Las bodas de platino de Luis y Carmen tras superar el covid

Lorena García Calvo
lorena garcía calvo LUGO / LA VOZ

SOCIEDAD

Carmen y Luis superaron el coronavirus en el último mes y celebraron el sábado su 65 aniversario de boda
Carmen y Luis superaron el coronavirus en el último mes y celebraron el sábado su 65 aniversario de boda cedida por la familia

El matrimonio de Antas de Ulla, de 93 y 91 años, plantó cara al coronavirus y el sábado, días después de recibir el alta, celebraron los 65 años de casados

28 dic 2020 . Actualizado a las 14:33 h.

Han pasado 65 años, toda una vida, desde aquel día de Santo Estevo en el que Carmen Varela y Luis Varela dieron el sí quiero en O Castro de Amarante, en Antas de Ulla. Por aquel entonces era tradición en la parroquia de la novia que los matrimonios se oficiasen el día del patrón, y ella cumplió con lo establecido. Iba vestida de negro y lucía una sonrisa. Igual que la de su marido.

El pasado sábado, con 91 y 93 años cumplidos, Carmen y Luis celebraron acompañados de sus hijos sus bodas de platino. Una pequeña alegría tras un mes especialmente duro para toda la familia, puesto que el coronavirus, que no tiene respeto por nada, también les puso a prueba. Pero ambos resistieron juntos, como llevan haciendo toda la vida en su casa de Ludeiro.

Fue el 23 de noviembre cuando Luis dio el primer aviso. «Atopouse mal, non quixo comer e subiu para a habitación. Díxome: ‘ponme o termómetro e avisa a quen sexa, que debo ter o virus'», recuerda su hija Ana. Los barruntos de Luis no iban desencaminados. Llamaron al 061 para exponerle los síntomas que tenía y al explicarles que Carmen contaba con cuidadoras, les indicaron que por protocolo debían hacerse la prueba. El día 25 confirmaron el positivo.

«Foi curioso, porque na primeira proba que lle fixeron a miña nai, deu negativo, pero ao repetirlla, dez días despois, xa confirmaron que ela tamén o tiña», abunda la hija. Luis, hombre recio y de pocas palabras, aguantó el tirón con pocos síntomas y menos quejas. Solo tuvo cansancio y una febrícula persistente que le obligó a quedarse en la cama más de lo que le habría gustado y que al final solventó con antibióticos. Carmen, mientras tanto, tuvo que ser trasladada al hospital a causa de una bajada de sodio. A pesar de que su pronóstico era delicado, aguantó como una jabata, asintomática más allá de ese problema del sodio, y el día 22 recibió el alta médica. Regresaba a casa, junto a su compañero de vida, para pasar juntos otra Navidad y poder mirarse a los ojos el día de su 65 aniversario de casados.

«Foi moi duro, porque a estas idades a incertidume era tremenda», relata Ana todavía con el corazón encogido. Pero sus padres salieron adelante y el 26 de diciembre soplaron la vela de la tarta que conmemoraba su matrimonio. Los tiempos no están para grandes festejos con nietos y otros familiares, pero sus tres hijos sí pudieron estar a su alrededor.

Durante las últimas seis décadas y media, Luis y Carmen han remado en una misma dirección, y a él ni el paréntesis del coronavirus le ha quitado las ganas de trabajar. Este año, antes de que el covid-19 le visitase, recogió, sacho en mano, todas las patatas, y sigue encargándose de la huerta y de algún animal que crían. Como tantos otros, Luis dedicó su vida al campo, aunque compaginándolo en su momento con la labor de cartero, y también con las truchas que pescaba en los ríos próximos. Con el dinero que sacaba de las aguas heladas que riegan Antas de Ulla pagó los estudios a sus hijos. Mientras, Carmen, trabajadora y tenaz, se ocupaba del hogar y las labores con un mimo y una meticulosidad que todavía hoy perviven en ella, a pesar de que la memoria le es esquiva.

 Entre Luis y Carmen forjaron hace 65 años un vínculo que ha sido capaz de resistir hasta el envite del coronavirus.