«Llevan un año cancelándome vuelos para volver a mi país. No puedo más»

SOCIEDAD

CAPOTILLO

Mayra del Socorro vino de Nicaragua a Pontevedra a ver a su hija. Y se topó con una pesadilla

17 ene 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

En diciembre del 2019, cuando la pandemia todavía no había trastocado nuestras vidas, Mayra del Socorro Martínez hizo las maletas en Nicaragua con una sonrisa de oreja a oreja. Le costó lo suyo reunir 1.300 euros para pagar el pasaje hasta España. Pero, por fin, podía hacer el viaje que la traería a Galicia, concretamente a Pontevedra, al sitio al que habían emigrado su hija y su nieto, a los que tanto deseaba abrazar. Iba a pasar la Navidad aquí y a quedarse tres meses con los suyos. Así fue, en un principio. Pero esas vacaciones en familia acabaron convertidas en pesadilla. Porque Mayra no pudo regresar a su país y, trece meses después, sigue forzosamente en Pontevedra. No fue capaz de volver a su país por una razón principal: la aerolínea que la trajo aquí, Air Europa, parece haberse desentendido por completo de ella en estos tiempos revueltos del covid-19.

Todo empieza el 18 de marzo. Esa era la fecha en la que tenía que volar a su país. Con la pandemia en plena explosión, le suspendieron el vuelo. Y ella, que ya estaba en contacto con su agencia de viajes para ver cómo podría volver, se resignó a esperar a que volviese a programarse ese vuelo. Le preocupaba el negocio que tenía en Nicaragua, de venta de perfumes y ropa, que se fue apagando conforme su ausencia se fue prolongando. Y le dolía también suponer una carga para su hija, ya que ella no tenía dinero para subsistir en España.

Volvió a tener esperanza cuando le dieron una nueva fecha de vuelo. Viajaría a su tierra el 12 de junio. Pero resulta que la compañía también canceló ese vuelo y los cinco siguientes en los que le dijo que volaría a Managua. Así, le prometieron que viajaría en julio, luego en dos fechas distintas de septiembre, después en diciembre e incluso en enero de este mismo año. Nunca cumplieron y Mayra lleva ya trece meses en España. Su ánimo fue decayendo. Sus esperanzas también.

La carta que explica todo

Quizás por esa pesadumbre acumulada, su voz suena fina como un hilo, rota. Y a veces hasta intercala carcajadas de tristeza y nerviosismo. Está claro que ríe por no llorar: «Me fueron dejando abandonada, si no llega a ser por mi hija me muero de hambre en España», concluye Mayra, que tiene 60 años.

Tanto ella como su hija insistieron una y otra vez a la agencia de viajes. Pero poco consiguieron. Aunque les consta que la agencia lo intentó todo, acaba de enviarles una carta en la que les explica que Air Europa «no ayuda mucho» y que las únicas opciones que le dan es viajar rumbo Panamá y desde allí buscarse la vida por su cuenta —asumiendo el sobrecoste y las complicaciones que eso conlleve, como obtener una visa para ir a Panamá, que también tiene un importe elevado— o devolverle 407 euros por la parte del pasaje no consumidoel billete le valió a ella 1.300 y solo la vuelta cuesta 800—. Ninguna de las dos son alternativas asumibles para Mayra, cuya situación económica es bien complicada tras tantos meses sin ingresar un solo euro.

Tocó en distintas puertas. Fue a una oenegé y acudió a la Administración local. Pero le indicaron que no tenían competencias para ayudarle. «Me dijeron que tenía que arreglarlo con mi aerolínea, así que me fui resignando. Pero el ánimo está ya por el suelo, porque es mucho tiempo y porque cada vez que se acerca la fecha de volar se cancela el viaje», cuenta. A Mayra le inquieta pensar en el negocio que dejó allí, el hijo y los nietos que la esperan al otro lado del océano y, sobre todo, en la carga económica que supone para su hija en España: «Tengo distintos achaques, como hipertensión, y tomo medicación. Aquí tengo que pagar todo y son muchos gastos. Mi hija está asumiendo todo», indica. En síntesis, le preocupa el presente. Pero también le quita el sueño el futuro.

¿Podrá volver a España?

A Mayra el visado con el que vino a España le caducó a los tres meses. Desde entonces, está en situación irregular. Nadie le puso ninguna traba por ello en España, nadie le preguntó nada: «Fíjate, tanta gente con miedo a estar ilegal aquí y yo que quiero volver no hay manera», dice. Pero teme que haberse excedido con el visado le prive de volver a Pontevedra en el futuro: «Mi hija vive aquí, ¿no voy a poder volver nunca a visitarla», se pregunta.

Este periódico intentó en repetidas ocasiones, y sin éxito, que Air Europa aportase su versión.