¿Puede un médico posicionarse públicamente en contra de las vacunas?

María Viñas Sanmartín
maría viñas REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

De izquierda a derecha, Carlos González de la Cuesta, jefe de Alergología del CHUO; Natalia Prego, médico de familia en Pontevedra; y Alejandro Sousa, urólogo en el Hospital de Monforte
De izquierda a derecha, Carlos González de la Cuesta, jefe de Alergología del CHUO; Natalia Prego, médico de familia en Pontevedra; y Alejandro Sousa, urólogo en el Hospital de Monforte Martina míser / Alberto lópez

Si estas prácticas se repiten, pueden llegar a acarrear una inhabilitación temporal e, incluso, permanente

12 feb 2021 . Actualizado a las 09:15 h.

Son casos aislados, pero hacen mucho ruido. Y si ya nunca procede que un médico desaconseje públicamente la aplicación de vacunas, menos aún en plena pandemia. Cuando esto sucede, un equipo integrado principalmente por facultativos y juristas, guardián de las buenas prácticas, debe decidir cómo de graves son estas consideraciones, dónde acaba la libertad de expresión y empieza la irresponsabilidad, incluso la negligencia, y exponer sus conclusiones a los colegios médicos correspondientes para que estos actúen en consecuencia. Son estas comisiones deontológicas las que valoran si abrir o no expedientes informativos. En Galicia hay en estos momentos dos procedimientos en marcha: el de Natalia Prego, médico de familia en Pontevedra, y el de Alejandro Sousa, urólogo en el Hospital de Monforte. El Colegio de Ourense valora si iniciar una actuación similar tras las declaraciones de Carlos González de la Cuesta, jefe de Alergología del CHUO.

Hace un par de días, el especialista difundió a través de las redes sociales un vídeo en el que se mostraba contrario a la inmunización obligatoria, pero en el que también cuestionaba la propia vacuna. «El problema aquí es que esta persona es médico y, además, de un centro hospitalario de gran nivel -sostiene Juan José Rodríguez Sendín, presidente de la Comisión Central de Deontología de la Organización Médica Colegial de España-. Estas afirmaciones hechas con una bata blanca las va a ver gente que, probablemente, no tenga el nivel de información suficiente para interpretarlas o con problemas provocados por esta pandemia, que se encuentren solos o sean mayores. Esto, indirectamente, genera una alarma que puede provocar un daño sanitario serio. Un médico vestido de médico siempre es una referencia y, sobre todo, si no se le contradice públicamente, si no se le desautoriza».

Coincide con este planteamiento Federico Martinón, miembro del Comité Asesor de Vacunas de la OMS: «No se puede consentir que un profesional sanitario vaya en contra de la ciencia, es lamentable, y que, además, haga apología de ello. Si bien no es representativo de la profesión, habrá gente que no tenga el criterio para discernirlo y que pueda tomarse en serio este tipo de declaraciones. Es necesario que se tomen medidas, y para eso están los colegios profesionales y las autoridades sanitarias».

Ya el propio conselleiro de Sanidade, Julio García Comesaña, se mostraba ayer preocupado ante este tipo de discursos y avanzaba que desde su departamento se están analizando las consideraciones del alergólogo «por si pudieran ser constitutivas de abrir un expediente informativo». ¿Qué pueden llegar a acarrear estos procedimientos? Desde un simple toque de atención hasta una inhabilitación temporal e incluso permanente si las prácticas son reiteradas.

La competencia, explican desde el órgano que reúne a todos los colegios de España, es de las asociaciones provinciales. «El código deontológico es una norma nacional, pero cada caso lo valora el colegio correspondiente -desarrolla Rodríguez Sendín-. Tras escuchar al afectado, su comisión deontológica emite un informe y, con él en la mano, la junta directiva decide qué sanción se le aplica. Si el afectado no está de acuerdo, puede recurrir a través del consejo autonómico o por la vía contencioso administrativa».

