El techo de cristal de la ciencia empieza en la infancia

antía díaz A CORUÑA / LA VOZ

SOCIEDAD

DE IZQUIERDA A DERECHA Y DE ARRIBA A ABAJO: María Abad, María Mayán, Kelly Conde y África González
DE IZQUIERDA A DERECHA Y DE ARRIBA A ABAJO: María Abad, María Mayán, Kelly Conde y África González .

Radio Voz reunió ayer a cuatro científicas gallegas de referencia para hablar de la situación de la mujer en ese ámbito

02 nov 2022 . Actualizado a las 13:59 h.

A una de las mayores expertas internacionales en melanoma de España, la gallega Marisol Soengas, un colaborador de un proyecto le dijo una vez que le encantaba trabajar con ella porque era adorable. Lo cuenta la bióloga e investigadora del grupo meiGAbiome del Inibic, Kelly Conde, que apostilla que «a ningún home se lle ocorrería dicir o mesmo a outro, nin a ningunha muller a outro colega».

Para conmemorar el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, RadioVoz reunió ayer a cuatro investigadoras punteras para debatir, con la colaboración de la Asociación Española contra el Cáncer, sobre la presencia femenina en la carrera científica y el techo de cristal al que se enfrentan las mujeres que deciden dedicarse a la investigación y la ciencia. Un techo que alcanza todos los niveles. Si hasta hace unos años los datos mostraban un gráfico en tijera que plasmaba que las mujeres iban perdiendo peso a medida que avanzaba su carrera, María Mayán, líder del grupo de investigación CellCom del Inibic (Instituto para la Investigación Biomédica de A Coruña) afirma que ahora «ya estamos perdiendo mujeres desde las primeras etapas, desde la predoctoral».

Coinciden ambas con María Abad, investigadora principal y jefa de grupo de Plasticidad Celular y Cáncer del VHIO (Instituto de Oncología del Vall de Hebrón de Barcelona) y con África González, catedrática de Inmunología del centro singular de investigación de Galicia de la Universidade de Vigo. Todas creen que la clave está en la educación, ya que las niñas, a edades muy tempranas, vinculan la ciencia, la investigación o las carreras técnicas con el género masculino.

Según Abad, «deberíamos afrontarlo desde la educación de las niñas, evitando esos sesgos de los que nosotras nos hacemos dueñas, porque a veces no nos sentimos igual de capaces que nuestros compañeros masculinos de llegar a ser grandes científicas. O que no nos va a permitir conciliar, nos va a hacer ser malas madres, malas mujeres, malas ciudadanas». En este punto incide África González, que afirma que «hay una serie de cargas que la mujer se ha puesto sobre las espaldas que le impiden llegar a puestos más altos a lo largo de su carrera». Recuerda que en una oposición, un miembro del tribunal llegó a preguntarle si pensaba que podría conciliar su carrera con la maternidad.

Sobre esto, añade María Mayán que la maternidad sí penalizó su carrera: «Cuando nació mi hija era jefa de grupo, y no podía ser sustituida, así que fui madre a tiempo parcial. Y me criticaron por ello». Y aunque asegura que hay barreras que se derriban inconscientemente, otras son mucho más complejas. «El ámbito hospitalario es muy jerárquico y un pelín más machista. Yo no tengo opción de llegar a puestos de responsabilidad», afirma.

Necesidad de referentes

Tienen claro que para conseguir más vocaciones en las niñas y las jóvenes hacen falta más referentes, «porque parece que las que hay son todas muy antiguas y no, hay muchas mujeres trabajando muy bien», dice África González. La falta de visibilidad se da en todos los niveles. Recuerda María Mayán que Margarita Salas, figura clave y que dio al CSIC su patente más rentable, «no tiene el Princesa de Asturias».

Para el futuro piden inversión. Dice Conde que con la pandemia «a sociedade deuse conta da importancia da investigación. Esta idea ten que xerar votos para que os políticos aumenten a inversión en I+D+i». Añade Abad que hace falta «un pacto de Estado por la ciencia y más estabilidad». Si no, dice Mayán, «seguiremos comprando lo que inventen otros y lo que nos quieran vender».