Los gallegos solo quieren que se haga justicia

SOCIEDAD

Con la llegada de más viales, la vacunación comenzó a abrirse a otros colectivos, como grandes dependientes u otro tipo de trabajadores sanitarios. En la foto, vacunación a los trabajadores del servicio ayuda en el hogar, en una imagen del pasado 20 de febrero
Con la llegada de más viales, la vacunación comenzó a abrirse a otros colectivos, como grandes dependientes u otro tipo de trabajadores sanitarios. En la foto, vacunación a los trabajadores del servicio ayuda en el hogar, en una imagen del pasado 20 de febrero PACO RODRÍGUEZ

25 feb 2021 . Actualizado a las 21:39 h.

A Katalin Karikó nadie le hacía caso. A mediados de los 90 la científica húngara pasó años mendigando a instituciones públicas y privadas una ayuda para hacer frente a su investigación. Y solo se encontró negativas y portazos. Pero perseveró, creyó en su propuesta y gracias a su constancia y esfuerzo la humanidad dispone ahora, en tiempo récord, de dos vacunas de ARN, la tecnología que ella había creado. Son las únicas que en este momento se pueden administrar en España con todas las garantías a las personas mayores de 55 años. Y son la mayor esperanza para los que han sobrepasado ya los 80, un colectivo que presenta un riesgo seis veces mayor de fallecer por covid que el resto de la población. La vacunación, en su caso, es una cuestión de vida o muerte. Es una realidad incuestionable ante la que no se entiende la negativa del Gobierno de racanear las dosis que por justicia le corresponden a Galicia. La lógica indica que si la comunidad tiene el 8,2 % de los mayores de 80 de toda España le debería corresponder la misma proporción de vacunas y no el raquítico 5 % que el ministerio le envió en la última semana. Lo más duro, sin embargo, es que detrás de cada número hay una persona y que cada semana que se tarde en corregir el error se estarán poniendo en peligro centenares o incluso miles de vidas. Aquí no sirven las excusas ni las demoras injustificadas, solo cumplir con lo prometido.

La primera palabra que Karikó pronunció cuando se comprobó que las vacunas de ARN eran viables fue «redención». Se había sentido liberada. Pero los gallegos no necesitamos ser redimidos. La razón está de nuestra parte y solo pedimos justicia.