Las leches infantiles enriquecidas sirven para la ingesta más saludable de grasas

Javier Becerra
Javier Becerra REDACCIÓN

SOCIEDAD

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Los niños que las consumen toman hasta 4,5 veces más omega-3 DHA

24 feb 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

El consumo de las llamadas leches enriquecidas, cuyo perfil graso está modificado, tiene beneficios directos en la alimentación de los niños entre uno y nueve años. Así lo indica el trabajo publicado en la revista Nutrients en el marco del Estudio EsNuPI (Estudio Nutricional en Población Infantil Española), llevado a cabo por la Fundación Española de la Nutrición (FEN) y la Fundación Iberoamericana de la Nutrición (FINUT). Este estudio concluye que los niños alimentados con leches infantiles enriquecidas presentan un perfil más equilibrado y saludable de consumo general de grasas.

El informe demuestra que los niños a los que se le da este tipo de leche tienen ingestas más cercanas a las recomendaciones de grasas totales, ácidos grasos saturados, ácidos grasos esenciales y ácidos grasos poliinsaturados. En el caso del omega-3 DHA es hasta 4,5 veces superior. Este último ácido es fundamental para la formación y funcionalidad del sistema nervioso central, especialmente del cerebro y la retina. Su incidencia es especialmente intensa en el desarrollo cognitivo y la agudeza visual de los niños.

Tal y como expone Rosaura Leis, coordinadora de la Unidad de Nutrición Pediátrica del CHUS y una de las autoras del trabajo, lograr el equilibro graso en la alimentación del niño resulta clave: «Es fundamental para asegurar un buen aporte de energía, así como un correcto crecimiento físico y un desarrollo adecuado de los órganos esenciales como el cerebro. El consumo de grasas debe suponer entre el 20 y 35 % de la ingesta energética total, atendiendo siempre a las ingestas mínimas recomendadas de ácidos grasos esenciales y ácidos grasos poliinsaturados, como el omega-3 y el omega-6, y moderando las grasas saturadas».

En el trabajo estudiaron la procedencia y la incidencia de las grasas en los niños que consumían leche convencional y en los que se alimentaban con leche enriquecida. «Las leches enriquecidas son la principal fuente de DHA en los niños que las toman, mientras que cuando miramos a los niños que no consumen este tipo de leche vemos que son los pescados —explica Leis—. Pero el consumo de pescado que se hace no cubre las recomendaciones. Nuestros niños consumen poco pescado».

Al respecto, indica que se deben mejorar las dietas: «Cuando el niño cumple un año de vida, ha de sentarse en la mesa familiar. En ese momento tiene que tener ya todos los alimentos incorporados a su dieta. Y sabemos que hoy eso es un importante riesgo nutricional, porque la mesa familiar no es una mesa saludable. Cuando dejamos de prepararle las verduras y el pescado y los sentamos con nosotros, dejan de tomar verdura. La poca verdura que toman es la patata frita. O la más frecuente».

Leis recuerda que «la edad pediátrica es fundamental no solo para el niño sino para el adulto, ya que en los primeros años de vida la alimentación va a dejar una impronta metabólica, una huella que va a indicar de qué va a enfermar e, incluso, de qué va a morir cuando sea adulto».

Poco consumo de pescado

El catedrático en Bioquímica de la Universidad de Granada Ángel Gil recalca que «más allá de la leche enriquecida, por supuesto que hay que recomendar un patrón de alimentación globalmente saludable. La familia tiene que consumir más pescado. De hecho, la OMS recomienda entre dos y cuatro raciones por semana y nuestros niños toman bastante menos que esto. Pero el estudio lo que demuestra es que esta leche pueda ser la salvaguarda de un porcentaje más elevado de esas grasas necesarias».

Lo recogido en el informe no se debe entender como la eliminación total en la dieta de las grasas saturadas. Los especialistas consideran que se debe puntualizar. «Bajo ningún punto de vista hay que hacerlo, esa idea es un error», subraya Gil. «La dieta tiene que ser suficiente, variada y adecuada. La grasa saturada, igual que el colesterol, es importante. De hecho, la leche materna tiene importantes cantidades de colesterol, porque es importante para el desarrollo neurológico. No se trata de un nutriente pecaminoso que tenemos que tachar de la alimentación, sino mantener la proporción adecuada», concluye Rosaura Leis.