lugar una boda entre sus paredes. La última no hace mucho, durante el confinamiento, pero sí es la primera en que sus protagonistas deciden compartirlo y hacerlo público. De hecho, la difusión también se ha volcado en redes sociales, en las stories de Povisa en Instagram y Facebook, al publicar la miniceremonia ejecutada a través de una videollamada, con la oficiante en la pantalla desde un teléfono móvil y ellos sentados en las butacas azules.

La directora de Enfermería, Cristina Serra, en representación de la dirección del centro, obsequió a los recién casados con un ramo de rosas naranjas. El hospital también aportó a la ceremonia unos globos y una pequeña tarta. Así lo ven desde Povisa, pero a María le pareció que solo iba a ser un papel «y se convirtió en un bodorrio», ríe y cuenta que fue a la peluquería y a comprar un vestido, «pero como venden tan poco, lo tenían al 70 % y me lo rebajó al 50 % sobre el descuento anterior», lamenta por el comercio a pesar de la oferta.

Aunque las restricciones por el covid impiden que haya más de cuatro personas en las habitaciones, María Landesa recuerda que «la familia somos Pedro, yo, mi hija, la novia de mi hija, nuestras mascotas y mi madre, que murió hace un año pero es como si siguiera aquí», expresa, emocionada y feliz aunque sea fugazmente.