El año 2020 ha sido el más cálido de la historia de Galicia

SOCIEDAD

Oscar Vázquez

Todas las estaciones registraron valores por encima de la media y hubo tres meses extremadamente cálidos. Se confirma, además, la amenaza emergente de los ciclones tropicales

15 ene 2021 . Actualizado a las 16:12 h.

El 2020 no solo ha sido el año de la pandemia del covid-19, también pasará a la historia como el más cálido en Galicia desde que existen registros, tal y como acaba de confirmar la Agencia Estatal de Meteorología. Al menos hasta que algunos de los venideros lo supere, algo bastante probable si se observa la tendencia de la última década. «En los últimos diez años se han concentrado los más cálidos de la serie histórica, que se remonta a 1951. Tenemos cincuenta años de datos que nos permiten observar con fiabilidad el comportamiento de la temperatura, que muestra claramente una tendencia ascendente», reconoce Francisco Infante, delegado de la Aemet en la comunidad. «Teniendo en cuenta que casi todos los años más cálidos de la serie histórica se han producido durante este siglo, no resulta para nada sorprendente que el 2020 haya sido el más cálido», añade Juan Taboada, de MeteoGalicia.

La temperatura media de Galicia registró el pasado año una anomalía positiva de 1,2 grados tras doce meses de valores por encima de la media. «Las cuatro estaciones fueron muy cálidas y hubo tres meses extremadamente cálidos, dos de ellos de récord», apunta Infante. Especialmente llamativo fue el caso del pasado invierno, que al contrario de lo que está sucediendo en la actualidad, no se registró ninguna ola de frío debido a la configuración del vórtice polar, el cinturón de vientos que confina un aire muy frío que ni se rompió ni debilitó, algo que sí ha ocurrido en las últimas semanas. «La circulación se mantuvo zonal (de oeste a este) y la corriente en chorro en latitudes superiores a las nuestras. Se formaron borrascas muy potentes como Ciara y Dennis y se llegó incluso a registrar la presión más baja de la historia en la zona norte, concretamente Dennis llegó a tener solo 920 milibares en su centro, pero únicamente nos cogían en el límite de su radio de acción o ni siquiera llegaban a tocarnos y la frecuencia de anticiclones fue superior a la normal», apunta Taboada.

La Niña

El récord de temperatura media en Galicia coincide con otro dato publicado recientemente por diferentes instituciones científicas como la OMM, la NOAA y la NASA sobre el valor a nivel global. Y la cifra conocida va justo en la misma dirección, básicamente ascendente. El 2020 se sitúa junto al 2016 como los años más cálidos desde 1880.

Sin embargo es importante destacar que en el 2016 se registró un evento muy intenso de El Niño, un fenómeno oceánico que favorece que aumente la temperatura mundial. Sin embargo, el año pasado se desarrolló La Niña, la otra cara del fenómeno que se produce en el Pacífico ecuatorial y que actúa justo al contrario, enfriando el planeta. «Esto es algo muy llamativo ya que lo que uno espera con la Niña es que la temperatura descienda a nivel global, pero no ha sido así. Incluso no ha servido tampoco el parón económico que ha provocado la pandemia. Es decir, a pesar de factores que deberían haber favorecido una disminución de la media global, sigue disparada. Hemos aportado una cantidad enorme de gases de efecto invernadero y de energía y parece bastante evidente que está habiendo una inercia en el sistema climático», advierte Infante.

Actividad tropical

En el 2020 también se confirmó otra tendencia. Año tras año los ciclones tropicales se desvían de su trayectoria habitual y ponen rumbo hacia la Península. «Este es uno de los pronósticos asociados al cambio climático que vemos que se va cumpliendo a medida que van avanzando los años, igual que el hecho de que aumenten los extremos meteorológicos. En este caso lo que sucede es que las aguas superficiales del Atlántico norte aumentan su temperatura y hacia el final de la temporada las tormentas tropicales son capaces de formarse en latitudes más al norte de lo normal, cerca ya de los cinturones de oeste. Esto hace que en lugar de desplazarse hacia el Atlántico oriental, afectando a la costa americana, puedan moverse hacia el oeste, poniendo en riesgo a nuestro territorio», explica Taboada.

El destino ha querido que en el año en el que el Centro Nacional de Huracanes se quedó sin nombres para bautizar a los ciclones, ninguno de ellos impactase directamente en la comunidad. Una suerte que quizá no tengamos en el futuro. «Estamos observando un mayor aporte de masas de aire subtropicales o tropicales, que tienen más temperatura y humedad. Son situaciones que hay que vigilar por las cantidades de lluvias que aportan. Las borrascas ya no son hoy puramente atlánticas, como las de toda la vida, influenciadas solo por el chorro polar», concluye Infante.