José, el anciano portugués con covid que también murió y resucitó

María Hermida
María Hermida REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

A la izquierda, José Vieira, el nonagenario al que dieron por muerto y, a la derecha, su hijo, Aureliano Vieira
A la izquierda, José Vieira, el nonagenario al que dieron por muerto y, a la derecha, su hijo, Aureliano Vieira Cedidas por la familia Vieira

Le pasó igual que a Rogelia, la mujer de Xove a la que dieron por fallecida y estaba viva. Su familia tardó 20 días en saber la verdad, tal y como contó a La Voz su hijo Aureliano

02 feb 2021 . Actualizado a las 18:11 h.

«É un erro moi grave, pero temos que entendelo, non queda outra». Con estas palabras de resignación trataba de explicar ayer Aureliano Vieira la historia de su padre, José Vieira, al que le sucedió lo mismo que a Rogelia, la vecina de Xove con coronavirus a la que dieron por muerta y luego estaba viva pese a que su familia, supuestamente, ya la había enterrado -el cadáver era de otra mujer-. El caso de José todavía es un poco peor, ya que se prolongó más. El día 10 de enero le dijeron a la familia que él había muerto a cuenta del covid, lo enterraron sin poder ver el cuerpo -que en realidad no era de él, sino otra persona con la que confundieron su identidad- y tardaron veinte días en saber la verdad. Es decir, estuvieron casi un mes llorando a José, cuando en realidad él estaba vivo y lúcido.

Aureliano y André, hijo y nieto de José, desde Portugal, cuentan primero quién es este anciano. El hombre peina los 92 años y, pese a su avanzada edad, siempre trató de mantenerse activo. Funcionario jubilado y vecino de un lugar llamado Milheirós de Poiares, en el distrito de Aveiro, se resistía a dejar de trabajar en el campo. Está viudo desde hace años y vive con una de sus hijas, que en diciembre detectó que había empeorado de su habitual problema respiratorio: «Ten asma e iso sempre lle deu problemas», explica su hijo. Ingresó en el hospital de Oliveira de Azeméis por este motivo. Pero todo se complicó allí dentro: «El non foi alí con coronavirus, pero apañou o covid dentro. E iso fixo que se puxera peor», insiste su hijo. El 10 de enero llegó la peor de las noticias, tal y como relata Aureliano: «Chamaron por teléfono a miña irmá e dixéronlle que morrera».

«Non o podía crer»

Les entregaron el cuerpo en un ataúd que venía sellado. Por tanto, no pudieron ver el cadáver, aunque Aurealiano insistió en ello: «Non sei por que sospeitaba de que igual había un erro, que igual non era o meu pai, non o podía crer, pero non me deixaron velo e eu ao final aceptei, comprendín a situación». Lo enterraron en un panteón de la familia el día 12 de enero y, a partir de ahí, les tocó acostumbrase a vivir sin José. «Pensamos que sería como tantos outros maiores, que morreron polo coronavirus» , explica la familia. La sorpresa llegó hace solo unos días, cuando las autoridades sanitarias contactaron con Aureliano y le dijeron que había habido un error y que su padre, realmente, estaba vivo y seguía hospitalizado en Oliveira de Azeméis: «Non podía crer semellante cousa, díxenlle que quería velo para crer que era verdade e dixéronme que si, que tiña que ir ao hospital para recoñecelo. Soamente me deixaron ir a min, e alá fun», explica.

Aureliano cuenta que no acabó de creerse lo que le habían dicho las autoridades sanitarias hasta que se topó de nuevo con su padre en la cama del hospital. Señala que el encuentro fue emotivo, aunque no le dijo nada a José del entuerto del que había sido protagonista: «É moi maior, mellor que non saiba isto, polo menos ata que volva para a casa. El estaba moi feliz por verme». También a André, nieto de José, le costó mucho creérselo. Tuvo que hacer una videoconferencia con el abuelo y escucharle hablar lúcido, para dar crédito a lo ocurrido.

Poco sabe la familia Vieira de quién es la persona que fue enterrada en el panteón en el que teóricamente le habían dado sepultura a José. Dicen que las autoridades sanitarias contactaron con ellos y que será la Justicia la que dictamine en qué momento se hace el traslado del cadáver. «A verdade é que non sabemos moito polo momento. Sentímolo moito tamén por esa familia. Agora terá que ser a Xustiza a que diga como hai que facer as cousas», dice Aureliano. Mientras tanto, sigue pellizcándose para creerse lo sucedido y lanza un deseo al aire: «Que ninguén máis pase por isto tan duro».