Científicos gallegos participan en una expedición por el  Atlántico para medir el impacto de la contaminación

SOCIEDAD

M.MORALEJO

El barco Sarmiento de Gamboa salió de Vigo con rumbo a Punta Arenas, en la Patagonia chilena

17 dic 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

El progreso del conocimiento científico se sustenta sobre la toma de datos que sirven para dar validez a las hipótesis. En un asunto tan complejo como la contaminación y el cambio climático resulta necesario recoger información de todos los rincones del planeta. Y eso es precisamente lo que pretende conseguir el equipo de la Universidad de Vigo que coordina la doctora y ecóloga Cristina Sobrino, que cruzará el Atlántico a bordo del Sarmiento de Gamboa desde Vigo hasta Punta Arenas, en la Patagonia chilena.

El objetivo de la investigación es medir la movilidad de los contaminantes de origen humano en el océano y su impacto en los ecosistemas marinos. «Cuando caen en la columna de agua, estos contaminantes antropogénicos son modificados por los propios organismos. Nosotros nos vamos a centrar en estudiar los efectos sobre el fitoplancton, que transforman el dióxido de carbono y los nutrientes en materia orgánica. Tenemos muchas preguntas sobre cómo estos seres vivos diminutos hacen uso del contaminante», explica Sobrino.

Esta expedición científica, que se prolongará durante un mes, lo que tardará el barco oceanográfico del CSIC en completar la distancia entre Galicia y Chile, podría ayudar a despejar algunas dudas sobre una cuestión vital, ya que el fitoplancton desempeña un papel fundamental en la Tierra tal y como la conocemos. «Uno de los puntos más fuertes de este proyecto se basa en trata de saber e incluso de cuantificar el efecto sobre el ciclo global del carbono, que en última instancia se encarga de regular la temperatura del planeta ya que el fitoplancton actúa como un sumidero del dióxido de carbono», sostiene la investigadora.

El proyecto incluye dos campañas. La primera se centrará en el registro de datos durante la travesía entre el océano boreal y austral. Y la segunda, que tendrá lugar en el 2022, se desarrollará en la Antártida. Aunque el Polo Sur está aislado climática y geográficamente, la huella del ser humano también se percibe. La información que se extraiga de estas zonas del mundo servirá para ir encajando algunas piezas importantes del puzle de la contaminación global.

«En esta primera campaña atlántica se ha diseñado un plan de trabajo diario. Por la mañana se lanza una roseta para recoger agua y medir los contaminantes y las respuestas biológicas en la columna de agua y, además, se realizarán experimentos en cubierta y también en los laboratorios para comprobar el efecto de la contaminación de origen humana sobre estos microorganismos», apunta.

Investigar en tiempos de covid

Planificar una expedición científica de esta envergadura representa siempre un viaje que comienza muchos meses antes de partir desde puerto gallego. Pero este año, la crisis del covid ha dificultado todo hasta el extremo. En un espacio cerrado en el que va a convivir tanta gente durante tanto tiempo no puede entrar de ninguna manera el virus. Si lo hace, toda la campaña y los proyectos que van a bordo quedarán cancelados. La presión es máxima en estos momentos sobre los investigadores.

«Estamos teniendo muchas dificultades. De hecho, yo no he podido embarcarme. Únicamente van Antonio Fuentes, técnico de oceanografía en el Centro de Investigación Mariña y Paulo Alcaraz, que es uno de mis estudiantes de doctorado. Ambos se encargarán de recopilar la información. Para poder embarcarse han estado durante los últimos diez días pasando la cuarenta en un hotel de Vigo y, también, han tenido que someterse a dos pruebas PCR. La primera la tuvieron que hacer antes de entrar en el hotel y la segunda justo antes de subir en el Sarmiento de Gamboa. La situación es muy arriesgada. De hecho, otros países han decidido suspender este tipo de campañas científicas», reconoce Cristina.