El crimen brutal que ha conmocionado a Italia

Valentina Saini TRENTO / E. LA VOZ

SOCIEDAD

Asesinato de Agitu Ideo Gudeta en los Andes
Asesinato de Agitu Ideo Gudeta en los Andes

Agito Ideao, empresaria etíope de 42 años y símbolo de integración en el país, murió tras ser violada y golpeada a martillazos en los Alpes

03 ene 2021 . Actualizado a las 11:05 h.

Era una pastora y una empresaria valiente, una ecologista, un símbolo de redención para millones de inmigrantes que viven y trabajan en Italia. El pasado 29 de diciembre fue encontrada muerta en su casa, asesinada a martillazos. Mientras agonizaba, el presunto autor, un pastor ghanés de 32 años, la habría agredido sexualmente.

Agitu Ideo Gudeta, 42 años, era una mujer que había vuelto a empezar muchas veces en su vida. Nacida en Addis Abeba, había escapado de la represión del régimen etíope, en Italia había sobrevivido a las amenazas y a los ataques racistas, y superando los obstáculos de la burocracia italiana había logrado construir de la nada un pequeño negocio, especializado en la producción y venta de quesos de cabra. Pero no pudo escapar de la violencia machista.

Vivía en el Valle dei Mocheni, un idílico valle alpino del Trentino, región del norte de Italia famosa por sus cumbres. Todos los que la conocieron recuerdan su sonrisa, su bondad y su inagotable tenacidad. En Etiopía, Gudeta luchaba para los derechos de los agricultores y pastores, y contra la apropiación de tierras. Debido a las amenazas de muerte cada vez más graves, en 2010 tuvo que buscar refugio en el extranjero. Eligió el Trentino, que ya conocía porque a finales de los 90 se había graduado en sociología en su capital, Trento.

Se dedicó a la ganadería recuperando la raza autóctona de cabra Mochena, pastando su rebaño en las tierras abandonadas del valle. Empezó con 15 cabras, que poco a poco fueron aumentando hasta 180, y con ellas también inició un negocio de lácteos orgánicos y sostenibles muy exitoso, La capra felice (La cabra feliz). Cuidaba sus cabras y elaboraba sus productos aplicando los métodos tradicionales que había aprendido de su abuela materna. La gente los apreciaba mucho, tanto que Gudeta había abierto dos pequeñas tiendas, y estaba trabajando en un agriturismo y una granja educativa.

«Siempre estaba llena de vida y de entusiasmo», recuerda su amiga Eleonora Cunaccia, con la voz entrecortada. «Los problemas no faltaban, pero ella nunca se quejaba. Siempre estaba pensando en soluciones: era la mujer que todas queríamos ser». Nada parecía poder detenerla. «Su muerte es una tragedia inmensa, y deja un enorme vacío en la comunidad», dice Elisabetta Nardelli, directiva del organismo provincial para la promoción de los productos trentinos. «Ella creía mucho en los valles, y le trajo muchísimo al Trentino. Fue un ejemplo, todavía lo es.

 Refugiada con 200 euros

Los amigos, los compañeros y la gente que compraba sus productos, recuerdan su sonrisa generosa, su risa contagiosa y su gran energía. «Hablaba en dialecto trentino y cocinaba polenta e crauti [un plato típico regional] mejor que nadie», sonríe Nardelli. «Quiero recordarla así».

Pero, sobre todo, Agitu era una buena persona. Ella misma había experimentado el dolor por la separación de su patria, el vacío al llegar como refugiada a otro país con 200 euros en el bolsillo, la sensación de ser una especie de invitada permanente. Así que hacía todo lo posible para ayudar a los demás. «Hace años contrató a un chico que ya no conseguía hablar», dice Cunaccia. «Decía que no necesitas poder hablar para ser pastor». Al principio de la pandemia de Covid-19 en Italia, fue al hospital de Trento para regalar canastas de sus productos al personal sanitario sumado en una batalla muy durísima.

Sin embargo, detrás de todo el éxito y de sus grandes sonrisas, también hubo grandes dificultades. En 2018, Gudeta empezó a recibir insultos y agresiones racistas muy graves de un vecino. Un día incluso encontró una de sus cabras muerta, con su ubre exportada. Denunció al vecino, y el hombre fue condenado a nueve meses. «Nuestros valles pueden ser extremadamente duros con los que perciben como diferentes», dice Massimiliano Pilati, presidente del Foro Trentino para la paz y los derechos humanos, que conoció a Gudeta. «No ha tenido una vida fácil, todo ha tenido que currárselo ella sola».

Al final, tres días antes de su cumpleaños, le han quitado la vida. Al parecer, el presunto autor es uno de sus colaboradores. Las investigaciones siguen para aclarar todas las razones del crimen. «El asesinato de Agitu me ha dejado una profunda tristeza» dice Silvia, de 28 años, vecina de un valle cercano. «Todavía tenía tantos sueños que cumplir y en cambio ha sido asesinada de manera tan brutal en su casa, el lugar donde se sentía bien y segura, encima por alguien a quien había ayudado».

«No hay justificación para algo así», observa Pilati. «Dicho esto, tenemos que reflexionar atentamente sobre lo que estamos haciendo como sociedad. La violencia de género es un flagelo que debe ser erradicado». Minella Chilà es una concejala del Partido Democrático en Trento. «Ahora todos nos preguntamos si deberíamos haber hecho algo para protegerla. Desde luego, esta tragedia muestra una vez más que la violencia contra las mujeres y el machismo son universales y lejos de superados».