
María Romero, hostelera de Santiago, cree que, «cuando llueve, no hay nadie en las terrazas»
10 ene 2021 . Actualizado a las 13:14 h.El día amaneció muy frío, pero soleado en Santiago. Sin embargo, a medida que avanzó la jornada los hosteleros empezaron a darse cuenta de que el tiempo seco no era suficiente para llenar sus terrazas. Algunos bares y cafés sin mesas en el exterior no se plantearon abrir, e incluso alguno con terraza tenía dudas sobre mantener la puerta abierta el próximo lunes. El café para llevar o la comida a domicilio vuelven a plantearse como la única vía de ingresos para el sector. Los hosteleros consultados creen que, en cuanto empiece a llover, los compostelanos no se plantearán tomar un café en la terraza.
«Veremos como funciona hoy y mañana, pero quizás el lunes ya no se pueda abrir», apuntó María Romero, del bar Viño en la praza de Mazarelos de Santiago. «Tengo claro que el lunes iré al ERTE, otra vez», dijo. En el local solo trabajan ella y el propietario del negocio, que tendrá que seguir solo en el bar, porque «con estas condiciones no es viable». María se pregunta por las razones para dejar la terraza al 50 %, «si hay sitio, no entiendo por qué no dejan que se pongan todas las mesas. Si puedes mantener los dos metros de distancia, podrían tener más mesas; y sin embargo tienen que ser la mitad».

Si algo tiene claro María es que, mientras «no llueva podrá estar la terraza con frío, pero cuando llueve no hay nadie en las terrazas, y ahora menos». Mira la plaza, la que tiene alguna mesa ocupada es la única donde da algo de sol». Pese al frío de la mañana de ayer, en Mazarelos, una de las plazas más próximas al mercado de abastos de Santiago, aún se percibía movimiento de compostelanos, pero María tenía la sensación de que «mañana (por hoy) todo estará parado».
Una de las cuestiones que más problemas generó en su local es la mercancía adquirida para preparar comidas, «ya nos olíamos que pagaríamos los excesos de Navidad, pero pensamos que nos pondrían al 30 % dentro. Nunca a cero. Compramos menos cosas, pero hay mercancía que no sé si tendrá salida», apunta María. La hostelera se queja de «la falta de apoyo. Iban a dar ayudas que no le llegaron aún. Hay que pagar todo, y les da igual que no tengas ingresos. Ahora habrá menos todavía. Esto es como un cierre total encubierto».

«Es paradójico: cerrados y el resto de las tiendas abiertas»
e.silveira
La cafetería y restaurante Gasthof situada en la planta baja del Centro Comercial Cuatro Caminos, en A Coruña, cerró ayer a las seis en punto de la tarde. Vicente Medina, uno de los empleados, explicaba que la situación es paradójica: «Nosotros estamos cerrados y el resto de tiendas y locales siguen abiertos. No tiene mucho sentido». De hecho, en época de rebajas, ayer tanto pasillos como establecimientos estaban a rebosar. «El virus no se contagia más a partir de las seis de la tarde. Y es de risa que digan que permiten las terrazas, con los temporales que hay aquí. La verdad es que esperamos con intranquilidad la reunión del comité del martes», indicaba. Al cerrar a las seis de la tarde, el negocio perderá buena parte de su facturación, en torno al 40 %. «Ya no serviremos las meriendas o los cafés de media tarde...». Medina comentaba tras echar el cierre que fue sorprendente el número de clientes que desconocían las nuevas restricciones.

«El problema real está en los entornos privados»
pablo varela
Julio González y Lucía Salgueiros regentan la tapería JP, ubicada en el parque de Las Mercedes, en la ciudad de Ourense. Asumen, con un deje de resignación, la que se les viene encima de nuevo. «Hay que aceptarlo así, porque lo perdido antes es irrecuperable. Dentro de nada nos cerrarán todo», intuye Julio. Sin embargo, instan a no poner el foco específicamente en la hostelería, sino en los entornos privados. «El problema real está ahí. Se ha visto que muchos brotes están asociados a reuniones familiares que pueden comenzar con dos besos y un simple abrazo», ilustra este hostelero ourensano. Ahora vislumbra un horizonte ya conocido en la ciudad de As Burgas y Barbadás, por su anterior cierre perimetral conjunto. En octubre, hubo un efecto acordeón entre los municipios próximos. «Si la gente se sigue moviendo igual aunque haya el cierre, tal vez acudan a bares de concellos próximos como O Pereiro de Aguiar», señala.