Al menos dos médicos gallegos tienen abiertos a día de hoy sendos expedientes informativos por sus posicionamientos negacionistas. El urólogo monfortino Alejandro Sousa, que paradójicamente fue el segundo sanitario de la provincia de Lugo infectado con el virus e incluso tuvo que ser hospitalizado como consecuencia de ello, retomó recientemente su activismo cargando directamente contra la vacuna, sobre la que dijo que provocaría «un montón de muertos» que serían achacados a las nuevas cepas. Su colega Natalia Prego es la fundadora de Médicos por la Verdad, un colectivo dedicado a difundir falsas teorías y a negar la gravedad de la pandemia. Su procedimiento sancionador se encuentra más avanzado. Ayer mismo, el colegio de Pontevedra informaba de que su expediente ya había sido trasladado a Madrid para que desde allí se hiciese una valoración de todas sus actuaciones.

«Es como si un piloto de aviones dijese que los aviones no son capaces de volar, que son un efecto óptico»

El rechazo a este tipo de comportamientos es rotundo. «Me parece algo insólito que, a día de hoy, un médico ponga en duda las vacunas -censura Federico de Montalvo, presidente del comité de Bioética Española, jurista y experto del grupo de estrategia de vacunación del Ministerio de Sanidad-. Es como si un piloto de aviones dijese que los aviones no son capaces de volar, que son un efecto óptico. El que dice que esto es mentira tendría que saber que ayer murieron solo en España 700 personas y más de 60.000 en un año. La pandemia no se puede negar, ¿qué alternativa hay a la vacunación?».

«Imagina que un médico reconoce que no se lava las manos antes de entrar en quirófano o no usa antibióticos porque no cree que sean útiles y prefiere usar homeopatía. Al igual que esto no se consentiría y se intervendría de manera inmediata, yo creo que aquí habría que hacer lo mismo -apunta Martinón-. Todos tenemos derecho como individuos a expresarnos como queramos, pero cuando utilizamos nuestra situación profesional, en este caso nuestra bata, para transmitir nuestra opinión tenemos una responsabilidad adicional». Marcar los límites de un derecho individual como este, el de la opinión, es delicado. A ello hizo referencia ayer el conselleiro, recordando que las de González de la Cuesta son «declaraciones hechas en el ámbito privado y haciendo uso de su libertad de expresión».

«El pensamiento es libre, el hacer de un médico no -reflexiona al respecto con rotundidad Rodríguez Sendín-. El médico puede hacer aquello que considere oportuno siempre y cuando esté soportado por la ciencia y los valores deontológicos. Y en este caso, ni una cosa ni la otra. Este caso es una ocurrencia, hay posiciones que rayan la locura. No hay libertad que valga cuando se genera daño, aquí se acabó la libertad. Si usted va en dirección contraria de lo que dice la profesión, se ha equivocado de profesión. Hay que ser muy serios con estos. No se puede permitir que salgan francotiradores de este tipo a mandar informaciones que pueden interpretarse de forma atroz». 

A los parcos argumentos que el médico de Ourense despliega en su vídeo, Martinón replica que, al igual que cualquier otra vacuna, las del covid son sometidas a requisitos que ya existían antes de que ni siquiera existiese el covid. «O los cumplen o no los cumplen. Y si no los cumplen, no se aprueban -subraya-. Estas vacunas tienen aprobaciones basadas en los datos de seguridad y eficacia que marcan las agencias reguladoras. Y tienen carácter provisional (o de uso de emergencia) simplemente porque los estudios en los que se basan todavía tienen que completarse y obtener de ellos mucha más información». Señala que, en el caso de las tres vacunas que se están administrando en España, solo durante los ensayos se pusieron a más de cien mil personas y ya «en el mundo real» se han administrado noventa millones de dosis y no se ha observado nada distinto a lo esperable ni hay ninguna señal de que no sean seguras en ningún país del mundo.

En cuanto a la eficacia, el experto explica que todavía es muy pronto para tener estos datos, pero que países que van por delante, como Israel, ya han mostrado datos preliminares en prepublicaciones muy sugestivos y positivos que revelan protección clínica a los pocos días ya de la primera dosis e incluso impacto en la transmisión, es decir, que no solo protegen, sino que además están conteniendo los contagios.